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Carlos Herrera  

El “bon vivant” de la radio española

En ese deporte nacional tan hispano de encumbrar para derribar al que triunfa, Carlos Herrera lleva muchos años demostrando que su alma radiofónica es fuerte y poderosa y que, gracias a su determinación, ha logrado reunir cada mañana, alrededor de la radio, a más de dos millones de españoles a los que les apetece despertarse, y acompañarse, de este tipo que destila buen rollo y sentido positivo de la vida. Ya lo comenté en un anterior post, pero el encuentro que he tenido la suerte –el honor- de compartir con él, me ha ratificado lo que siempre he creído de él, desde que le conocí, a principios de los 90, cuando en Radio Madrid había un tipo, bigotudo, alto y con la sonrisa permanente en la boca, que se autogrababa las Coplas de mi SER, un programa que ponía a la copla en su sitio, en el parnaso musical patrio.

Carlos Herrera con Jesús Melgar, tantos años juntos,
tantas complicidades reunidas...

Hablando con Carlos Herrera, cara a cara, relajados, en su Sevilla del alma, con una copichuela delante (yo un té…), me lo encontré exactamente igual que hace 23 años. ¡Y lo que ha llovido desde entonces! Como si mi memoria viajara en el tiempo hasta encontrarle en el comedor del fondo de “Casa Perico”, detrás de la Gran Vía, con la servilleta al cuello, degustando con fruición el arroz a lo pobre de la casa, rodeado siempre de buena gente. Y es que Carlos ha sido siempre muy amigo de sus amigos, lo que le enaltece.

Camino de Sevilla, en el AVE, tuve tiempo para pensar. Para recuperar recuerdos de aquel tiempo vivido en los albores de los 90 y hacer balance de un cuarto de siglo dedicado a la radio, del que me siento, discúlpeseme, especialmente orgulloso. En el camino, he conocido a decenas de profesionales que me han enseñado que este medio maravilloso merecía todos los mimos que pudiéramos dedicarle. Y Carlos Herrera era uno de ellos, uno de los que me inculcó, probablemente sin él saberlo, que la radio es la mejor amante que se nos ha podido presentar en esta vida. La cabeza me daba vueltas y no dejaba de preguntarme cómo sería aquel reencuentro, dos décadas después de habernos visto por última vez.

La radio requiere de atenciones, de cuidados, y más últimamente, que anda hecha unos zorros; aunque siempre viva y cercana, cómplice, ejerciendo la compañía que nunca debe faltar a ninguno de sus oyentes, lo sean analógicos o digitales (que esto, ahora, da lo mismo).

Melgar, Naranjo y Herrera compartiendo el camino del "Rocío", bajo un implacable sol

Carlos es un tipo genial, amable, educado, culto, cariñoso, irónico, cáustico y algo escatológico, entre otros muchos adjetivos. Pero, lo mejor de todo, es que la radio no ejerce ningún filtro sobre él y su personalidad. El Carlos Herrera que se muestra, todos los días, de 6:00 a 12:30 horas, en Onda Cero (y antes en otras muchas casas, la última siempre es la más importante, por si acaso”) es él mismo. ¿Para qué cambiar, si la radio además, en este sentido, suele resultar demoledora destapando las vergonzosas poses de quien intenta aparentar lo que no es? Esos mismos adjetivos que le he dedicado, se trasladan, fielmente, cada mañana, a la antena de la cadena radiofónica de AtresMedia donde se encuentra muy a gusto, pese a los madrugones (“yo soy más canario que búho”), gracias a las palmitas de otro grande de la radio española, éste retirado del micrófono, que no del periodismo: Javier González Ferrari, presidente ejecutivo de Onda Cero Radio.

Carlos Herrera no ha querido abandonar Sevilla para cambiarla por la cada vez más inhóspita Madrid. La capital hispalense reúne todos los atractivos posibles como para colmar las necesidades de este almeriense de nacimiento y catalán de adopción. Tiene el tamaño ideal de una ciudad abarcable. Dispone de un clima bonancible, pese a los excesos estivales del mercurio. Cuenta con uno de los paisanajes más hospitalarios de todos cuantos conozco y posee una oferta gastronómica y de ocio de primerísima línea. En definitiva, la vida, en ella, se hace un poquito más feliz y llevadera. Yo creo que es el marco ideal en el que Carlos Herrera se siente más a sus anchas.

Fachada de la Bodeguita Casablanca, donde había quedado con ellos

Tras llegar a Santa Justa, mi taxi me lleva a uno de los locales más populares de Sevilla, “Casablanca”, en el número 12 de la calle Adolfo Rodríguez Jurado. Al descender del coche, siento que mi corazón ha puesto el turbo. Me dirijo hacia la puerta de la bodeguita, oteo y, al fondo, justo frente a mí (se habían ubicado en una situación privilegiada para dominar el acceso al local…) se encontraban esperándome los tres: Jesús Melgar, José Antonio Naranjo y el ‘príncipe’ Carlos Herrera.

