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19 de octubre de 2012

¿Y qué pasa si Feijoó gana?


Si el presidente de la Xunta revalida, mañana estarán buscando en el seno socialista al mirlo blanco que les lleve a la gloria

 

VOTA FEIJOÓ 2012NADA más allá de lo normal. Que se alegrarán los suyos y lo lamentarán sus contrarios. Pero, además, ¿tendrá alguna lectura nacional? Evidentemente sí. Para gobernar Galicia, Núñez Feijoó debe vencer por mayoría absoluta. Un voto menos supone que las izquierdas puedan aliarse y formar un gabinete galimatías en el que la figura del presidente sea fundamental para unificar esas fuerzas normalmente centrífugas que configuran los gobiernos multicolor. Un voto de más supone otras muchas cosas. Y no digamos un voto más del voto de más de los necesarios para gobernar. Las encuestas las carga el diablo y suelen equivocarse no tanto por la impericia de los encuestadores cuanto por lo indeciso de los encuestados. Si se cumple lo previsto en los estudios demoscópicos, el hasta ahora presidente de la Xunta podría revalidar su cargo; ello tiene muchas lecturas y ninguna de resulta confortable para el primer partido de la oposición. Si gana Feijoó, gana, a su manera, Mariano Rajoy, con todo lo que eso supone, a saber: un gobierno que ha faltado a su programa electoral, que ha apretado la clavija de los impuestos hasta hacer irrespirable la situación, que se ha mostrado silente, cuando no vacilante, ante los desafíos colectivos de la ciudadanía, que ha dicho una cosa hoy y otra mañana y que ha mostrado llamativas descoordinaciones en su seno, obtendría en una comunidad aséptica —entendiendo por tal una no sometida a pasiones transversales— un resultado que algunos podrían entender como un respaldo a sus intentos de regeneración de la vida económica. No se trata de restarle méritos a la gestión del presidente gallego, hombre sensato a decir de todos aquellos que le votan y de algunos de los que no le votan, pero sí de valorar la apreciación popular de la resta que se produce entre lo anterior y el desgaste propio de quien debe gobernar en tiempos de recorte inevitable.

 

Si el domingo gana Feijoó con mayoría absoluta, Rajoy celebrará la victoria como una de las más importantes de su vida.

 

Si no consigue suficiente respaldo para gobernar, quedará el consuelo de una victoria insuficiente, que es un consuelo menor, pero es un consuelo. Y si obtiene refrendo mayoritario le mete las cabras en el garaje al principal partido de la oposición. De perder toda opción de gobierno el partido representado por el señor Vázquez, el problema no se situaría en la órbita del político orensano, que bastante habrá hecho: la guasa queda para el ámbito Rubalcaba. Soy de los que cree que Rubalcaba ha ido a caer en el peor momento y en el peor lugar de la política, rodeado de medianías vacilantes y de mediocres apresurados, pero, también, que toda alternativa no tiene por qué mejorar la realidad existente. Si el PP gana en Galicia y puede gobernar, sumado a un resultado poco edificante en las Vascongadas, esas navajas afiladas tan propias de los partidos perdedores pueden volar alrededor del del líder de la oposición. Alguien en el seno del PSOE le dirá a su secretario general: ¿ni siquiera así podemos ganar? Es una pregunta injusta, pero lógica. Si gana Feijoó, mañana estarán buscando en el seno socialista al mirlo blanco que les lleve a la gloria, descartada Chacón por ser catalana —curiosamente después de haber sido clara como nadie en el asunto independentista— y descartado López por haber perdido la presidencia del gobierno vasco después de una particular primavera. Algunos, como Griñan, ya buscan un nuevo Zapatero. Miedo debería darnos.

 

Claro que puede no ganar con la mayoría suficiente. Entonces el problema es para Vázquez. Lidiar con los restos del BNG, el energúmeno de Beiras incluido, no será fácil. A Rajoy, en cualquier caso, le seguirán quedando tres años. Y la prima bajando.

 


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