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Carlos Herrera  

La historia del día en ‘Herrera en COPE’ 

COPE

Hay ídolos con pie de barro. Y Charles Dickens pudo ser uno de ellos. Admirado para muchos y odiado para otros, e incapaz de aplicarse a sí mismo el moralismo y la crítica social que contiene su literatura.

Un profesor de la Universidad de York acaba de encontrar una carta de un antiguo vecino del escritor británico donde lamentaba que Dickens hubiese tratado de encerrar a su mujer, Catherine, en un psiquiátrico, aunque no lo consiguió porque se negó su médico y amigo del escritor.

Catherine y Dickens tuvieron 10 hijos, pero a partir del cuarto, su relación se volvió gélida.

Mientras la carrera de él prosperaba hasta convertirlo en el escritor más importante de su tiempo, Catherine, abrumada por el éxito social de su marido y agotada por tantos embarazos, se convirtió en una sombra.

Dos desvanecimientos le dieron a Dickens la idea de que su mujer era un temperamento inestable, una persona incapaz de controlar su ánimo y su cuerpo.

Aun así, alargó su matrimonio hasta que, con 44 años, conoció a una actriz, de 18, de la que se enamoró. Esa relación se prolongó durante 13 años.

La mujer de Dickens ha aparecido en muchas biografías como una esposa repugnante, mientras él era descrito como un viejo tiernamente enamorado.

Sin embargo, un puñado de cartas que Catherine guardó y que George Bernard Shaw salvó del fuego ha permitido reparar su nombre y oscurecer el de su marido.