El paquete fue enviado, según creo, antes de que el muy solidario pueblo vasco se personara en las urnas. Lo cual da a entender que a ETA le daba igual lo que votaran sus conciudadanos: fuese lo que fuese había que ajustar cuentas con esos deslenguados periodistas que han estado diciendo lo que les dicta su dignidad. En ese sentido es poco relevante que el apellido Landáburu esté lleno de ejemplos de servicio sincero a lo vasco. Es un periodista crítico e independiente y está enclavado en ese grupo de torticeros quintacolumnistas que se empeña en llamar asesinos a los asesinos.

Una mayoría inapelable de vascos ha considerado que la mejor manera de acabar con cosas como ésta es que sigan gobernando los mismos que vienen señalando a los Gorkas de nuestro país con su dedo acusador. Eso me suena. El mismo caso, o semejante, que Carmen Gurruchaga, Antonio Burgos, Luis del Olmo y otros.

AVISO PARA NAVEGANTES

Los amenazados ya saben a lo que se siguen exponiendo si se empecinan en mantener su postura: la muerte va a pasearse entre ellos como un pito, pito, colorito, y la vida se va a traducir en esa distracción a la que siguen jugando algunos niños y que consiste en dar vueltas a unas cuantas sillas para sentarse cuando cesa la música y dejar a uno de pie.

Algunos dirán hoy que si ETA hubiese querido matarle hubiera cargado el paquete con más explosivo, que sólo ha sido un aviso a navegantes y que el envío está, sobre todo, lleno de sadismo. Son los exégetas etarras que se paran a distinguir pequeñas señales para así elaborar pequeñas disculpas. No hay nada de eso. ETA nunca ha querido herir, siempre ha querido matar.

Con esta acción, a las pocas horas de haber recibido los constitucionalistas una fuerte derrota, ya saben los amenazados que aún están más solos y que su futuro va a seguir lleno de escoltas, de miedo y de sangre. Por duro que resulte, tiene razón María San Gil cuando se lamenta de la soledad en la que han quedado aquellos que vienen arriesgando su vida por representar a sus conciudadanos en los foros políticos vascos. Poco importa que el reparto estratégico del voto nacionalista haya abandonado la cuadra de EH ya que Arzalluz dejó bien claro la noche de autos que «los nacionalistas somos mayoría absoluta».

NOBLE TAREA

Gorka es comentarista, entre otros, de Canal Sur Radio, emisora pública andaluza caracterizada por su nula dependencia de las tesis nacionalistas vascas y de los paños calientes que estas vienen poniendo al terror desde que el tiempo es tiempo. Por demás, Andalucía tal vez encabece la relación de muertos puestos al servicio de la causa independentista euskaldún sin comerlo ni beberlo y sin importarle ya un pimiento lo que pase con la integridad nacional y con el futuro en solitario de una tierra que no quiere saber nada con nadie.

No hace falta ser un lince para darse cuenta de que Andalucía -como tantos otros lugares de España- está deseando declararse independiente de esa llamada Euskal Herría en el nombre de la cual se mata. Mandarles a paseo, en una palabra. Gorka lo sabe y aporta en este sur argumentos sensatos para que no se englobe a todos los vascos en el lote de los malos y los insolidarios -cosa justa, por otra parte- y para que no se instale en los ciudadanos el deseo inmediato de desenrollar alambre de espino un poco más allá de Miranda de Ebro.

«DINÁMICA ARMADA»

Gorka sabe que la independencia, además de un error, sería una desgracia en todos los órdenes sociales y económicos y llama a diario a los andaluces -como otros Gorkas hacen en otros lugares- a que no «independicen» a la fuerza a su tierra. Noble tarea contra la que dispara ETA, que está encantada con que los espa