Cuando hablaba ayer por la mañana con José María Aznar no había comparecido aún en rueda de prensa Javier Arzallus vertiendo la bellaquería que hoy preside todos los titulares de la prensa española.

De haber sido así, estoy seguro de que el semblante y la apariencia de tranquilidad que mostraba el presidente no habrían sido tales. Aznar tintó sus palabras de medio luto. Me dio la impresión de que, como candidato del PP, prefirió pasar por alto el habitual tono de confrontación que preside todo inicio de campaña.

El cadáver de los dos hombres asesinados por ETA aún estaba presente, del mismo modo que lo estaba el abrazo con Joaquín Almunia, así que Aznar simplemente se limitó a recordar alguno de los puntos principales de su propuesta política para los próximos cuatro años y evitó referirse a sus oponentes de forma áspera. Eran menos contrincantes que en cualquier otra situación.

No en vano él es un superviviente de un atentado y hacía pocas horas que habían matado a dos hombres buenos. Yo, como ciudadano, se lo agradezco.