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21 de octubre de 2004

Dell'Atte/Obregón: debate nacional


Da la impresión de que en la calle no se habla de otra cosa que de los líos, declaraciones y contradeclaraciones de Anita Obregón y Antonia la Italiana a cuenta de los supuestos malos tratos del muchacho transalpino. Parece que no hay fiesta que se precie que no tenga como centro de discusión el asunto judicial en el que están metidos estos personajes: Antonia decía cada vez que le preguntaban que Lequio era y es un maltratador, tuviera que ver o no; Lequio, como parece lógico, decidió defenderse e interpuso una querella a su ex, que no ha sido estimada momentáneamente. Tras lo ocurrido, la otra vuelve a la carga y, previo pago, cuenta hasta lo que no le preguntan, mientras que Anita, la de aquí, defiende al padre de su hijo lamentando que cualquiera pueda frivolizar con los malos tratos y someter al juicio sumarísimo --y un tanto injusto-- de la opinión pública a cualquier personaje famoso.

Ninguna de las dos es menuda ni se para en barras. La guerra entre ambas promete días intensos y difíciles

Tiene una parte de razón, todo sea dicho: los medios acogen generosamente a una extraña colección de buscavidas, meretrices y lameculos, a los que enriquecen con dinero o con contratos posteriores, que acuden exclusivamente a soltar veneno sobre determinados personajes. Tienen debilidad por los toreros: últimamente prolifera por las teles una petarda que asegura haberle comido la estúrdiga hasta al mismísimo Manolete; cuando ya no tenga nada más que vomitar, se retirará con un buen fajo de billetes y aquí paz y allá gloria. El veneno, no obstante, seguirá circulando. Pero a lo que íbamos: la Obregón dice que la italiana es una falsa aprovechada que hace de los malos tratos un negocio infame, y Antonia, entretanto, le espeta a Ana que se quite de la línea de tiro, que ese asunto es sólo entre Lequio y ella. La obcecación de la Obregón por defender al hombre con el que vivió el romance más sonado de su tiempo llama la atención de los comentaristas, los cuales aplauden la firmeza con la que protege al padre de su hijo. Aunque aseguran que tampoco es para tanto. Yo, como pueden imaginar, prefiero no mojarme y, simplemente, dejar constancia. Dice, además, que está en trámite de fundar una asociación de defensa del famoso. Eso parece estar bien. Pero, en cualquier caso, la guerra apunta días difíciles, ya que la Dell’Atte acusa a la pareja contraria de mentirosos y estos lamentan que no se la haga una inspección de Hacienda para saber de dónde salen los trajes de Dior que utiliza. Todo un terremoto a las puertas de los juzgados y bajo el foco de las cámaras. Ninguna de las dos es menuda ni se para en barras. La guerra promete días intensos y difíciles.
 


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