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Carlos Herrera  

La Conferencia episcopal ha concedido el Premio ¡Bravo! de radio al periodista D. Carlos Herrera, director del programa Herrera en la Onda, de Onda Cero Radio, "por su trabajo radiofónico en el que sabe conjuntar de forma magistral el rigor informativo con la profundidad en el análisis y el respeto en la crítica".

Y añade la nota oficial: "Todo ello, expuesto de forma entretenida y con buen humor, hace del premiado un referente de periodismo radiofónico con innegables valores de aprecio a la dignidad de la persona humana y al sentido trascendente de la vida".

 

Entrega de "Premios ¡Bravo!" 2006


Madrid, 23 de enero de 2007  
 
La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha entregado esta mañana los Premios ¡BRAVO! 2006. Con estos galardones, la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social reconoce “la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación en los diversos medios, que se hayan distinguido por el servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos” (Normas Art. 2).

A continuación transcribimos el saludo de Mons. Ricardo Blázquez, Obispo de Bilbao y Presidente de la CEE, en el acto de entrega.

SALUDO DE MONS. RICARDO BLÁZQUEZ, OBISPO DE BILBAO
Y PRESIDENTE DE LA CEE, EN EL ACTO DE ENTREGA
DE LOS “PREMIOS ¡BRAVO!”2006

Os saludo y agradezco vuestra presencia en este sencillo acto de la entrega de los Premios ¡Bravo! del 2006, en nombre propio y en el de Mons. Juan del Río, Obispo de Jerez y Presidente de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación, que no puede estar entre nosotros, como estaba previsto, debido a la muerte de un familiar ayer. Con estos premios la Iglesia en España quiere, un año más, hacer visible su amistad y cercanía al mundo de la comunicación social y reconocer “la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación en los diversos medios, que se hayan distinguido por el servicio a la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos” (Normas Art. 2).

No cabe mayor aspiración para una profesión que la de profesar la causa del ser humano en la promoción y respeto a su dignidad y la del bien común: la verdad del hombre en su dimensión personal y su vida social. Esta es también la causa de la propia Iglesia, que ha hecho del ser humano, amado y redimido por Cristo, su camino en la historia.

Esto explica, el que en unos premios, como son los Bravo, la Iglesia haya querido aunar la causa común que ella misma y la comunicación social comparten: el amor a la persona humana y el bien común, y premiar a quienes con su trabajo o con su trayectoria de vida la han encarnado. Esta es la razón también por la que la Iglesia y la comunicación social han de vivir necesariamente en amistad y buscar -con exquisito respeto de los respectivos ámbitos- caminos de colaboración.

Estos premios son, además, una prueba de que la visión de la Iglesia acerca del mundo de las comunicaciones sociales es positiva. No puede se de otra manera si queremos ser fieles a la doctrina y espíritu del Concilio Vaticano II, que considera a los medios “maravillosos inventos de la técnica” (Decreto Inter mirifica, n. 1).

Pudiera parecer esto una utópica declaración, en contraste con la dura realidad del mundo de la comunicación, gobernado frecuentemente por una dinámica puramente económica que deja de lado o, al menos, supedita el propio servicio social de toda comunicación social, si quiere ser tal. Incluso para muchos intentar una comunicación en la que primen los valores y los cont