Tiene razón Rubalcaba al afirmar que es más factible la victoria del Real Madrid sobre el Barcelona que la suya sobre Rajoy
TIENE Rubalcaba razones sobradas para lamentar su mala suerte. La tarea hercúlea de desafiar la adversidad electoral parece volverse una labor imposible, un desespero, un alud de contratiempos, una acumulación de elementos empecinados en hacer imposible el objetivo de salvar, cuando menos, los muebles. Es admirable que no desfallezca y que preste su rostro para que los electores se lo partan con la dura respuesta del abandono. ¿Se lo merece?: no entro en ello, pero sí atestiguo que nadie, ni siquiera la UCD del 82, se vio abocado a aguantar la catarata de reveses repentinos que está padeciendo el hombre al que se leen comendó la difícil tarea de refrendar la gestión zapaterista de estos últimos años de zozobra. El PSOE obtendrá infinito mayor respaldo que los muchachos que quedaron para apagar la luz en el centrismo de Landelino Lavilla, pero su resultado no diferirá mucho de lo que la derecha fraguista obtuvo aquél año en que Felipe arrasó con doscientos diputados y la consigna del cambio.
El relativo respiro del comunicado de ETA, que en realidad aporta votos a Amaiur, no a los socialistas, murió por falta de aire en cuanto apareció la EPA: cinco millones de parados labrados en el tiempo en el que tú has sido vicepresidente son una los a de difícil manejo. Ni siquiera el argumento de la burbuja inmobiliaria creada supuestamente por los gobiernos del Pp basta para aligerar el peso pétreo de un dato demoledor que ha sido refrendado por las cifras del paro registrado en octubre: es extraordinariamente complicado achicar agua de tu canoa cuando ciento treinta y cuatro mil individuos más se apuntan a las oficinas de empleo. Y también lo es cuando la unión europea maltrata a tu sistema bancario merced a una recapitalización frente a la que el gobierno de tus colores no se opone con contundencia y, especialmente, con efectividad. Y lo sigue siendo cuando tu presidente de gobierno coordina con el líder de la oposición una reforma constitucional —razonable, pero a la brava— o cuando, sin más debate político que una simple llamada, llega a un acuerdo con la OTAN para desplegar un escudo antimisiles en la base de Rota. Te obliga a pasarte media campaña electoral dando explicaciones acerca de medidas que no has tomado tú y que, teóricamente, no complacen sobremanera al sector del electorado al que estás dirigiendo preferentemente tu discurso.
Pero por si le faltaba algo, una juez instructora ha enviado al Supremo una parte de un feo sumario que afecta a uno de tus primeros espadas, el ministro Blanco, por el que tú has puesto la mano en el fuego. ELTS no tomará decisión alguna antes del 20-N, pero la sospecha queda extendida acerca de la responsabilidad del número dos del PSOE en la Operación Campeón, esa según la cual un empresario acusa —y se auto inculpa— de haber librado comisiones y enjuagues a cambio de una mediación para conseguir determinados beneficios o subvenciones. Es cierto que tales beneficios no se produjeron y que la inocencia de Blanco es irrebatible por el momento—y espero que por el resto de los días—, pero no deja de estorbar el hecho de que tu mensaje se veo interrumpido por el enmerdamiento judicial de un cabeza de lista tan significativo. Muchos le tienen ganas a Blanco y harán de este asunto un epicentro electoral intentando aplicarle al ministro portavoz su propia doctrina o medicina, y ello, inevitablemente, afectará las próximas horas al candidato socialista. Entre lo anterior y el confuso efecto del no menos desafortunado video sobre la educación pública y privada que alguna lumbrera del PSOE editó hace pocos días, a Rubalcaba se le está poniendo cara de Héroe de Baler. Tiene razón cuando afirma que es más factible la victoria del Real Madrid sobre el Barcelona que la suya sobre Rajoy.
