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Carlos Herrera  

 

COPE

La polémica Cabalgata de Reyes Magos de Madrid, con "los Reyes Magos vestidos de King África" y donde no existió "el hecho religioso" ni se hizo "ninguna referencia" al Niño Jesús, en el editorial de Carlos Herrera a las 8. 

 

EL MUNDO

Carmena impone una cabalgata étnica y poco navideña

Música de discoteca, carrozas futuristas, danzas étnicas, un rey Baltasar negro y ninguna alusión a Jesús en la Noche de Reyes más polémica que se recuerda en la capital

Esta Navidad será una de las más polémicas de las que se recuerden en la capital. El equipo de Gobierno de Ahora Madrid, encabezado por la alcaldesa, Manuela Carmena, ha querido dotar a estas fechas de un espíritu multicultural y reivindicativo en el que los madrileños han visto sustituir camellos por triciclos y mujeres barbudas por Reyes Magos. En la cabalgata de ayer se pudo escuchar música de discoteca en vez de Villancicos y a Baltasar cantando una canción africana.

Quizás el detalle de contar con un rey negro de verdad fuera lo más fiel a la tradición de entre lo que pudieron encontrar ayer en el desfile de la Noche de Reyes los cerca de un millón de madrileños que acudieron a una cita que, por vez primera, organizaba el nuevo Consistorio surgido de las elecciones del pasado 24 de mayo. Sus Majestades, que en esta ocasión eran actores contratados -frente a los concejales disfrazados de anteriores citas-, acudieron vestidos con coloridas túnicas muy alejadas de la estética clásica.

El leitmotiv de la cabalgata, que arrancó a las seis y media de la tarde y finalizó pasadas las nueve de la noche, fue el viaje que emprendieron Melchor, Gaspar y Baltasar desde que recibieron las primeras cartas de los niños hasta que, según las octavillas repartidas por el Ayuntamiento, «junto a otros magos amazónicos,dan con la fórmula para llegar al espacio exterior». Entretanto, los tres Reyes viajan a lo largo de los cinco continentes conociendo y compartiendo momentos con gente de otras culturas.

En el transcurso de la cabalgata, dirigida artísticamente por la siria Maral Kekejian, que ha contado con un presupuesto municipal de 535.000 euros (10.000 menos que el año pasado), se pudieron ver bailes tradicionales de la India, danzas indígenas sudamericanas (con algún que otro participante semidesnudo a cinco grados de temperatura), o un globo hinchable de un dragón de grandes dimensiones en torno al cual se arremolinaban varios asiáticos vestidos con trajes tradicionales chinos. Estas fueron algunas de las comitivas más novedosas respecto a anteriores ocasiones. En total desfilaron entre la plaza de San Juan de la Cruz, junto a Nuevos Ministerios, y Cibeles, 33 grupos diferentes, de los cuales doce contaban con carroza y el resto integraban las llamadas «posiciones», entre las que había varias batucadas.

Según el Consistorio, en cuya carroza-discoteca pinchaba música house y latina DJ Lobbo, la temática buscaba «resaltar la importancia de la curiosidad por conocer lo que el mundo nos ofrece, y el enriquecimiento que supone aproximarse a lo diferente y desconocido». De lo que no se tuvo conocimiento, por su ausencia, fue de Jesucristo, protagonista original del relato religioso al que los tres Reyesagasajan con oro, incienso y mirra, ni de ningún otro tipo de referencias navideñas.

«Seguimos la estrella que nos marca el nacimiento de un niño», explicaba, sin entrar en detalles, un rey Melchor con acento del este una vez finalizada la cabalgata. Desde lo alto del escenario instalado en la plaza de Cibeles, y acompañado de Gaspar, Baltasar y Carmena, el rey mago también empleó varias veces la fórmula de lenguaje inclusivo «niñas y niños», por ese orden. Este año, sus acompañantes, los pajes reales, contaron también con una marcada presencia femenina, aunque la pareja que acompañaba a cada rey, estaba formada por hombres.

No se atrevió el Consistorio a incluir tampoco a ninguna mujer como intérprete de algún Rey mago, al igual que sucedió en las cabalgatas de algunos distritos, no sin polémica. Tampoco se tuvo noticia de los villancicos, al menos en Cibeles (apenas sonó uno, con ritmo rumbero, a cargo de la orquesta Coetus), de los camellos, o de las ocas del pastor palentino Miguelín, fijas en las últimas 18 ediciones de la Cabalgata. Sí hubo, en cambio, decenas de caballos de las unidades ecuestres de la Guardia Civil y la Policía Nacional.

Ilusión y artilugios

Pese a todas las suspicacias y críticas vertidas por los mayores (para muestra las decenas de comentarios que circulaban ayer por redes sociales como Twitter), los más pequeños de la casa, los auténticos protagonistas, parecían poco molestos con las novedades de la cabalgata multicultural de Carmena. Miles de ellos se agolpaban junto a las vallas con caras de ilusión y con todo tipo de artilugios para tratar de hacerse con el mayor número posible de caramelos y golosinas: desde pequeños taburetes para estar más altos, a paraguas, que colocaban en el suelo a modo de cazo para llenarlos con algunos de los dulces. Se repartieron en total más de dos toneladas de caramelos.

En el Paseo de Recoletos esperaba golosa la pequeña Marta, de nueve años, junto a su paciente madre, Encarni, que llevaba desde las cuatro de la tarde aguardando a Sus Majestades, que este año contaban con unas futuristas carrozas construidas con cientos de bombillas y espejos que les daban aires de caleidoscopio. «Lo que más me gusta de la Cabalgata son los reyes», evidenciaba la niña horas antes de colocar los zapatos junto a la puerta para que los Reyes Magos no se olvidaran de ella.

A su lado también estaban Yoel y África, de nueve y cuatro años, respectivamente, que llevaban esperando a los Reyes desde las dos y media de la tarde. «Hemos venido a ver el Belén del Ayuntamiento, pero estaba cerrado, así que hemos estado jugando a las cartas y a la consola y hemos comido roscón», explicaba Yolanda, su madre, horas antes de que aparecieran Melchor, Gaspar y Baltasar.

«¡Estamos deseando que lleguen!», proclamaba rato después la alcaldesa desde el escenario de Cibeles. «Os necesitamos, porque como tenéis tantos regalos que repartir y aquí hay tantos niños...», continuaba Carmena poco antes del momento más esperado. A pocos minutos para las nueve, aparecieron, por fin, los Reyes, para júbilo de niños y mayores. Tras varios minutos saludando desde sus carrozas, Sus Majestades subieron al escenario junto a la alcaldesa y la concejal de Cultura, Celia Mayer. Desde allí Melchor se encargó de leer el mensaje principal de la noche, en el que pidió luchar por «un mundo mejor» y en el que también habló del cambio climático, la guerra y la pobreza.

Tras su intervención le llegó el turno a Baltasar, que protagonizó uno de los momentos más curiosos cuando comenzó a cantar y tocar con una kora africana (una especie de guitarra) una canción tradicional de Guinea. Tras los agradecimientos de Gaspar y Carmena, comenzaron los fuegos artificiales sobre la fachada del Ayuntamiento, que ayer contaba con iluminación morada. Con los artificios se puso fin a una noche con una magia ostensiblemente diferente a la de años anteriores.