Miguel Báez siempre ha sido un hombre discreto. Fue un torero valiente y, durante su carrera, hizo concesiones elementales a los medios de comunicación, pero una vez concluida ésta ha optado por educados silencios y elementales excusas. Está en su derecho, claro.

Su boda con la joven Carolina, de los Herrera venezolanos, es un ejemplo de lo que digo: de una celebración con más de quinientos invitados sólo han proporcionado un par de fotografías. En ellas se aprecian pocos detalles de lo que hemos conocido del enlace, siquiera el aire del traje de novia que lució la hija de una de las diseñadoras con más nombre en el mundo de la moda. El trazo del mismo correspondía, como es lógico, a la inspiración de la madre, así como algunos de los modelos de unas cuantas invitadas al bodón, celebrado en "Los Guateles", propiedad del novio.

¡Caramba con las celebraciones íntimas! Si Miguel y Carolina se llegan a casar en Nueva York asiste hasta Woody Allen

Esta finca está situada en las proximidades de un Cáceres que se asombró ante el desfile de celebridades del mundo social que asistieron a lo que los novios han querido que fuera una "celebración íntima". ¡Caramba con las celebraciones íntimas! Si se llegan a casar en Nueva York asiste hasta Woody Allen. Precisamente eso fue lo que impidió que determinadas celebridades norteamericanas asistieran al enlace de una familia naturalmente relacionada con astros de refulgente brillo.

La historia de ambos ya es bien conocida por todos: la hija de la maestra venezolana del diseño llegó a España con el fin de elaborar un documental sobre el mundo del toro. Paloma Cuevas les presentó y, ya sabemos, saltó la chispa.

 Nos morimos por ver cómo estaba diseñado todo y de la fotografía de Eugenia y Francisco Rivera juntos y en buena sintonía

Han llevado la relación con bastante madurez aparente y se han casado  acorde a como la han vivido.

De cara a los medios: mucho jardín interior, pero poco asomarse al balcón. Lo que hubo en el festejo lo sabemos a través de algunos de sus invitados: buena comida, hermosa decoración, animación musical diversa con espontáneos tipo César Moranco o José Manuel Soto incluidos y ya luna de miel en navío particular por las aguas del Mediterráneo.

Nos morimos de ganas por ver cómo estaba diseñado todo, ya que del gusto de ambas familias no duda nadie, pero nos quedamos con las ganas, como digo. Asistieron todos los que tenían que asistir y nos privamos de la fotografía de Eugenia y Francisco Rivera juntos y en buena sintonía, noticia reconciliadora que nos