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Carlos Herrera  

 

COPE

La periodista y escritora ,Isabel San Sebastián, nos presenta su última obra, 'La Peregrina'. 

A Isabel San Sebastián le apasionan las hazañas de Isabel la Católica. Su padre solía contarle estas historias, y puede que su nombre no sea precisamente casualidad.

Entre viaje y viaje, por tener un padre diplomático, el sitio donde se refugiaba, eran los libros de Enid Blyton. Así se convertiría en una gran lectora. De libros o de tebeos, porque “El Capitán Trueno” también es una de sus fascinaciones. Y de ahí a escribir, hay otra gran mujer: Alana de Ocaña, que conquistó a miles de lectores en su anterior libro, y que vuelve a recuperar en “La Peregrina”. Una mujer cabalgando junto a Alfonso II, para contarnos cómo fue el primer Camino de Santiago.

Dicen que el camino Primitivo es maravilloso e Isabel añade: “es mágico”. Sobre la primera peregrinación existen pocos datos: “hay mucha deducción e imaginación pero hay algún dato histórico con Alfonso II el Casto como rey de Asturias”. La razón por la que además apostó por esa peregrinación fue “la aparición del sepulcro de Santiago que ha sido determinante”.

El libro se divide en las 13 etapas del verdadero camino, muy duro y abrupto, “pero que hará mucha ilusión a aquellos que ya han recorrido ese camino”. Y si no lo han hecho, la ilusión será la misma, aunque sea recorriendo el camino que trazan las letras de un libro como “La Peregrina”.

Año 827. En su pequeña corte guerrera, Alfonso II el Casto, rey de Asturias y aliado de Carlomagno, recibe una extraordinaria noticia: en un bosque próximo a Iria Flavia, allá donde termina el mundo, han aparecido los restos del apóstol Santiago. ¿Es posible tal prodigio? El rey decide acudir al lugar, a fin de aclarar el misterio.

En la comitiva marchan nobles enredados en intrigas, fieros soldados, cautivos sarracenos, monjes custodios de turbios secretos... un fiel reflejo de ese tiempo turbulento, cuyo epicentro es un rey determinado a salvar su reino. Y junto a él cabalga Alana, con la esperanza de encontrar a su hijo desaparecido y el desafío de narrar, sin saberlo, la primera peregrinación jacobea de la Historia.

«Me llamo Alana. Por mis venas corre sangre astur y sangre goda. Sirvo a don Alfonso el Magno, rey de Asturias. Mis ojos cansados han visto horrores sin cuento, pero antes de cerrarse para siempre tal vez puedan contemplar el lugar donde reposa el apóstol Santiago»

Unas reliquias misteriosas, un destino incierto, un viaje que sentará los cimientos del camino más famoso de la cristiandad.