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Carlos Herrera  

 

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Carlos Herrera entrevista al reciente ganador del Goya de Honor en una entrañable conversación

Siempre creyó que las historias de terror, eran los cuentos de los mayores. Historias donde el espectador no ve nada concreto, pero lo imagina. Lo pensaba porque él de pequeño no le costaba nada imaginar las historias que leía.

Y leyó mucho porque de pequeño, una enfermedad le tuvo mucho tiempo sin poder salir a jugar. Leer le ayudó a refugiarse, para después crear cosas que nunca antes se habían visto. Por eso este fin de semana ha recibido el Goya de Honor en la trigésimo tercera edición de los Goya.

Nos atiende desde El Refugio, su casa, rodeado de premios y libros que llegan hasta el techo. Esos libros que le hicieron soñar para después crear.

Estar contigo es una especie de pastilla rejuvenecedora”, le dice a Herrera, pero Herrera le asegura que es él quién aprendió de Ibáñez. De lo que aprendió en la tele dice que “prefiere seguir aprendiendo y llegar al blanco purísimo”. Porque no solo no deja de aprender sino que sigue viviendo en un plató.

Los tiempos han cambiado pero dice que “el talento es difícil de respirar, de masticar”. Pero el humor fue siempre su gran arma “desde que me enfrenté a mi primer censor y le hice sonreír, hace muchísimos años”. La de antes “era una televisión sincera”. Y el miedo, otra de sus grandes bazas, triunfa porque “el miedo se acaba”. Aunque no se olviden, aquellas noches, y aquellas historias para no dormir.