noticia
 
 
Carlos Herrera  

 El Mundo/Magacine

Ha cambiado de móvil, de lugar de residencia y de vida, pero sigue desayunando tostadas con aceite y fumando sus puros de siempre, aquéllos que sirvieron a los terroristas para tenderle una trampa mortal.

Desde su exilio estadounidense, Carlos Herrera cuenta las razones de su marcha y sus planes de regreso.

Hoy, ONCE meses después del fallido atentado de ETA con un explosivo oculto en una caja de Montecristos, el periodista Carlos Herrera desayuna, como siempre, tostadas con aceite de oliva virgen.

Sigue fumando cigarros puros (el 898 es su favorito) y, también como desde hace años, se ha vuelto a levantar muy temprano, pero en lugar de dar los buenos días a casi dos millones de oyentes a través de Radio Nacional de España (RNE), se encasqueta una gorra de béisbol y acompaña a sus hijos al colegio.

Para este almeriense recriado en Mataró (nació en 1956 en Cuevas de Almanzora, donde su padre era médico) que ha pateado mucho mundo, vivir fuera de la Sevilla que eligió para instalar su residencia se le hace un poco cuesta arriba, pero como él mismo dice, "la verdad es que siempre he tenido alma de emigrante, porque ni vivo donde nací, ni donde me crié, ni donde pasé la adolescencia; o sea, que para mí no es mucha novedad esto de vivir fuera".

A Herrera la fortuna le sonrió el pasado 27 de marzo cuando falló el mecanismo de detonación de un sobre que contenía una falsa caja de cigarros con dinamita suficiente para hacer saltar por los aires el ascensor en el que viajaba. Encuentra hasta cierto punto lógico que muchos de sus oyentes liguen su decisión de abandonar RNE y marcharse a vivir una temporada a Estados Unidos "con las circunstancias especiales que se produjeron hace casi un año cuando algunos quisieron que yo dejara de fumar violentamente", dice cargado de ironía.

"Era una decisión que yo tenía tomada con anterioridad. Tengo 43 años, que es una edad muy malísima, una edad límite para hacer algunas cosas. Y también una edad buena para seguir haciendo otras. Y una de las que yo quería hacer era dedicarme uno o dos años a observar, a tomar notas, a consultar y a trabajar en medios de comunicación norteamericanos, y también hispanoamericanos, que son tan importantes como los primeros. Eso podía hacerlo en una edad como ésta, y en la edad en que están mis hijos y en un momento profesional como el de mi mujer. Tal vez dentro de un año no lo hubiera podido hacer, o tal vez sí, pero no lo sabía. Por esa razón, y no por otra, decidí salir y venirme a América; con todo el dolor de mi corazón, ya que en Radio Nacional he sido muy, muy feliz".

Pregunta.- Pero no me negará que el regalito que le hizo ETA también pesaría en su decisión...

Respuesta.- Indudablemente. Pero yo no le consentí al atentado de ETA que marcara mi vida porque eso sería un error. A cualquier víctima de un atentado, si le preguntamos, y si usted le pregunta a Luis del Olmo le dirá más o menos lo mismo, opinará que no puede dejarse condicionar. Hacerlo es darle terreno a una inquietud muy peligrosa por encima de la cual uno debe mantenerse siempre.

P.-Si la decisión de trasladarse a Estados Unidos no está relacionada con aquel hecho, dígame si el atentado ha modificado algo sustancial en su corazón o en su cabeza.

R.-Es que yo creo que se le da más importancia a lo ocurrido desde fuera que desde dentro, y ya le digo que no voy a permitir que mi vida pivote sobre ese suceso, ni voy a convertirme en un icono superviviente, ni voy a ser ningún punto de referencia como el periodista al que se atacó decididamente.

Ni los acontecimientos vividos ni el alejamiento de España han modificado el estilo personal lleno de ironía que tanto aprecian los seguidores de este periodista que estudió la carrera de Medicina. Aunque en estos últimos meses ha viajado constantemente por toda América, de El Salvador a Nueva York y de Colombia a Florida, ha encontrado más tiempo del habitual para dedicarle a su familia. Lee mucho, asiste a encuentros con políticos de las Administraciones Clinton y Bush, con autoridades consulares y diplomáticos, con periodistas y escritores o con exiliados de diversas partes del mundo.