El encuentro fue emocionante, y enormemente grato para mí:

-¡Hola Gorki!–fue el saludo, efusivo y cariñoso, que me dedicó Carlos Herrera, puesto en pie, al igual que el resto de ex compañeros de la SER de otros tiempos, añorados por lo buenos que fueron-. Carlos me rebautizó hace muchos años como “Gorki” y aún sigo atendiendo al nombre con devoción.

La auténtica "cabeza" de "Herrera en la Onda", José Antonio Naranjo

Los cuatro teníamos casi 25 años más desde que nos vimos por última vez, pero, tras los saludos iniciales y la conversación introductoria de rigor, estábamos charlando tan animadamente como si nos hubiéramos visto el día anterior. Así era como lo había imaginado. Si pudiera medirse la intensidad de aquel encuentro o, para ser más preciso, mi percepción de él, podría decirse, coloquialmente, que el chute fue mayúsculo.

A partir de entonces, fuimos paseando, de bar en bar, degustando las excelencias de cada local. Carlos, en vaqueros y tocado por un sombrero panamá y unas gafas de sol bastante discretas para su genio, hacía las veces de anfitrión en aquella Sevilla que me recibió radiante y señorial en aquella mañana de octubre. Volver a Sevilla siempre ha sido un lujo para mí, y más con esta compaña.

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Colección de gorras y sombreros, y de gafas, muy 'personales'

Excuso comentar cómo era el recibimiento en cada restaurante al gourmet Carlos Herrera (¡maestro, buenos días, bienvenido, qué se cuenta…?). Y cómo era la correspondencia en el saludo de su séquito, del que yo formaba parte circunstancialmente aquella mañana. ¡Qué sé yo cuántas excelencias probé de todo cuanto se me ofrecía! Si mi Donosti querida es la indiscutible reina del pintxo, Sevilla lo es de la tapa (con permiso de Valladolid). Y en todo lugar donde se cuecen buenos platos… allí ha estado Carlos Herrera. No era para nada arriesgado suponer que mi recorrido gastronómico por las calles de Sevilla no era fruto de la improvisación; sino, muy al contrario, producto de un sesudo “periodismo de investigación” desarrollado por el almeriense.

A José Antonio Naranjo y Jesús Melgar los vi como los recordaba, tan buena gente como les dejé, o más; porque la experiencia y los años atemperan la vehemencia y revalorizan las cosas realmente importantes. Tenían curiosidad por el destino actual de muchos de los compañeros con quienes compartimos aquella Cadena SER de principios de los 90. Poco a poco, iba resituando los nombres en sus cabezas, completando las piezas del puzzle que les faltaba. Y el desfile de información se completaba con comentarios cálidos que justificaban su interés por aquellos nombres. Pregunté por Lorenzo Díaz, el cuarto hombre que conforma el tramo de magazine de “Herrera en la Onda”, que también conocí en aquel pionero “A Vivir que son dos Días”, junto a la que era entonces su mujer, Concha García Campoy (¡Ay, Concha!). Lorenzo es autor, entre otros muchos libros, de una historia de la radio absolutamente recomendable, “La radio en España 1923-1977”, que publicó en Alianza Editorial en 1997. La última vez que le vi fue en las dependencias de Onda Cero, en San Sebastián de los Reyes. Pero aquella mañana no estaba en Sevilla.

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Melgar señala el arroz de castañuelas y gambas, en el Puerto de Santa María, mayo 2013, espectacular ¿no?

Observando, casi con los ojos de sociólogo de Lorenzo Díaz, vi a tres amigos, Carlos, Jesús y José Antonio, viejos conocidos y compañeros de fatigas, que disfrutaban mutuamente de su compañía, charlando sobre la vida, en torno a unos huevos rotos con ibérico, unas coquinas o un buen cazón. De forma natural, surgían las ideas que enriquecían el programa. Tantos años juntos, tantas complicidades compartidas, hacían casi innecesarias las palabras entre ellos. 

José Antonio Naranjo es la mano derecha de Carlos Herrera en el programa de Onda Cero, quien pone el orden y el concierto, quien lleva en la cabeza la estructura, quien conduce a Carlos Herrera por los vericuetos de la radio matinal española y le pone en bandeja el escenario para su lucimiento profesional. Y aún le queda tiempo para ocuparse de la publicidad en directo, como la popular Onduline bajo teja… o las placas Diamant Pro. A Naranjo le conocí en la SER cuando formaba parte del equipo de “Los Toros”, de Manuel Molés y Miguel Ángel Moncholi, a quien por cierto, acaban de despedir en Prisa Radio.

