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Carlos Herrera  

 

COPE

Vivía como un prisionero de un campo de concentración nazi, según la Policía: desnutrido, desnudo y sucio, encerrado en un cubículo de tres metros cuadrados, sin electricidad, con una ventana tapada por un plástico y una puerta medio caída y sujeta por un alambre.

No se sabe exactamente cuándo empezó el infierno de este hombre que padecía esquizofrenia, pero sí que terminó el 17 de diciembre de 2015, cuando dos policías tuvieron que acompañar a su hermano a casa debido a una borrachera.

Al entrar en la vivienda, los agentes se percataron de la existencia de una puerta cerrada con varios candados y cerraduras que conducía a una especie de trastero en la azotea, como un palomar.

Allí, sobre una cama desvencijada y rodeado de botellas de plástico estaba Carlos Ríos, conocido en su pueblo sevillano de Dos Hermanas, como “Pataslargas”.

La Audiencia de Sevilla acaba de condenar a sus hermanos, Guillermo y Águeda, a un año y medio de prisión como responsables de un delito de trato degradante.

Les impone además la prohibición de acercase o comunicarse con él hasta el año 2022 y a indemnizarle con 35.000 euros.