A la vez, disfruta cocinando a diario y, como cualquier otro emigrante, se deja caer por locales de comida y decoración españolas, o regentados por españoles, por el mero placer de sentir durante un rato el pellizco interior y estético de la nostalgia. No en vano confiesa que lo que más echa de menos de España son "las pinceladas de Balbino en Sanlúcar de Barrameda -refiriéndose a las tapas de un conocido bar de dicha localidad- y, sobre todo, el aire de Sevilla. Es decir, esa especie de inmortalidad civil que acompaña a cada una de las pequeñas cosas del día en Sevilla".

"Sientes curiosidad por saber cómo es el que te ha querido matar. Son personas de apariencia normal"

P.-Sus oyentes le tienen por fino observador y comentarista contundente. ¿En qué se parece la España que aparecía en su programa de radio cada mañana y la que usted ve ahora desde la lejanía?

R.-El alejamiento suele adelgazar algunos detalles y hacer más gruesas las líneas generales de la actualidad. Vale la pena salir de España para darse cuenta de que realmente tenemos un país sólido con una serie de servicios que, mejor o peor, funcionan por lo general y donde la vida está a favor del ciudadano.

P.-¿En qué mejoramos y en qué empeoramos con el plano corto?

R.-Empeoramos en que comparados con los hispanoamericanos, por ejemplo, los españoles somos unos ciudadanos toscos, de maneras abruptas y con un sentido huraño de la relación, muy de guardia urbano en un cruce a las ocho de la mañana dando manotazos a los coches. Sin embargo, la distancia permite ver que tenemos un país construido sobre las garantías elementales, desde la salud al respeto de las libertades. Nuestro país es, creo yo, uno de los más interesantes del mundo.

P.-¿Desde cuándo no recibe la llamada de un ministro en su teléfono móvil?

R.-La verdad es que he cambiado de móvil... (dice con socarronería y suelta una carcajada). Ciertamente tampoco llamaban mucho antes, debo reconocerlo. Pero alguna vez alguno lo había hecho, cosa que les he agradecido siempre, porque normalmente lo hacían respondiendo a una llamada previa mía o de alguien de mi equipo. Aquí, a lo más que llego es a hablar con subsecretarios de Comercio de la Administración Bush, que tampoco está mal. Tiene su cosa...

Continúa colaborando en numerosos medios escritos españoles e interviene a diario en el programa que presenta Marta Robles en Onda Cero, su nueva emisora. Además, escribe artículos para periódicos hispanos de Estados Unidos, como El Nuevo Herald de Miami, y dos consultorías periodísticas con las que colabora se disputan sus servicios. Una de ellas con el proyecto radiofónico hispano más importante de Norteamérica y de la cual ha recibido una oferta multimillonaria para quedarse. "De momento no lo contemplo porque se me hace un poco cuesta arriba empezar nuevas aventuras, aunque ellos aseguran que podría ser el gran catalizador de la radio hispana en América", explica.

"La historia del nacionalismo y de eta van íntimamente ligadas a algún revuelo de sotanas tocadas con chapela"

P.-Y, dígame, ¿por qué tengo la sensación de que justo cuando se encontraba a punto de ganar el Tour, usted decidió abandonar la carrera?

R.-El Tour no se gana con una cifra coyuntural de audiencia y además, lo puedo ganar en futuras etapas. No concibo ni mi profesión ni mi vida como una carrera con premios un tanto efímeros. El trabajo para mí no es lo primero. Hay otras cosas más importantes que toda esa vanagloria de haber conseguido el programa de más audiencia y en este caso he sido consecuente y he mirado primero a mí y a mi familia antes que al podium. Aunque pienso volver a él y espero ponerme en el lugar que me corresponda.

P.-¿Cree que sus oyentes entendieron su abandono de RNE y su definitivo pase a Onda Cero?

R.-Traté de explicarlo y quise ser sincero con los oyentes pero, efectivamente, cuando uno consigue más de 1.700.000 oyentes, el segundo programa más escuchado de España, a muy poca distancia del primero y en sólo tres años de vida, dejarlo puede parecer una locura. Pero yo estaba física y psicológicamente muy cansado. Llevaba diez años haciendo las mañanas, trabajando con ese horario y necesitaba despejarme. Repito que yo tenía claros síntomas de fatiga y si no lo hacía habría perdido oyentes. Pero voy a volver, eso está claro.

P.-Algunos no le habrán perdonado que abandonara la emisora pública.

