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Carlos Herrera  

 

COPE

Señoras, señores, me alegro, ¡buenos días! Empeora el tiempo por el noroeste, cielos cubiertos en la mayor parte de la Península y temperaturas en descenso.

Ayer falleció Rita Barberá y finalmente será despedida hoy por familiares y amigos en un funeral sin presencia de instituciones públicas, ni partidos políticos. La familia no ha querido que se despida a Rita Barberá en el Ayuntamiento de Valencia como ofrecía el alcalde Ribó, es una pena, pero las familias saben lo que hacen. Pero la ciudad entera quería despedir a la que ha sido su mejor alcaldesa, a la que cambió Valencia, la que en su curriculum lleva cinco mayorías absolutas. Hoy es el día de la mala conciencia, en el día de la autoinculpación, en el día del tiroteo cruzado de todos culpar a todos y en el día en el que deberíamos reconocer que las reflexiones que se están haciendo las podíamos haber hecho tres días antes.

España es un país que despide bien a sus muertos, hasta el más malo se guarda silencio o al menos se intenta resaltar lo que pudo tener de bueno, pero la sociedad político-mediática-judicial de España es profundamente rastrera porque no siempre se cumple lo anterior, hay una inmensa mayoría que reconoce a Rita Barberá sus indudables méritos pero también hay otros que no saben comportarse, ya no digo las ratas que se esconden en las redes sociales.

Hay rasgamiento de vestiduras menos por los 'savoranolas' de turno que han puesto en marcha un procedimiento perverso en España. Prescindamos de toda vanidad, de todo lujo, vamos a convertirnos en los guardianes de la verdad, de la pureza y los que no estén en mi coordenada ideológica van a saber lo que es el zarpazo. Rita Barberá ha muerto rodeada de odio, víctima de escraches diarios, escraches que le hacían los propios periodistas que iban a informar a la puerta de su casa y que luego iban a insultarla en La Sexta. Escraches diarios en cuyo balance no cuentan los años en los que consiguió transformar una ciudad como Valencia en lo que es hoy.

Hay ahora un exceso de rasgamiento de vestiduras, también un PP que se vuelca en su defensa acusando a unos y a otros, pero algunos hasta ayer le negaban no sé si el saludo, pero sí el afecto. Algunos del PP decían hasta ayer, ya no tiene dignidad, marcada al milímetro por medios, televisiones, podemitas, por los 'savoranolas' de extrema izquierda que en este país están presentes en medios de comunicación y en juzgados. Oiga ¿cuántos jueces, cuántos fiscales, del montón, a los que les gusta juntar imputados (yo tengo 27, yo 48...) luego no llegan a nada y cuando destruyen la vida de alguien, de los investigados a estos jueces, a estos fiscalitos no les pasa nada, se quedan tan panchos? No conozco el expediente médico de Rita Barberá, la tensión estaba en su día a día, y ha influido en su muerte. Es evidente que estaba en una situación política y judicial delicada, con una tensión personal que si se suma a otros factores de riesgo concluye en lo que ocurrió ayer. Pero miren, una mujer linchada con un proceso, una sentencia que no ha existido y que tenía que ver con 1.000 €uros, ahora mismo sobre ella no pesaba ninguna condena , aquí debemos dar la bienvenida al día de la muerte de la presunción de inocencia.

Linchada por 1.000 miserables que no han podido demostrar absolutamente nada porque el mundo no se cimienta en sospechas. Ayer vimos como en el Congreso de los Diputados se le dedicaba un minuto de silencio y todos se comportaban razonablemente, la Generalitat valenciana, los de Compromís, a excepción de los que tienen un enfermizo protagonismo político, que ayer se pasaron de frenada. Ayer Iglesias, Garzón, Errejón y compañía se ausentaron del minuto de silencio porque era una corrupta y ¿cómo lo sabéis si no ha habido una sentencia, si no lo ha dicho ningún juez?, ¿sois vosotros los que emitís la sentencias definitiva de las cosas?, ¿sólo fue una corrupta?. La bajeza del odio profesional la escenificaron estos tíos que no guardaron un minuto de silencio que sí habrían guardado por Otegi, Hugo Chávez...; guardar un minuto de silencio es dar el pésame nada más. Ayer la basura se comportó como basura, tampoco nos llevemos las manos a la cabeza o es que ¿no sabemos cómo son? El día en el que abramos los ojos y nos demos cuenta de que no se pueden emitir veredictos populares, algo habremos ganado. En cualquier caso descanse en paz, Rita Barberá no se merecía este final.