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Carlos Herrera  

 

COPE

El periodista francés describe en su libro 'No tendréis mi odio', el 'drama' sufrido tras perder a su mujer en el atentado de la sala Bataclan de París 

Sin más pretensión que la de disfrutar de los "momentos de libertad" que le propiciaba la escritura, el francés Antoine Leiris ha plasmado lo que vivió tras perder a su mujer en el atentado de la sala Bataclan de París en "No tendréis mi odio", un sincero y conmovedor relato que llega este martes a España.

Antes que el libro, que actualmente está entre los más vendidos en Francia, este periodista (1981) difundió por Facebook una carta que dio título al libro con la que conmovió al mundo y despertó innumerables muestras de afecto. Un testimonio emocionante que expresaba sus ganas de hacer "feliz y libre" a su hijo Melvil, de dos años.

Antoine Leiris narra el 'drama' que le ha supuesto el asesinato de su esposa, Hélène Muyal. “Está demasiado presente para poder plantearme perdonar un día”, ha reconocido en 'Herrera en COPE'. 

Leiris asegura que su felicidad es “compleja”. “Está hecha de cosas pequeñas. Después del atentado veía dormir a mi hijo (2 años) y eso ya es una felicidad”.

Antoine tiene claro que cuando su hijo le pregunte por lo sucedido no le dará “una respuesta prefabricada”. “Dejaré que el momento hable por si mismo”. Leiris no quiere que su hijo no crezca en el odio. “Mi primera misión ahora es permitir un espacio de ligereza, devolverle el derecho de retomar una vida normal”.

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La noche del 13 de noviembre de 2015 Antoine se queda en casa con el pequeño Melvil, entonces de 17 meses, para que su mujer, Hélène, pueda ir al concierto de los Eagles of Death Metal en la sala Bataclan de París. Tras enterarse de lo ocurrido, y con el miedo en el cuerpo, Antoine recorre hospitales y comisarías de policía. Sus peores miedos se confirman: Hélène es una de las víctimas.

Tiene que identificar el cuerpo. Luego viene el papeleo, los psicólogos, los policías, los amigos y la familia. ¿Cómo seguir viviendo? ¿Qué decirle a Melvil cuando reclama a su madre? Pero la vida sigue. En la guardería, las madres le llevan a Antoine cada día papillas caseras para Melvil—que aborrece la comida casera, solo come potitos industriales—y en casa los vecinos tratan al reciente viudo como a un niño incapaz de hacer nada por sí mismo.

Entretanto, Antoine trata de adaptarse a su nueva realidad. Bañar a Melvil, alimentarle, mimarle, contestar preguntas, ir a la tumba de Hélène, imaginar cómo será su relación con su hijo a partir de entonces…