Estimados Reyes Magos:

Tengo poco tiempo y mucha prisa. Así que tomad nota y, en la medida de lo posible, llevadle a estos amiguitos los regalos que os solicito.

No todos han sido buenos, pero no es cosa de ponerse ahora a examinar con microscopio las conductas; en el fondo, si los miras con buenos ojos, merecen encontrarse algo el día 6.

A Letizia Ortiz, la joven que matrimonió con el Príncipe que algún día será Rey como vosotros, dejadle una cuna, a ser posible de color azul, que no sabéis lo que le están dando con el tango del embarazo.

A Isabel Pantoja le dejáis un buen abogado para su novio, que creo que anda en pleitos, y una crema para hacerse invisible a las cámaras de televisión.

A Rocío Jurado le ponéis varias tazas de cariño de todos, igual que a Rocío Dúrcal, con letreros que digan “ha quedado usted como nueva”.

A Cristina de Borbón, la hermana del heredero de antes, regaladle una contrata de limpieza para tener reluciente el pedazo de chalet que finalmente se ha comprado en Barcelona y que vale toda la pasta del mundo.

A Francisco Rivera un agujero para meterse y que nadie le fotografíe si no va vestido de torero; a la que ha sido su mujer, Eugenia, una lupa para encontrar el hombre que esté hecho a su medida anímica, porque parece que va de trompicón en trompicón.

A Javier Bardem, el chico éste que protagoniza películas de éxito y que, la verdad, lo hace muy bien, le ponéis una estatuilla dorada de esas que llevan una espada hacia abajo. Otra a Belén Rueda, por si acaso.

Y otra más a Penélope Cruz, que es la chica morena que vive por las Américas desde hace varias películas.

Como sois magos, no creo que tengáis problemas en llegar y encontrarla.

Tampoco los tendréis para dejarle a Jesulín y a su esposa, María José Campanario, dos o tres camiones de calmantes para sobrellevar eso de que cada vez que salgas de casa te pregunten por el pollo que la madre de Andreíta le ha dado a su niña de cenar.

De camino a Ubrique paráis en Londres y colocáis en el mueble bar de los Beckham una cabeza de ajos y un balón con mando teledirigido para que él meta algún gol y haga feliz a los suyos y a los aficionados de su equipo.

No quiero agobiaros, que ya sé cómo andáis de trabajo estos días, con lo que al resto de quienes habitualmente habitan en estas páginas les dejáis lo que os parezca.

Se me ocurren muchos a los que deberíais dejar dos o tres contenedores de carbón.

Pero hoy tengo el sentido navideño subido, con lo que dejémoslo así.

Éste que os quiere y que ha sido bueno.

Carlitos.