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Carlos Herrera  

La historia del día en 'Herrera en COPE' 

COPE

Ceija Stojka, una gitana austriaca, tenía sólo 10 años cuando fue deportada de su país, donde se dedicaba junto a su familia a la venta ambulante de caballos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, pasó por tres campos de concentración.

“Allí todo estaba prohibido, menos morir. Sólo había alambres de púas y muertos. Montañas de cadáveres que se podían escalar”, dejó escrito en sus memorias.

Cuenta que en uno de esos campos, en el de Bergen-Belsen, aprendió a vivir con los muertos. Los huesos le servían de juguete y como protectores para acurrucarse entre ellos y no tener frío.

Logró sobrevivir al Holocausto, pero esa terrible experiencia de muerte y sufrimiento quedó para siempre incrustada en su retina y años más tarde lo reflejó en la escritura y en la pintura.

Ella era analfabeta y la primera vez que pisó una librería, fue para firmar uno de sus tres libros.

Hasta su muerte, en 2013, trabajó sin descanso y creó más de mil dibujos y pinturas con sus recuerdos más felices y también los más terribles.

Su obra puede verse ahora en una exposición monográfica en el Museo Reina Sofía.

Esa obra en la que ella quiso dejar plasmadas sus experiencias porque, según dijo una vez, tenía miedo de que Auschwitz se olvide.