Paseaba por las calles de Sevilla, mano al hombro, con Jesús Melgar… ¡Qué gran tipo Jesús! ¡Cuántas historias reúne en su curriculum profesional! La vida le había dado últimamente algún susto de salud, del que se estaba reponiendo, con el mejor de los ánimos, y el apoyo incondicional de Carlos y de Onda Cero (“¡cómo se han portado conmigo –me confesaba, agradecido-). Si empiezo diciendo que fue subdirector, productor y guionista del mítico programa, de RNE primero y luego de la SER, “El loco de la colina, junto a Jesús Quintero, ya lo digo casi todo, porque su discurrir profesional, a partir de este hito, ha circulado por la misma autopista de la excelencia. De la SER se despidió con “La Ventana indiscreta, un programa nocturno.

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El espejo de Carlos Herrera en Twitter

Si afirmo que Carlos Herrera es un bon vivant, amante de las buenas cosas que nos ofrece la vida, es porque milita en esta filosofía y, lo mejor, la practica con los demás. Pero no es, contrariamente a lo que pueda deducirse del término, amante del lujo en todas sus expresiones, aunque a nadie le amargue un dulce. Carlos, asiduo, cada año prácticamente, al Camino de Santiago, disfruta igual con un tentempié a base de queso, pan y vino en medio del recorrido, que con una opípara comida en casa de Juan Mari Arzak.

La imagen que proyecta 

En este sentido, en el de conocer un poco más a Carlos Herrera, quiero detenerme ahora, por unos minutos, en la imagen que proyecta de sí mismo a través de Twitter, donde cuenta con 111.000 seguidores. Con su punto exhibicionista, Carlos va publicando fotografías logradas con su Smartphone de lugares, situaciones y amistades que vive con intensidad.

Considero que Carlos utiliza esta red social como una prolongación de su trabajo en la radio, de manera que ésta, y Twitter, resultan complementarias, en el sentido de que la radio presenta a la persona y las fotografías al tipo que hay detrás de esa voz absolutamente embaucadora.

Con Obama, en su toma de posesión

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En la toma de posesión de Barack Obama

Carlos mide muy bien lo que publica y cómo lo adorna, con el comentario apropiado y justo, incluidas faltas tipográficas que evidencian poca maña en el encaje de dedos y letras del teclado virtual de estos infernales cacharritos que nos obligan a algunos a ponernos gafas de cerca, de esas que nos afean tanto y, por extensión, nos hacen parecer vejetes en apuros.

La primera imagen corresponde a la toma de posesión de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, en Washington. Carlos fue uno de los miles de invitados que acudieron, y de los pocos españoles. Así, de smoking, posó para la fotografía, que colgó en su cuenta de Twitter para certificar que, efectivamente, había estado allí. Momentazo! La imagen sirvió para disipar las dudas de muchos oyentes incrédulos que no daban crédito a los comentarios de Herrera sobre cómo transcurrió la ceremonia.

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Con Carlos Latre

Con los amigos, que no falten

En la siguiente imagen seleccionada Carlos no está solo, le acompaña Carlos Latre –uno de sus colaboradores estrella-, y ambos sonríen. Del smoking hemos pasado a la chupa, la gorra y las… gafas.

No es una pose. Carlos es amigo de sus amigos, y ejerce. Bien lo saben quienes le conocen y le tratan.

Con Pablo Motos, minutos antes de comenzar “El Hormiguero, recién llegado, enfundado en la gabardina del inspector Gadget. Intuyo que la mochila del primer plano es suya. Mochilero. Es complicado, para una persona tan popular como Carlos Herrera, intentar tener los pies en el suelo y, sobre todo, que sus oyentes perciban esta normalidad como real. Éste será, estoy convencido, uno de los objetivos de su utilización de Twitter para airear parte de su vida privada, de la que, por cierto, siempre ha sido -con razón- muy celoso.

También en televisión

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Con Pablo Motos, en "El Hormiguero"

Herrera es un animal radiofónico, de los únicos que quedan de esa gran generación de comunicadores, junto con Luis del Olmo, a punto de retirarse, e Iñaki Gabilondo, aún en activo; ambos septuagenarios. Herrera, más joven, bebió de sus mismas fuentes y, en algunos casos, compartió destinos con ambos. Y admiración, según propia confesión, que recogeré en la última entrega de esta serie sobre mi feliz encuentro con Carlos Herrera.

La televisión tampoco le es ajena. Y, consciente de su telegenia, Herrera juega a capricho con las cámaras. En "El Hormiguero" volvió a demostrarlo. Pablo, avezado comunicador, tuvo que ir en ocasiones a remolque del almeriense. Pero la conversación discurrió por los mismos derroteros a los que nos tiene acostumbrados Carlos, entre ellos los vericuetos escatológicos, de los que hace gala, con cierta frecuencia, en "Herrera en la Onda".

