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Carlos Herrera  

 

COPE

El exconsejero de Puigdemont, en libertad bajo fianza, ha dicho que Marta Rovira, la secretaria general de ERC, mintió ante el juez Llarena. “En las reuniones hubo políticos que intentaron que el colapso no se produjera, pero en la reunión decisiva ella no jugó este papel”

Santi Vila, el exconsejero de Empresa del Gobierno de Puigdemont, en libertad bajo fianza por su participación en el referéndum ilegal del 1 de octubre, ha sido entrevistado este jueves en ‘Herrera en Cope’ a propósito de la publicación de su libro “De héroes y traidores”.

El político, que dimitió en la víspera de que el Parlamento autonómico declarara la independencia, ha señalado que de todo el proceso hay que “sacar la conclusión de que las ideas se pueden defender legítimamente, pero es absolutamente inadmisible llevarlo a cabo al margen del ordenamiento constitucional. Si alguien tiene la tentación de creer que por muy justa que sea su causa se puede violentar el ordenamiento, la lección que enseña 2017 es que no encontrará ningún tipo de complicidad entre demócratas en España y en el conjunto de las democracias occidentales”

Vila también ha explicado que la jornada anterior a la DUI fue “muy intensa. Estábamos muy condicionados por las redes sociales, y en estas circunstancias fuimos pocos los que vimos que no se podía llevar aquello más allá y que teníamos que hacer un alto al fuego”.

En este sentido, ha refutado las palabras de Marta Rovira, la secretaria general de ERC, que ha declarado ante el magistrado Llarena que pidió suspender el 1-0 ante la violencia y que Puigdemont se negó. “En las reuniones en las que yo participé hubo políticos que intentaron que el colapso no se produjera, pero en la reunión decisiva Marta Rovira no jugó este papel”, ha afirmado Vila.

Preguntado por si era consciente de estar engañando la gente con la quimera de la república catalana, ha dicho que en el Gobierno de la Generalidad “convivían dos almas: un alma heredera de la antigua tradición convergente para la que esto era un pulso político entre dos Gobiernos; y otra sensibilidad más maximalista” que, a su juicio, “tiene que explicarse porque echaba unos compromisos ante los militantes que la realidad de los hechos ha puesto muy en compromiso”. En este sentido, ha manifestado que “el voto radical de la extrema izquierda" fue el que "alteró continuamente la legislatura anterior. De mi experiencia solo puedo subrayar esto”, ha dicho, abogando porque la CUP no vuelva a marcar la actividad parlamentaria.

Vila, que comenzó a militar en Esquerra Republicana de Cataluña y posteriormente se pasó a Convergencia, ha señalado que “el que intenta mover sus posiciones desde Esquerra o Convergencia a menudo es apaleado”. A este respecto, ha dicho que con la decisión de proponer a Jordi Sánchez como presidente de la Generalidad pese a estar en prisión provisional, se busca conciliar dos tipos de intereses”. Por un lado, que haya un Gobierno efectivo en Cataluña, y por otro, cerrar “heridas abiertas y heridas que están en parte sangrando”. De esta forma, ha criticado la “falta de piedad y empatía” con los autodenominados presos políticos, pues según ha dicho, hay que procurarles una solución más política que jurídica.

COMPRAR EL LIBROLa visión de un personaje autodefinido como «moderado en tiempos de revolución», de alguien que se siente «atrapado entre extremistas».

«Esta es una historia de enredos políticos y regate corto, de decisiones a veces nobles, a veces tristes, del enfrentamiento entre idealistas y pragmáticos, maximalistas y posibilistas, convertidos en héroes y traidores en función del momento y de quién los juzga. Héroes desgraciados reunidos en el mismo personaje unas veces, traidores lúcidos las otras.»

Las relaciones entre Cataluña y el Estado español atraviesan su peor momento. En el horizonte, aparecen de nuevo los malos gobiernos y las luchas fratricidas, «la periódica renovación de la riña a garrotazos entre hermanos de Goya», como si de una fatalidad histórica se tratara.

¿Cómo hemos llegado a este punto? Santi Vila desgrana los errores cometidos en el campo soberanista —que «debe ser autocrítico y saber rectificar»—, así como los perpetrados desde el Gobierno español, jaleado ardorosamente por quienes consideran indigesto «reconocer España como una gran nación de naciones».

Detalla, además, sin reservas, su experiencia en el interior del Gobierno que declaró la independencia, sus gestiones en pos de una solución que hubiese evitado el choque frontal, su detención y su intervención ante la jueza Carmen Lamela, el paso por la cárcel y lo que se siente al ver que los sectores más favorables a las tesis soberanistas lo transforman, de la noche a la mañana, de héroe en traidor a la patria.