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24 de marzo de 2005

... Y María José por fin habló


Tras un largo período de calentamiento mediático en silencio, María José Campanario ha salido al centro del ruedo y, con mando en plaza, ha contestado a la madre de la primera hija de su marido.

Además, ha acudido a un plató de televisión a felicitar a su cuñado Víctor por haber vencido en un programa antropológico sobre mosquitos y ayunos que, por lo visto, es muy interesante y la gente lo sigue mucho, para ver si unos se comen, definitivamente, a otros.

Todo lo anterior es noticia porque nunca antes había sucedido, como pueden imaginar: en periodismo no resulta ni interesante ni importante que hable un individuo que se pasa el día haciendo declaraciones, pero sí lo es que una joven sólo conocida por su matrimonio con figura del toreo rompa el hieratismo y el silencio absoluto que mantenía cuando había un micrófono o una cámara cerca.

Y más noticia tiene que se asome directamente al patio de luces para acusar a la vecina de abajo de éste o aquel desaguisado.

Y más aún si la vecina de abajo resulta ser la más voceante de toda la escalera, la novia perpetuamente decepcionada, la estrella inexplicable de los medios... y la que tuvo un aquél con su marido.

Harta de recibir chorros de plomo fundido en la espalda –con lo que eso molesta–, la joven esposa ha resuelto no dejar pasar un solo día más y entrar en el juego de las declaraciones.

Hay quien cree que se equivoca, ya que da pábulo al juego de declaración y contradeclaración del que vivimos los periodistas, pero posiblemente no le quede más remedio después de tragar y tragar durante meses y meses con frasecitas ante las cámaras o titulares en las revistas.

La señora Campanario de Janeiro, quiera o no, por muy autista que aparezca ante los medios, está en las noticias, en las portadas, en los reportajes televisivos.

Poco cambiará su vida que conteste directamente a alguien que, según su criterio, le está tocando las narices.

Me aseguran que en ese cuerpo recortado y breve cabe una mujer de empuje y decisión.

Parece que no se siente asustada por tomar el mando de determinadas situaciones y por gestionar las crisis con pulso más o menos firme.

Es chiquita, pero matona.

Es sonriente, pero resuelta.

Tiene lo que hay que tener, me dicen, y sabe lo que hay que hacer cuando algo no funciona bien, sea que un enfermo entre en arritmias o sea que te roben en casa las joyas y los billetes que tiene la familia guardados bajo la única baldosa que no encaja del comedor.

Pues que siga, si quiere.

Pero que no olvide que desvelar el misterio que abriga a una mujer es desnudarla en exceso.
 


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