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9 de diciembre de 2004

Rocío Jurado vuelve a casa por Navidad


Un viejo dicho catalán reza que “per Nadal, cada ovella al seu corral”, o sea, que cuando llega Navidad, es bueno que cada uno esté en su entorno, con los suyos, en su casa.

Nada produce más evocación que una Navidad fuera de cacho; ya lo cantó la Piquer en aquella pieza llamada “En tierra extraña”, en la cual unos españoles sentían el pellizco de la nostalgia cuando escuchaban “Suspiros de España” en el hotel Plaza de Nueva York.

La Jurado, sin duda , habrá cantado más de una vez esa vieja copla en las Pascuas que haya pasado fuera de casa.

Ocurre que no es lo mismo estar fuera de tu país durante la Navidad por cosas del trabajo, las galas, las giras o las tardes de azabache y oro, que estar por cuenta del ajuste de chapa y pintura al que tiene que someterse aquel que padece determinada enfermedad.

Lo segundo tiene mucha más leña, por mucho que tengas a los tuyos contigo o por mucho que alguien te cocine un potaje.

Al final, la casa de uno es su país, la gente que tiene semejantes costumbres a las tuyas, que habla como tú y que come cosas parecidas a las que te gustan a ti.

Y cuando llegan fechas como las que ya se anuncian –por mucho que digamos que son abominables y todo ese bla, bla, bla del que nos gusta abusar– quien más quien menos quiere estar en su casa.

Siendo español, no es lo mismo una Nochebuena en Houston que en Sevilla, por poner un ejemplo.

Así se entiende que Rocío y los suyos hayan pedido la hora al árbitro y vengan a disfrutar del descanso al paisaje habitual de todos los días.

Sabemos que ese petroleado intenso al que han sometido a nuestra diva va por buen camino: hace un par de semanas pude hablar con la doña y me puso al corriente del desengrase.

Todo va según lo previsto. Los médicos están satisfechos y ella también.

Pero la noté, como era de esperar, muy sensible a las emociones: sabe que es querida y eso le hace saltar con frecuencia por el algodonado abismo del llanto.

Desde estas páginas de DIEZ MINUTOS, la revista que siempre la ha tratado como la gran artista y persona que es, se le enviaba el calor de su público y sus amigos a través de más de un artículo.

Lo dijimos el verano pasado: Houston, tenemos un problema; así que arréglenlo y devuélvanosla cuanto antes.

Al cabo de unos meses, Houston ya casi ha hecho su trabajo y nos la deja por unos días.

A ellos, toda la gratitud. Y a ella, nuestro acogimiento: nada hay mejor que el olor del hogar para los días que están al caer.

Precisamente por ello, bienvenida a casa, Rocío de España.


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