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Carlos Herrera  

 

COPE

Esta semana se cumplen 25 años del asesinato del Gregorio Ordóñez y su viuda le ha recordado en 'Herrera en COPE'

Gregorio Ordóñez estaba a punto de ser alcalde de San Sebastián. Seguramente en aquellas municipales que estaban a punto de celebrarse habría arrasado. Pero el 23 de enero de 1995, un encapuchado se acercó por detrás cuando se encontraba en el bar 'La cepa' de la capital donostiarra con María San Gil y le pegó un tiro en la nuca. “La ciudadanía donostiarra iba a votar mayoritariamente al PP aquel mayo de 1995, fue su último homenaje a Gregorio”, afirma su viuda Ana Iríbar en 'Herrera en COPE'.

Tres días antes de que se cumpla el 25 aniversario de su asesinato, Felipe VI recibe a una representación de la Fundación Gregorio Ordóñez, entre ellos a la que fuera su mujer. “El apoyo del Rey en este momento es una garantía para todos nosotros, no solo para la familia de Gregorio, también para la memoria de una víctima de ETA y con ella la de todas las víctimas. Ojalá sirva para impulsar en el resto de las instituciones los temas que quedan pendientes”, ha advertido.

La inauguración de la exposición "Gregorio Ordóñez. La vida posible" y la colocación de una placa conmemorativa en San Sebastián constituyen los hitos principales de la conmemoración de este 25 aniversario del asesinato del edil donostiarra y presidente del PP de Gipuzkoa a manos de ETA. "Cuando en noviembre de 2018 la Fundación decide sacar adelante este proyecto, yo reabro mi casa. Hay dos cajas, una llena de telegramas y otra con más de 300 cartas con el matasellos del 24 de enero de 1995. Pacientemente abro una por una y me quedo muy impresionada, son cartas de muy distinta procedencia, de ex presidentes del gobierno y de ciudadanos desconocidos que ese día deciden coger papel y bolígrafo para mostrar su solidaridad y horror ante el asesinato de Gregorio. Había una incluso una muy especial de Fernando Mújica, que más tarde sería asesinado 6 de febrero, un año después”.

También están los objetos que Gregorio llevaba en su maletín el día que fue asesinado. “Lo conservaba porque tenerlo era casi como verle a él. Salía de casa muy temprano con ese maletín en el que llevaba un teléfono móvil y un cómic que había editado el ayuntamiento sobre la historia de la tamborrada, que Gregorio traía a su hijo y que nunca se lo pudo dar”.

Pese a todo, Ana ha reconocido que no puede "desligarse" de sus raíces en San Sebastián. "Otra cosa es que haya necesitado romper para poder recuperarme personalmente, tomar distancia y entender lo que había sucedido. Me fui porque creía que la educación de mi hijo tenía que salir y ser oxigenada. Era un niño que iba a crecer huérfano de padre y no quería que lo hiciera con el estigma de ser el hijo de Gregorio Ordóñez, tanto para bien como para mal", ha reconocido.

Sí que es cierto, que le "costaba" volver allí a ver a su famila, algo que ahora reconoce tiene "muy superado". "En eso me ha ayudado mi hijo, le he enseñado mi ciudad, con todo, con lo bueno y lo malo". Pero en 'La cepa' nunca he entrado y mis pasos apenas me han llevado por la calle 31 de agosto", ha concluido.