R.-No creo. Lo bueno de haber trabajado en RNE es que tanto cuando llegué, como cuando estuve, como cuando me he ido, todo ha sido claro y entre amigos. Javier González Ferrari era un amigo íntimo y lo sigue siendo. Dejar la emisora fue difícil porque allí he trabajado con grandes profesionales, con grandes amigos y con grandes medios, pero yo quería salir. De todos modos, si sales bien de los sitios siempre puedes volver.

Carlos Herrera tiene la mañana feliz, hace frío fuera, pero un sol tibio inunda la amplia estancia de esta casa alquilada en una urbanización típicamente norteamericana. Algunos pensarán que está cumpliendo ese sueño de muchos españoles de dedicar un año a ver la vida pasar y a mirar las estrellas. "Me hace gracia quienes piensan que estoy de año sabático, porque trabajo casi tanto como cuando hacía el programa por las mañanas", dice. En estos meses, su nueva emisora le ha encargado tareas como cubrir el proceso electoral estadounidense, la toma de posesión de Bush y el primer terremoto de El Salvador.

Reenciende por enésima vez su primer veguero del día y acepta que hablemos de su regreso. Cuando vuelva definitivamente a España, será una de las voces de la gran cadena de emisoras participada por Telefónica Media, pero falta por ver cómo integrar a dos primeros espadas, dos machos de la manada radiofónica, en la programación de Onda Cero. Porque Herrera tiene decidida su vuelta a los micrófonos, pero su espacio natural, las mañanas, de momento continúa ocupado en la cadena por Luis del Olmo, al que el periodista exiliado había sobrepasado con amplitud en número de oyentes desde Radio Nacional de España, según el Estudio General de Medios.

P.-¿Este alejamiento temporal no le está sirviendo a sus competidores para recuperar posiciones y tomar aire?

R.-Sí, tal vez sí, pero sería muy presuntuoso por mi parte pensar que los demás respiran porque yo no ponga la nariz. Aunque lo cierto es que aire hay el que hay y desde luego pronto añadiré una nariz más. Lo lamento, pero es así... (ironiza y se encoge de hombros).

P.-¿Se conformaría con otra cosa que no fuese dirigir y presentar las mañanas?

R.-No le quepa la menor duda de que sí. Además, en las mañanas de mi nueva casa está Luis del Olmo, así que mi cometido está por dilucidar.

P.-Pero el montante de su fichaje debe ser ahora como el de un pelotero de los buenos. ¿Se atreverán a sentarle en el banquillo hasta que se lesione Luis del Olmo?

R.-Mi relación con Luis del Olmo a lo largo de muchos años ha sido siempre de un exquisito respeto y equilibrio. Conmigo siempre ha sido como un hermano mayor: me ha enseñado, me ha ayudado, me ha tenido a su lado, me ha protegido, me ha querido... Yo jamás podría mirar la parcela que ocupa Luis con ojos de una codicia que me permitiera pasar por encima de según qué consideraciones. Nos tenemos una lealtad recíproca absoluta.

P.-¿Se siente bien pagado?

R.-Una vez cubiertas mis necesidades, que no son excesivas, negociar conmigo es muy fácil..., más o menos. En sus años mozos -cuando estudiaba la carrera de Medicina allá por los 70-, vivió una larga temporada en San Francisco y recorrió en coche la costa Oeste de Estados Unidos. Se maneja con comodidad en un inglés de marcado acento americano y disfruta conduciendo uno de esos barcos con ruedas que en las teleseries rebotan muchas veces con inusitada suavidad con sólo pillar un bache. Además, desde hace años, la ciudad de Nueva York es para él uno de sus puntos de referencia, ya sea para pasear por sus calles, hacer compras, asistir a espectáculos musicales o proponerle matrimonio a su mujer, la periodista Mariló Montero, con la que tiene un hijo y una hija tras casi diez años de casados.

P.-¿Telefónica y el Gobierno no eran casi la misma cosa?

R.-Telefónica es una empresa privada cuyo presidente ya ni siquiera lo nombra el Gobierno. El último que fue nombrado de aquel modo fue Juan Villalonga y desde entonces se trata de una empresa absolutamente privada. Ahora bien, me consta que el Gobierno contempla con agrado que la pluralidad informativa se desarrolle en España a través de otro gran grupo que esté en las mismas condiciones que, por ejemplo, el grupo Prisa. Eso es bueno para todos. Luego, los gobiernos y los políticos, en todos los lugares del mundo, acaban recelando de los periodistas y de los medios a pesar de que crean que son amigos.

