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Carlos Herrera  

Carlos Herrera, junto a las botas de vino de Bodegas Campos 

PREGUNTA (P). Viene de hacer un programa en el Patio de los Naranjos en la Mequita-Catedral de Córdoba. ¿Dónde le queda por hacer un programa?

RESPUESTA (R). Nunca había hecho un programa en una catedral… Miento. Había hecho un programa en la catedral de Saint Jonh en Nueva York, pero digamos que no es de cultura católica por lo que no cuenta. Hacerlo en la Mezquita-Catedral me ha satisfecho al máximo, con el añadido del calor puesto por los lugareños que ha sido extraordinario.

(P). En casa, siempre que oímos hablar de lo del cambio al horario europeo pensamos en el Herrera, alguien que a las 1 de la tarde está casi para acostarse. ¿Este mundo está hecho para quien madruga?

(R). Yo no digo que no madrugando no vayas a tener oportunidades, pero si madrugas, tienes más, entre otras cosas, porque estás antes para verlas pasar. Yo siempre he aconsejado, por ejemplo a mis hijos: no os dejéis llevar por la holganza de la tentación de quedaros en la cama más horas, creyendo que con eso hacéis algo. El mundo tiene que encontrarte despierto cuando tenga ganas de ofrecerte una oportunidad. Y en mi caso, no es que duerma ni mucho ni poco, soy poco noctívago pero aguanto, y me gusta mucho amanecer. Los amaneceres son parte de mi vida.

(P). Va camino de la primera temporada en Cope, ¿el balance es positivo?

(R). Sería absolutamente injusto con el trabajo de mis compañeros y el mío propio, y con el ambiente y la suerte que me ha acompañado, si dijera que no estoy contento. O tendría un nivel de exigencia tan severo que sería muy difícil tratar conmigo. Creo que hemos trabajado duro, bien, a fondo, me he encontrado con unos recursos humanos y técnicos espléndidos que me han dado la gloria. Estoy ciertamente satisfecho, pero se puede hacer mejor todavía. 

(P). Con el patio político como está y después de tantos años haciendo el programa, ¿se entretiene más en la tertulia política o en los fósforos?

(R). Siempre en el contacto con la población real. Lo que pasa es que ahora el debate político es un debate socialmente interesante, con algunos componentes estrambóticos, un poquito de vodevil, mucho postureo y un algo de intrascendencia intelectual, todo eso a mí me seduce y me gusta dedicarme a ello. Lo que ocurre es que la fuerza de los seres humanos, la fuerza de la cámara de los comunes, por así decirlo, es aplastante.

(P). Por aquí, por Córdoba, es imposible olvidar aquella llamada de la fosforera cordobesa recordando Cincuenta sombras de Grey.

(R). Chely Capitán tiene gracia natural hasta dando las buenas tardes. La gracia no estriba en que el argumento de lo que vayas a contar sea desternillante, sino la forma en la que tú seas capaz de trasladarlo y hay gente que tiene gracia leyendo hasta la guía telefónica, es el caso de Chely. Aquella llamada todavía sigue dando vueltas por Internet. Hubo otra llamada de un oscense, en realidad era de El Puerto de Santa María, hablando de la viagra y otra de un agricultor manchego hablando de un terremoto, tremendas. Yo me pregunto cómo se puede tener tanta gracia.

“Las bodegas, y hablo de mi marco de referencia, el de Jerez-
Sanlúcar, vendieron su alma a los inversores”

(P). ¿A Andalucía le sobran muchos piropos?

(R). El problema está en esa voluntad de agradaores que tenemos los andaluces. A mí me rebela un tanto que los andaluces estemos dispuestos a representar el tópico con tal de agradar a aquellos que esperan encontrar el tópico. Mire usted, un tipo de Almería se parece más a un tipo de Murcia que a un tipo de Huelva, la gente del norte de Huelva se parece más a las del sur de Badajoz que a uno de Málaga. Me refiero a que con una Andalucía tan completa, -somos un mosaico, un caleidoscopio-, tengamos que responder prácticamente a un único arquetipo me parece un reduccionismo injusto, pero como el andaluz ha encontrado un negocio en representar un parque temático, pues nos toca ser un parque temático. Ahora, eso no quiere decir que todo el que venga no sea bienvenido, aquí todos tienen un buen recibimiento, aunque vengan con un salacot como algunos ilustres, compañeros míos, que vienen de Barcelona como si vinieran a ver al buen salvaje.

Herrera se hace un ‘selfi’ con oyentes de su programa en el Patio de los Naranjos, en Córdoba

(P). Estamos en tierra de vinos y por aquí estamos con la guerra de intentar acercar el vino a los jóvenes. ¿Cómo se consigue eso?

(R). Las bodegas, y hablo de mi marco de referencia, el de Jerez-Sanlúcar, vendieron su alma a los inversores que, en realidad, lo que querían era su red de distribución para colocar las bebidas duras, las británicas, y entonces el vino tuvo un retroceso. Dentro del escenario español, por cada caja de manzanilla de Sanlúcar o de fino de Jerez que entra en un bar, entran nueve de Rioja, que ha ganado el mercado. Educar a los jóvenes no es solo enseñarles el vino, es enseñarles la cultura, de dónde viene, la tradición, qué se sabe del vino… A lo mejor hay que cambiar de formato, cambiar la copa, porque hay gente que asocia el catavinos al aperitivo y luego ya no come con esa copa. Me parece razonable que se quiera aprovechar una boca más ancha para que las virtudes organolépticas del vino mejoren y, segundo, para que se incorpore ese vino a la comida. Ese es un camino. El precio es competitivo, a veces en una feria es más cara un botellín de agua fría que un pequeño botellín de manzanilla.

 Sacristía de Bodegas Campos, durante la entrevista

(P). Recomiéndeme algunos sitios para ir a comer en Andalucía.

(R). Cerca del Cabo de Gata, un arroz de Don Tadeo, en Villaricos. En Córdoba, esta casa (Bodegas Campos) y el Churrasco. Y en Sevilla te llevaría yo a La Moneda, que te den un buen pescao. Y en Sanlúcar, Bigote y todo Bajo de Guía.