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28 de septiembre de 2012

Los huérfanos de la izquierda


 

Nunca hubo tantos huérfanos en la izquierda. Nunca tantos esperando una decisión concisa y valiente. Ya es triste

 

DEBEMOS reconocer que en la prensa no catalana las columnas acerca del desafío político catalán a la Constitución y al Estado español salen solas. En realidad, en la prensa catalana también salen solas, pero en sentido contrario. En ocasiones echo en falta cierto territorio de matiz, algún intermedio mediopensionista, pero reconozco que, de haberlo, no prolifera en un terreno mediático como el catalán en el que, aunque no sea correcto señalarlo, parece difícil tomar partido por algo que no sea la tesis «cool» imperante, la considerada por todos los interlocutores sociales como la salida que impone el destino y la férrea voluntad popular al viejo contencioso de convivencia política «entre Cataluña y España».

 

Debe de ser desalentador para los catalanes nada independentistas que no sean de derechas o que no quieran nada con el PP, que éste sea el único partido -junto con «Ciutadans»- que defienda la España autonómica y razonablemente unida. Menuda soledad. Internacionalistas de toda la vida abocados a respaldar a partidos de izquierda que contemplan en su comportamiento todos los tics nacionalistas de las derechas regionales. En Cataluña, si quieres ser serenamente catalán y español, mantener lazos afectivos reales y comerciales con el resto de España y no dedicar la mitad de las horas del día al ejercicio gimnástico que, ejercicio a ejercicio, demuestra tu pertenencia al grupo que conforma todo «buen catalán», como no seas de derechas estás listo. Aquella izquierda que priorizaba la lucha por los derechos individuales, la reivindicación de avances sociales o de libertades elementales, está hoy en día sólo ocupada en clarificar cuestiones «nacionales» identitarias.

 

La suerte de los trabajadores ha pasado a ser una mera derivada de su destino nominal como pueblo. Las energías de formaciones como la travestida Izquierda Unida o la obsesionada ERC se consumen a diario en colocar a los catalanes en el mundo antes que en colocarlos en una sociedad avanzada o justa. Siempre podrá aducirse que queda el PSC y que éste sí simboliza al catalán que desde ideas de izquierda no radical tiene entre sus objetivos la construcción de una sociedad justa y equitativa no ocupada en debates estériles acerca de la trascendencia de la catalanidad y su lugar en el mundo. Puede. Pero le ha quedado escaso margen para ser fiel a sí mismo y no parecer, asimismo, un catalán desleal, papel reservado en la opereta bufa que se representa a diario en Cataluña a los votantes del PP. Está sometido al perverso juego de ser y parecer. No puede, o aparenta no poder, desgraciadamente, separarse del pensamiento único al que está sometido el arco político de esa Comunidad. Su cuerpo dirigente sabe que una parte sustancial de su electorado no es partidaria de aventuras poco prometedoras, pero se resiste a actuar en consecuencia con ellos.

 

Prefiere los territorios intermedios poco definidos: de ahí ese mito siempre redivivo del federalismo, que viene a ser el escudo con el que se protegen de la acusación de catalanes sospechosos. Ayer, consecuentemente con el proceder de tierra de nadie, sus parlamentarios se abstuvieron en la votación mediante la cual se aprobaba la convocatoria de un referéndum para que el pueblo de Cataluña «decida libremente su futuro». Cualquier cosa menos coincidir en una votación con el PP. Ya se nos ocurrirá algo, parecen decir, antes que ser y parecer iguales a quienes no tienen en su ideario básico la autodeterminación catalana por pertenecer al inmovilismo españolista. El sector independentista catalán, que incluye a la siempre engañosa CiU, se frota las manos sabiendo desactivados a los socialistas catalanes, que, carentes de una guía clara y concisa en voceros e interlocutores sociales, da la impresión de no saber qué quieren ser de mayores. Nunca hubo tantos huérfanos en la izquierda. Nunca tantos esperando una decisión concisa y valiente. Ya es triste.

 


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