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Carlos Herrera  

Los trabajadores del campo se levantan contra la crisis que soportan, agravada por la subida del SMI 

COPE

 

Señoras, señores, me alegro. ¡Buenos días!

 

Es jueves. Es 30 de enero del 2020 y tengo, como siempre, muchas cosas que contarles. Ha habido tiempos en los que había gobiernos más aburridos y, por lo tanto, actividad policía mucho más aburrida, pero ahora, oiga, no hay día sin su afán. Deberíamos pasarle parte del sueldo. Bueno, ya le pasamos mucha parte del suelo y, seguramente, ahora más, pero nos lo ponen muy fácil, incluso cuando hasta la realidad estropea al gobierno los actos de propaganda, como ocurría a cuenta del salario mínimo.

La firma solemne del acuerdo de subida del SMI

Hoy era el día previsto para que firmaran de una forma solemne la subida a 950 € Iglesias, Sánchez, Calviño. El problema es lo que ayer salió en los telediarios, hoy en los periódicos, con unas imágenes que suponen una severa enmienda a esa medida porque el Gobierno ha negado, ha faltado a los empresarios y economistas que han dicho ojo con la subida del salario mínimo interprofesional porque tiene unos efectos beneficiosos, pero también le contrarrestan otros en algunos sectores particularmente que lo hacen mucho menos provechoso. Y ponían como ejemplo los 40.000 empleos que ya se habían perdido en el campo. El Gobierno que no, que eso era mentira, y la EPA diciendo que en Extremadura el paro aumentó en más de 18.000 personas en los últimos tres meses.

Pues ayer con una contundencia inusitada los agricultores extremeños y andaluces levantaron la voz, querían ver al ministro Planas para decirle, bueno, varias cosas que supongo que el ministro Planas sabe exactamente igual que ellos: que el sector agrícola no puede más.

El problema del sector agrícola

El problema del campo, del sector agrícola, no es el salario mínimo interprofesional. Puede haber añadido, seguramente, alguna contundencia más a sus problemas. Es que las explotaciones del campo no son rentables. El trabajo en el campo no es el trabajo en una oficina: el sol, la lluvia, el frío en invierno al echarse y volverse a echar y levantarse y tirar y sembrar y recoger y esperar las inclemencias cuando las hay y el problema de los bajos precios en origen, es decir, de la cadena entre la producción y la distribución, la peor carga se la lleva la producción.

Oiga, los aranceles de Trump, que algunos sectores como el aceite o la aceituna de mesa les ha creado un problema severo; los seguros agrarios, que cada día son más caros; el coste de la producción. Oiga, si elevan el gasoil agrícola, si se le va el precio, el coste es más caro; competencia de terceros países, tomate marroquí, que ha entrado aquí con muchísimos más millones de kilos que los que había pactado la Unión Europea con Marruecos; el veto ruso; el Brexit; lo que quieran.

Y luego, además, la subida del salario mínimo interprofesional que viene a afectar más o menos a la mitad de la gente del campo, no a toda, a la mitad. Si la renta agraria cae un 10% y el salario sube un 27 %, pues el campo de cierra con todo lo que eso supone: cultural y desértica mente.

La agricultura fue el único sector que destruyó empleo en 2019. Bueno, y esto se lo querían decir los agricultores extremeños al ministro, querían protestar, el ministro lo sabe, pero bueno, hubo una contundencia, se acercaron demasiado y aquello fueron cargas.

El Gobierno que adjuró de la Ley de Seguridad que impedía manifestarse a las puertas del Congreso resulta que si los agricultores se apostan a las puertas de un recinto ferial donde hay un ministro los forran a porrazos.

Y, por cierto, criticará ahora Pablo Iglesias el uso de pelotas de goma porque ayer se utilizaron, las que no no se utilizaron en las, esas sí, muy violentas manifestaciones en Cataluña.

El caos en Cataluña

Y hablando de Cataluña, ¿cómo se explica el caos en Cataluña? Pues miren, es muy difícil explicarles a todos ustedes lo que pasa en Cataluña porque es que tengo la impresión cada vez más sólida de que ninguno de los protagonistas sabe lo que quiere ni tiene un plan ni un horizonte más allá de mantener la apariencia de que su proceso independentista sigue vivo cuando es un absoluto cadáver. Y sabemos que todos se llevan mal, que hace tiempo dedica más esfuerzos a atacar al socio que a poner en marcha un proyecto común, a gobernar las cosas del día a día de los catalanes: aspavientos, desafíos, pero luego se ponen a cumplir la ley porque saben lo que significa no cumplir la ley.

Es como una maldición bíblica. Se aborrecen, pero siguen unidos porque separados ponen en riesgo su propia supervivencia. El caos se reflejo ayer en esa comparecencia de Torra que para qué. No convoca elecciones, hizo una cosa muy catalana: anunciar que va anunciar algo y no anunciarlo y decir cuando haya hecho los Presupuestos convocará unas elecciones, en fin, todo calculadamente ambiguo para ver cuándo puede hacer más daño a Oriol Junqueras y a Esquerra.

Ayer, como dijo Felipe González, dice, hombre, anuncia elecciones en diferido para aprobar antes unos presupuestos que ejecutará otro gobierno. Es difícil de entender. A todo esto, si puede o le da tiempo y el Supremo no lo inhabilita como presidente antes o si no prospera la acción jurídica que ha puesto en marcha el Partido Popular en la que dice que no siendo diputado no puede ser presidente.

Bueno, pues Torra es una es una figura, en fin, patética, ignorada por la mitad del gobierno, desautorizado por Puigdemont y estamos instalados en una larguísima campaña electoral. La pregunta es: ¿todo eso cómo va influir en la gobernabilidad de España? Sánchez ha dicho que hasta el verano no pone en marcha Presupuestos. Ahora el calendario se le puede complicar. Hombre, porque no es fácil que un partido independentista apoye unos Presupuestos del Gobierno de España en plena campaña catalana. Y tampoco es fácil que el Gobierno pueda acometer en tiempo récord todas las cacicadas que tiene que hacer para lograr que Junqueras se puede presentar a esas elecciones.

De todas maneras, Sánchez mantiene su cita para el 6 de febrero para abrir negociación con un individuo que está más que amortizado. Más que amortizado, que es más que un palo cojo, es un político liquidado que llega como San Lamberto con la cabeza en la mano y, además, corre el riesgo de que el propio Torra se dedique a sabotear el encuentro para dañar así a Esquerra Republicana. Es un lío, ya le digo, es un lío tan inmenso y crea tanta pereza, tantísima pereza que mejor pasemos a otras cosas.