No ha sido el mejor verano en la vida de Francisco Rivera, no.

Pero tampoco tan malo como algunos quieren hacer creer.

Es cierto que en lo profesional no le han salido las cosas como él ha querido, pero no hay que dramatizar: los toros parecen intuir cierta debilidad en el torero y hay ocasiones en las que dan la impresión de apretar más.

Sin embargo, no parece que a Francisco le hayan hecho la vida imposible, simplemente no le han salido las cosas bien.

No obstante de tener buenas tardes ante los astados, no está en su mejor momento.

Ello ha llevado a algunos a asegurar que estaba a un paso de anunciar su retirada, lo que ha obligado al torero a desmentirlo: fue joven para debutar y es joven para retirarse.

Aún puede escribir buenas páginas.

El contraste con su hermano Cayetano, que está que se sale ante los novillos, es, si se quiere, lo más punzante.

La rivalidad no sabe de familias y cuando uno tiene casta quiere ser el mejor incluso frente a los de su misma sangre.

Ahora Cayetano está de moda como lo estuvo él cuando tomó la alternativa y no es improbable que eso le pique al matador.

El día que Cayetano tome la suya –ojo, que no son lo mismo los novillos que los toros– alguien tendrá la idea de organizar un mano a mano y entonces el morbo será total: taurinamente será un cartel muy atractivo, pero socialmente aún lo será más.

Por otra parte, la situación sentimental que le adorna da para muchas interpretaciones, y basta que se le haya visto cabizbajo para que rápidamente se le atribuya tristeza por la contrastada alegría de la que fue su esposa.

No sé, la verdad, si eso le ha afectado o no, pero ambos ya han dado por finalizada la relación, y lo normal en esas edades es rehacerse con la facilidad del que se sacude el polvo.

Es normal que una cierta melancolía se instale en el cuerpo de uno, pero ambos ya se tienen acostumbrados a esos tira y afloja.

En una palabra, que estoy queriendo quitarle importancia a todo y a lo mejor resulta que me estoy equivocando de plano; que, efectivamente está hecho polvo a cuenta de sus resultados irregulares, a cuenta de que lo quieran licenciar antes de tiempo, a cuenta de que su hermano esté triunfando por donde pasa y a cuenta de que su ex mujer se pasee felicísima de la mano de un joven experto en corazones más mayores.

No se lo deseo: yo le tengo ley, como se la tuve a su padre y a su madre, y le sigo como aficionado porque creo que es un torero valiente.

Si ha pasado una mala racha, que la supere, y si no, que lo celebre.