"Los españoles somos unos ciudadanos toscos, de maneras abruptas y con un sentido huraño de la relación"

P.-Pues su nueva empresa, Telefónica Media, cuenta con tal cantidad de medios de comunicación que da la impresión de que sólo se puede trabajar en una acera o en la de enfrente. ¿No cree peligrosa esta progresiva concentración de medios?

R.-Entiendo que siguen quedando muchas aceras en avenidas y callejones de todo tipo. Pero sí, posiblemente la concentración de medios no sea lo más deseable, aunque no fue Telefónica Media la que empezó. Lo que sí está claro es que en las nuevas estrategias de las comunicaciones, los grupos multimedia son fundamentales para que cualquiera de sus patas se consolide en el mercado. No es lo mismo una cadena de radio que trabaja conjuntamente con prensa y medios audiovisuales que una que trabaja sola.

En los meses que lleva fuera, Herrera ha regresado en múltiples ocasiones a España, incluso para estancias muy breves, de apenas unas horas y vuelta a Estados Unidos. Ayudado de esas visitas fugaces, de Internet, de sus amigos que le informan inmediatamente si sucede "algo gordo" en España ("algo gordo" puede ser el fallecimiento de Pedro Carrasco, la detención de algún comando etarra o un nombramiento destacado) y también de su intuición, consigue reconstruir parte de la realidad perdida por vivir temporalmente alejado de su país.

Cuando viene a España no se siente amenazado y siempre se olvida de que nada más llegar al aeropuerto de Barajas las primeras caras conocidas que se encontrará serán las de sus guardaespaldas. "Yo no me siento más amenazado que el resto. Amenazada está la sociedad entera, menos el gremio sacerdotal, los curas. Incluso los que no creen estar amenazados también lo están. Por eso, como es lógico, ahora tomo precauciones y asisto con santa paciencia al desarreglo que supone observar determinadas pautas de seguridad o de autoprotección en mi vida".

P.-¿El tiempo transcurrido desde el atentado o la distancia han cambiado en algo su forma de ver el problema vasco?

R.-El error que cometemos es dar por hecho que existe como tal un problema vasco. No existe un problema vasco, sino un problema de terrorismo que se da concretamente en el País Vasco. Hay partidos como los nacionalistas que llevan viviendo muchos años de ese cuento del problema vasco y todos los días lo alimentan porque viven muy bien de eso. Pero no, el hecho de haber estado incardinado en una acción concreta de una banda terrorista no me hace acerar ni agudizar mi sentido crítico, ni consigue que me desentienda de una situación tan crítica como la que se vive allí.

P.-¿Qué reflexión íntima se hizo al ver las caras de los que presumiblemente atentaron contra su vida cuando detuvieron a los integrantes del comando?

R.-Sientes una curiosidad especial por saber cómo es el que te ha querido matar. Luego te das cuenta de que son personas que te las encontrarías cualquier día por la calle. Ésa es la crudeza de la realidad, que son personas de apariencia normal.

"Los norteamericanos son contumaces observadores de la vecindad. En fin, que son `visilleros', vamos..."

P.-¿Aceptaría entrevistar a alguno de ellos cuando vuelva a conducir un programa de radio?

R.-Sí, cómo no. Soy periodista hasta las últimas consecuencias. La profesión es la profesión. Aunque la verdad es que no suelo hablar con asesinos. No es costumbre de la casa...

P.-¿La imagen de ETA en Estados Unidos es la de una banda terrorista que asesina y extorsiona o la de un grupo que lucha contra la opresión del Estado?

R.-Éste es un país admirable en muchas cosas, lleno de gente muy trabajadora, responsable, muy respetuosa, extremadamente patriota, pero como usted seguramente no ignora, aquí tienen poca conciencia de lo que ocurre en el exterior porque se alimentan mucho de su propia información. Lo más probable es que si preguntamos aquí por ETA no sabrían si hablamos de un medicamento o de una nueva tendencia del arte virtual. Pero las personas que están avisadas y que tienen información no tienen dudas al respecto. En Estados Unidos son muy sensibles a los asuntos relacionados con el terrorismo y ciertamente muy solidarios con las democracias. Quienes saben lo que es ETA la califican sin matices de banda terrorista, sin dobles lecturas.

