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Carlos Herrera  

 

COPE

Parece mentira que se pueda vivir de un discurso en el que solo se mencionan las vergüenzas y fracasos de un país.

Sin embargo, durante el siglo XVIII en nuestro país, las élites han vivido así, a base del fracaso, y sin ninguna responsabilidad por recuperar el autoestima.

Así podría resumirse el libro de Elvira Roca Barea: 'Fracasología. España y sus élites; de los afrancesados a nuestros días', que ha ganado el Premio Espasa 2019, y que promete explicar las razones por las cuales los tópicos de la hispanofobia se asumieron en nuestro país y se afianzaron con el tiempo.

Afirma la autora que los españoles son los que peor opinión tienen de si mismos, y culpa a las élites (no a todas) que han fomentado una imagen pesimista de España, dejándose influenciar por los franceses. No quiere demonizar a nadie, pero si que recorre la historia de nuestro país, arrojando datos y nombres claves que explican por qué no hemos evolucionado como sociedad. Dice que hay un cierto tono de "caspa penosa", que permanece en nosotros. Para saber si la historia tiene final feliz, deberán escuchar la entrevista completa. 

COMPRAR EL LIBROUna parte importante de nuestras élites intelectuales y políticas más prestigiosas considera que España no solo tiene una historia desastrosa de la que hay que avergonzarse, sino un núcleo profundo (castizo) que es moralmente inferior al de otros países de su entorno.

Si en Imperiofobia y leyenda negra María Elvira Roca Barea explicaba qué tipo de fenómeno histórico era la leyenda negra y cómo y por qué había surgido, el objetivo principal de Fracasología es exponer las razones por las cuales los tópicos de la hispanofobia se asumieron en nuestro país y se afianzaron con el tiempo.

Desde el siglo XVIII se asocian a la idea de España conceptos como decadencia, fracaso, anomalía, excepcionalidad… y comienza una relación conflictiva de buena parte de las élites españolas con su propio país, que culmina con las guerras napoleónicas y todavía perdura. Estas ideas hispanófobas se extienden también por Hispanoamérica y tendrán mucho que ver con la debilidad de los Estados que surgen de la disolución del Imperio español, y la cadena de resentimiento que generó y genera.

Nada pudo hacer el patriotismo liberal del siglo XIX por desterrar las ideas negativas sobre España, y la generación del 98 acentuó el sentimiento de fracaso y lo llevó al paroxismo.

Las clases rectoras españolas tienen, en general, poco sentido de responsabilidad hacia España y una falta de confianza desoladora. Las tendencias centrífugas que existen en el país se alimentan de esta negatividad, que debilita al Estado y genera un bucle de sístoles y diástoles que resucita una y otra vez.