25 de abril de 2024
 
   
     
     

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Los Fósforos Contraatacan
Primer capítulo

Prólogo

Un año más, y ya van tres con éste, les traemos una nueva edición de los fósforos. Lo que en principio se hizo como una gracia, como un libro simpático para echar un rato agradable, se ha convertido en una tradición por parte de La Esfera de los Libros. Pero nuestra editorial, como todas las empresas, no dedicaría su tiempo ni sus medios si ustedes no hubieran respondido de la forma que lo han hecho con las ediciones anteriores.

Este libro no es la obra de Carlos Herrera y su equipo de colaboradores, ni mucho menos; éste es un libro hecho por ustedes para que lo lean ustedes mismos. Nosotros únicamente ejercemos de escribanos y lo hacemos con la rigurosidad de un notario. Por eso, en estas páginas no encontrará ni una sola palabra que no haya salido del ingenio de los oyentes.

El programa Herrera en la onda comenzó su andadura en las tardes de Onda Cero. Han sido cuatro temporadas que vienen perfectamente reflejadas en los tres libros de los fósforos que han sido publicados: La hora de los fósforos, La fosforera nacional y éste, Los fósforos contraatacan, que puede considerarse el testamento del programa en horario vespertino ya que, como seguramente saben, ahora andamos madrugando más que los que limpian las calles.

Con este libro y con este CD no buscamos más que su sonrisa. Si la conseguimos, habremos logrado nuestro objetivo.

¡Que se diviertan!

Excentricidades del sueño

Lo compruebo temporada tras temporada: en España hay más maniáticos que monos en Gibraltar. ¡Y atención! Si buscamos en el diccionario la palabra «manía» nos encontramos con la siguiente definición: «Trastorno mental caracterizado por un estado de excitación intensa e incontrolada.» ¿Y dónde se puede dar una concentración mayor de estimulación? En una cama, ¿no? Bueno, sí, ahí también, pero en este caso los fósforos nos contaron esas aficiones exageradas que practican antes de irse a dormir y al despertarse. Con una salvedad, la del suegro de José Antonio, al que no le da tiempo a desarrollar ninguna porque es de los que se quedan aletargados hasta en medio de una manifestación organizada por el movimiento antiglobalización.

OBSESIONES AL ACOSTARSE

Juan Antonio

Carlos: Juan Antonio, buenas tardes.
Juan Antonio: ¡Carlos, buenas tardes!
C: ¡Hola!
J A: ¡Qué alegría, coño! Oye, Carlos...
C: Es una forma de manifestarlo, sí. ¡Dígame, dígame!
J A: ¿Usted ha visto alguna vez criar unas gambas con leche?
Lucía: ¿Unas qué?
C: ¿Unas gambas con leche?
J A: Sí, ¿las has visto alguna vez criar?
C: No.
J A: Es difícil, ¿verdad?
C: Sí.
J A: ¡Pues más difícil es hablar con ustedes, me cago en diez! Yo tengo tres manías.
C: A ver, dígame.
J A: La primera es una manía obligada porque me obligó la mujer. ¡Me quito y me pongo el pijama en la cocina, Carlos!
C: ¿Por qué?
J A: Porque la primera vez que me acosté con la mujer me levanté temprano, a las cinco de la mañana, empecé a encender todas las luces y me obligó a quitármelo en la cocina. «¡Me cago en diez! ¿Para qué coño enciendes las luces tan temprano?» Y a partir de ahí, en la cocina me lo quito y me lo pongo por no molestar.
C: Eso quería decir que la había molestado, ¿no?
J A: Claro, claro... ¡La segunda es que el lado derecho de la cama no me lo toquen! Sí, porque es que a través de eso tengo otra manía. Mi mesilla tiene cuatro cajoncitos. El segundo lo abro y la mano derecha y el brazo van al cajón para dormir, ¿sabes? Los tiro y me los pongo encima de la mesillita, Carlos. Pues ésas son mis manías.
 C: ¿Cómo? No he entendido bien. Coge usted...
 L: Mete la mano en el cajón.
 
J A: Sí, porque tengo la manía de que el segundo cajón de la mesilla lo abro, el brazo lo estiro a la mesilla y así soy capaz de dormirme con nada, Carlos.
 Naranjo: ¿Y cierra el cajón o lo deja abierto?
 
J A: Sí, queda abierto el cajón, sí.
 C: Y si un día no tiene usted el cajón a mano, ¿qué hace?
 
J A: ¡Pues no duermo bien, Carlos, no duermo bien!
 C: No, no, no, si cada uno... Y luego, ¿tiene una tercera o ésta es la más...?
 
J A: Ésta, ésta es la tercera. La segunda era el lado derecho de la cama.
 C: El lado derecho de la cama, sí, sí, sí, sí. Pues me ha alegrado mucho saludarle, Juan Antonio, y que lo pase usted muy bien esta noche, ¿eh?
 
J A: Gracias, Carlos.
 C: Dé recuerdos a su señora.
 
J A: De tu parte, Carlos. Hasta luego.
 C: Adiós, mi alma, adiós, adiós...


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