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13 de mayo de 2011

¿Cuál será la sorpresa de Rubalcaba?


La sentencia que dice respetar el PSOE tiene efecto corrosivo para sus intereses, aunque le garantice estabilidad parlamentaria

RODRÍGUEZ Zapatero tiene todo el derecho a irritarse ante la escasa comprensión que inspira a los ciudadanos, incluidos sus propios votantes, pero no conviene que les insulte. Llamar bellacos a los mismos a los que les has recortado el sueldo o congelado la pensión no parece lo más aconsejable a las puertas de una convocatoria electoral en la que nadie da un duro por ti y en la que tus propios candidatos le han puesto velas a todos los santos para que ni siquiera te acerques a tomar café. Ya sabemos que eso no lo ha dicho por los funcionarios ni por los pensionistas, lo ha dicho por Rajoy, pero bramando frases como esa corres el peligro de que algún afectado por tus recortes lo tome como algo personal, y entonces la jodimos, con perdón. Tal vez sea consecuencia de la cierta desorientación que vive un presidente y un partido que ven venir una tunda de escándalo y que no aciertan con la clave para evitarla. Afortunadamente para él, dejó de asistir al cónclave de presidentes progres y evitó volver a hacerse una foto con el pobre de Papandreu, que parece un alma en pena y con el que hubiese formado una pareja de traca para cualquier portada; a cambio ha querido vender una cierta presión sobre los agentes sociales al objeto de acelerar la reforma de la negociación colectiva, pero poco o nada de lo que haga parece reportarle un beneficio satisfactorio al presidente que pende de un hilo caprichoso del PNV, por el cual tiene que presionar y convencer a los, de por sí bizcochables, magistrados del Constitucional. La sentencia que tanto dice respetar el PSOE tiene efecto un tanto corrosivo para sus intereses, aunque le garantice estabilidad parlamentaria (ya saben que los socialistas respetan las sentencias a días alternos: acuérdense de la que montó Montilla cuando el TC recortó algunos aspectos del Estatut; si eso es respetar una sentencia, yo soy La Chelito).

Las declaraciones estupefacientes de Pascual Sala, presidente acomodaticio del Tribunal, tampoco suponen un respiro para la campaña socialista y la actitud confusa y cambiante del PSC, según se vote en Senado o en Congreso, acerca del famoso fondo que le reclama Artur Mas al Gobierno para luchar contra el déficit tampoco ayudan a mantener el feudo símbolo de los socialistas: la ciudad de Barcelona, que podría pasar a gobernarla el independentista Trías en lugar de un Hereu que se lamenta del ciclo que le ha tocado vivir y del paño que le ha tocado vender. A ZP en Cataluña no le quieren ni ver y a Carmen Chacón tampoco y, por si fuera poco, la gentuza de Bildu no va a agradecer el esfuerzo disimulado por colocarles en las instituciones y va a provocar cuanta mayor tensión mejor. Si además aparecen cada dos por tres estudios o predicciones que aseguran que el crecimiento económico es un sueño vago, que la prima de riesgo aumenta, que la deuda engorda y que el paro se mantiene, ya sólo faltaba ZP diciéndonos que es el campeón de las políticas sociales y que el que no lo crea es un bellaco.

Con todo ello y a la vista del jardazo hay que preguntarse algo de forma muy seria: ¿Qué estará barruntando Rubalcaba para darle la vuelta a la tendencia? ¿Tendrá en mente algún truco para la noche electoral. Permanezcan atentos a la pantalla que éstos no se andan con chiquitas: acuérdense de la jornada de reflexión del 2004.


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