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Carlos Herrera  

La Cámara de los Comunes deja a Johnson sin el control del Brexit, mientras el primer ministro británico amenaza con elecciones 

COPE

 

Señoras, señores, me alegro. ¡Buenos días!

 

Espero que estén bien al recibo de la presente. Nosotros bien, a Dios gracias, en este 4 de septiembre del 2019 en el que van a bajar las temperaturas en Galicia y el Cantábrico. Puede que haya alguna lluvia en el norte de la península, norte norte, y puede que también en el sureste como ayer. Nublado en el norte de Canarias, norte de Galicia, Alto Ebro y estrecho.

Y en Cádiz, en la ciudad de Cádiz y en más lugares donde el amor alcanza hay pena, mucha pena por el nombre de un hombre, Manolito Santander. Ha muerto un hombre de la esencia clásica del Carnaval, un hombre joven, eh, Manolo Santander tiene 98, nos enamoró con esta familia pepperoni y con ese himno oficioso del “Cadiz me han dicho que el amarillo”. Este año con la maldición de la lapa negra. Lo que se llama, lo que viene siendo una larga enfermedad se lleva una forma de ver la vida, una forma de ser de Cádiz y del carnaval. Descanse en paz mi querido amigo Manolito.

Y si hablamos de España y del mundo, ¿de qué hablamos hoy? Y si hoy echamos un vistazo a la vida, ¿a dónde nos vamos? ¿Dónde usted prefiere que nos vayamos? ¿A Londres? ¿Prefiere que nos vayamos a la discoteca de Chamartín ayer en Madrid donde Pedro Sánchez presentó su programa electoral? Bueno, ya sé que no era el programa electoral, pero más o menos. ¿Quiere usted que nos vayamos al Congreso de los Diputados donde vergonzosamente todas estas feministas de boquilla, “no bonita, no, no bonita, no, el feminismo soy yo”, estaban dispuestas a que los visitantes iraníes que venían con el embajador ni dieran la mano a las mujeres ni, además, dejaran que les miraran de muy cerca? No, bueno, el respeto a las costumbres. Ya se sabe. Luego siempre los feministas son ellos.

Tuvo que ser Vox ayer el que dijera que no iba a esa reunión que todos los demás se iban a tragar. Al final también se apuntó Ciudadanos a todo ello.

Bueno, ¿o prefiere usted que nos quedemos en Europa? Desde luego, lo de Londres ayer no es que fuera el cachondeo perfecto, pero ya es que cuando una cosa se complica, se complica de verdad. ¿Usted ha visto la teoría de los cables? Usted deja unos cables más o menos tal como se los ha quitado, los auriculares de los oídos en una bolsa o en su mochila o en un cajón, y cuando vaya a buscarlos verá que no es fácil despegarlos como cuando usted los dejó. Se ha liado solos. Eso es exactamente lo que ocurre con el Brexit, que se lía solo. Si se puede liar, se lía.

Y ahora mismo lo que está ocurriendo es que la mayoría del Parlamento, a pesar de que la tenía el señor Johnson, ha votado en contra de que el señor Johnson pueda poner en marcha un Brexit duro, con lo cual dice al señor Johnson que ahora, además, va a organizar si puede unas elecciones anticipadas. El lío de los cables. Antes o después los británicos consumarán el Brexit, que es lo que votaron, y antes o después comenzarán un largo calvario que algunos no tienen todavía asimilado. Los demás no lo pasaremos necesariamente bien, pero quienes peor lo van a pasar son ellos.

Y aquí en España, pues qué decirle en España. Ayer apareció Pedro Sánchez marcándose un mitin electoral disfrazado de programa de gobierno. Lo que hizo fue aparecer en la estación de Chamartín en una disco y enseñar las 370 medidas para un gobierno progresista. Esto es en el manual del buen progre, ese manual que hace que un buen progre, un progre de pana, ponga los ojos en blanco y se vaya a tomar un café al Bellas Artes, es que aparezcan todos los “ismos”, todos los tópicos de la izquierda que parecen esas 370 medidas que son inevitables, son migajas para minorías hechas por minorías, pero que siempre quedan bien en un programa. Seremos más feministas y seremos más ecologistas y, además, vamos a proteger las pensiones para todos.

En esas medidas nunca, nunca se dice cómo van a hacer eso. ¿Saben por qué? Porque para hacer eso hace falta más dinero. Eso es aumentar el gasto y para aumentar el gasto hay que aumentar los impuestos. Sí que es verdad que reconocen que hay que hacer una agresiva reforma fiscal. Prepárese, sociedades, tasa Google... En fin, impuestos a los bancos del 18%, etcétera, etcétera, etcétera. Eso es verdad que le gusta a Podemos. Es verdad. Y es verdad que Podemos se lo va a estudiar. Y como es muy difícil o es prácticamente imposible asegurar lo que va a pasar, es decir,s si al final estos se dan un abrazo y siguen adelante y forma un gobierno Pedro Sánchez o Pablo Iglesias se mantiene en, al fin y al cabo las bases le dijeron que o gobierno de coalición o nada, a pesar de que Sánchez le ofrezca entrar en altos cargos de la administración, pero no en el gobierno, y le diga “fíjate cuántas cosas de tu programa he puesto en estos 370 puntos”, Iglesias defiende que no quiere que lo humillen.

Miren, Sánchez procura que todo sea humillante. ¿Para qué? Para que Pablo Iglesias diga que no porque los demás socios del producto Frankenstein, esta condena que le ha caído a España, harán lo que diga Podemos. Iglesias, no obstante, sigue teniendo la llave, como le vengo diciendo estos días.

Miren, y aquí está lo que se llamó durante mucho tiempo el dilema McNamara. ¿Cuál es el dilema McNamara? El que el secretario de Defensa del gobierno de Lyndon B Johnson en Estados Unidos le planteó un día cuando en ese gobierno dijeron “vamos a prescindir de Edgar Hoover en el FBI”. Y McNamara apareció y les dijo: “Oiga, prescindir de Edgar Hoover tiene muchos peligros. Aquí lo que hay que dilucidar si queremos el indio dentro de la tienda orinando hacia fuera o el indio fuera de la tienda orinando hacia dentro”. Y, bueno, ni que decir tiene que Edgar Hoover seguió después de este dilema McNamara.

Pues aquí es exactamente lo mismo. Sánchez no quiere tener a Iglesias dentro de la tienda, pero si lo tienes fuera, orinará hacia dentro. Es decir, el panorama, aunque luego de formar gobierno, no va a ser placentero porque o tira de decreto-ley y lo hace hasta la náusea o va a volver a quedarse con proyectos en la mano. ¿Por qué? Porque Podemos estará fuera de la tienda, será oposición. Iglesias en el Gobierno, hombre, desde luego es un factor siempre inquietante. ¿Pero afuera? A mí me da que es mucho peor, pero bueno, cada uno, en fin, que ande con literatura voluntarista como la de ayer y los 370 puntos del progre feliz. En ninguna línea, por cierto, se observa la crisis que viene. La crisis que viene que ya dio ayer su primer atisbo con los datos del paro de agosto. Pero es que aquí estamos a lo menos, como dice mi Marí José, a la chorrada.