P.-¿Diálogo o lucha sin cuartel contra ETA, como afirma, entre otros, el secretario general del PP Javier Arenas?

R.-La solución a ETA es policial, creo yo, no política. La solución es arrinconarles y acabar con ellos. Va a ser difícil, pero si en ese trabajo colaboraran no sólo las policías dependientes de la Administración central, sino también aquélla que dirige un atajo de inútiles que se encarga del orden público en la autonomía vasca, las cosas serían muy distintas.

P.-¿Un ex ministro del Interior de lehendakari le parece disparatado?

R.-¿Por qué? En primer lugar, el País Vasco no es un seminario de novicias. Tampoco digo que haya que poner policías al frente de los colegios, pero un ministro del Interior es un servidor público, un político y después de eso se puede ser perfectamente otra cosa. Además, cuando hablamos de ministros del Interior no sólo tenemos que pensar en Corcuera. Hay otros estilos.

P.-¿Cómo interpreta lo de Arzallus señalando que ETA no debería matar cocineros?

R.-Arzallus es la máxima expresión del aranismo, cuya aportación más importante a la cultura de finales del siglo pasado ha sido decir que hablar castellano deforma la boca. En nombre de estupideces como ésa dan premios y lo más sorprendente es que hay gente que los recibe encantada... En fin, Arzallus es eso, un hijo de... Arana.

P.-Si el miedo es legítimo, dígame por qué razón los empresarios vascos deben oponerse a pagar lo que ETA les pide.

R.-Me pregunta por algo que está ocurriendo a más de 10.000 kilómetros de distancia, en un pequeño lugar del que ahora mismo no tengo la misma información que el resto de los españoles, así que forzosa y placenteramente no puedo saber la clave que ocupa a los empresarios vascos en estos momentos.

P.-Este año en Sevilla le han nombrado pregonero de la Semana Santa, pero me temo que no le nombrarán nada ni parecido los jesuitas de Loyola...

R.-Si se refiere a la denegación de una misa solicitada por la hermana de Gregorio Ordóñez, le diré que actitudes tan miserables lo único que producen es desprecio.

P.-¿Por qué cree que la jerarquía eclesiástica en general es intransigente con algunos asuntos de índole moral y se muestra tan comprensiva y tolerante con los curas que matizan en relación a la violencia de ETA?

R.-Porque la historia del nacionalismo, la historia de ETA y de la violencia van íntimamente ligadas a algún revuelo de sotanas tocadas con chapela, y la Iglesia y el resto de obispos españoles, con excepción de alguno, como el de Sevilla, son una pandilla de timoratos.

P.-¿Cree que Aznar terminará sacando sobresalientes fuera de España y suspensos dentro, como le pasó a Felipe González?

R.-Ni tanto ni tan calvo. Ni dentro suspenderá, ni fuera sacará sobresaliente, a pesar de que estoy plenamente convencido de que Aznar quiere orientar su futuro político hacia la política internacional, sea en la Comisión Europea o en otro lugar.

Pese a la distancia y a las múltiples ocupaciones domésticas y profesionales, lo que este periodista no ha conseguido en todo este tiempo ha sido moderar la ansiedad por conocer los resultados del Barça y del Betis. Pero, sobre todo, ahora vive tremendamente ocupado y felizmente preocupado con la preparación del pregón de la Semana Santa de Sevilla. Estados Unidos no es el mejor lugar, admite, para inspirar un texto literario dedicado a la Semana Santa sevillana, "pero no queda otro remedio".

De cualquier modo, aprovecha para ejercitar su ironía y señala con humor detalles que le sorprenden de esta sociedad: "Aquí la gente se conoce poco. Se puede vivir en un barrio en el que apenas conozcas a uno o dos vecinos a los que hayas saludado alguna vez ligeramente y, sin embargo, un día que te encuentras a un amigo por la calle te dice: `Estuve el otro día en tu casa y ya me dijo tu vecino que te habías marchado a la playa con los niños, que te habías llevado tortilla y filetes empanados para comer, que solías volver de la playa a partir de las siete y media, muy moreno, con la camiseta mojada y con el depósito de gasolina medio vacío'. Lo cual quiere decir que los norteamericanos son poco dados a compartir demasiadas confianzas, pero que son contumaces observadores de la vecindad. En fin, que son visilleros, vamos...".