Carlos y su Alacena

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Colección de gorras y sombreros, y de gafas, muy 'personales'

Carlos Herrera en la charcutería. El almeriense es experto en este tipo de recursos viscerales tan altos en contenidos grasos, pero tan apetecibles. No en vano Carlos es propietario, y emprendedor por tanto, de una empresa de exquisiteces, a precios ¡oiga! más que razonables: “La Alacena de Carlos Herrera”. Se puede comprar por internés y disfrutar de los manjares que cuida personalmente el propio Carlos en su Alacena.

 

 

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En el Camino de Santiago

En medio del Camino de Santiago. Sus usos y costumbres, son tan peculiares como él. Tan pronto sus oyentes se lo encuentran al frente del programa en pleno verano, como desaparecido en combate, en plena temporada, durante una semana. Pero eso sí, cuando hay que estar, él es el primero que se brinda. El Camino ejerce en él un atractivo especial que le mueve a afrontarlo con regularidad. Tiene la virtud de recorrerlo, solo, pero también acompañado, cuando un alto para el descanso le pilla en casa de buenos amigos.

Y Carlos, provisto de su testigo excepcional de su recorrido místico -el Smartphone- va ilustrando, a través de Twitter, su camino de peregrinación y radio (porque la va escuchando...).

 

Coincidir con la competencia

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Con Pepa Bueno y Antón Losada, en Santiago de Compostela

Coincidencias de la vida. Las hay. En “Casa Camilo” (Santiago de Compostela). Carlos Herrera coincide con Pepa Buenoy Antón Losada. En la antena, fieros competidores (¡tampoco!). Pero fuera de ella, compañeros y colegas.

Herrera ha mostrado siempre un enorme respeto por los compañeros, y colegas, de la profesión. Ha hecho las mañanas de la radio en la Cope, en RNE (Radio 1) y en Onda Cero. Y en todas estas cadenas ha logrado reunir millones de oyentes. Como el propio Luis del Olmo, y José María García, yo creo que se ha ido paseando con sus oyentes de una cadena a otra.

En la siguiente imagen seleccionada, Carlos Herrera señalando con el dedo a un pez que le mira malamente. Con Antonio, “un gitano rubio”, dice, de Cádiz. ¡Cómo me recuerda Antonio al desaparecido Paco Barrero! Todos tenemos nuestro doble oculto… (dicen).

Y, por último, en “La Viña” (Cádiz), con los amigos, templo del arte y del sabor” –comenta-. Espaldarazo al bar, sin duda. Buen prescriptor.

Twitter, desnudarse también para el oyente

Y ésta es una breve selección de lo que muestra Carlos Herrera en su cuenta de Twitter. El almeriense procura vivir bien, y rodearse de buenos amigos que le hagan disfrutar más de los pequeños placeres que nos reserva la vida, tan fugaces como perseguibles.

Con todas estas imágenes, en el fondo, Carlos trata de completar la imagen que proyecta en la antena, y que la radio, por su propia limitación, no puede mostrar. Pero hoy día Twitter es un canal de comunicación imprescindible (cada vez más) para intercambiar experiencias y opiniones. Y sin duda Carlos Herrera es uno de los personajes públicos que más curiosidad atrae, para bien y para mal.

No contesta a los tuits, salvo excepciones

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Con Antonio, el "gitano rubio"

Para bien, concitando los elogios de sus admiradores, entre los que me cuento y para mal reuniendo también las críticas, algunas acompañadas de insultos, a las que Carlos contesta abiertamente, sin tapujos, en ocasiones empleando su misma jerga injuriosa, sobre cuya oportunidad se podría opinar y sin duda generaría posiciones encontradas. Pero en todo caso, cada uno, sea quien sea, tiene derecho a elegir las formas que emplea.

Yo no sería partidario de entrar a matar con un tipo que se valga del insulto y la descalificación como argumento de su crítica (destructiva). Cualquier manual de la buena comunicación en Redes Sociales desaconsejaría de inmediato toda respuesta de esta naturaleza, pero Carlos Herrera es mucho Carlos Herrera, y algunos comentarios logran descentrarle.

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En "La Viña" (Cádiz) con los amigos

En todo caso, insisto, Herrera toma sus propias decisiones, como haría cualquiera de nosotros. Así, es más posible que conteste a las críticas "desmedidas", que a otro tipo de comentarios, más favorables. Imaginen ustedes, con más de 100.000 followers, la de interacciones que debe consignar don Carlos. De todas formas, hasta dos millones, le queda mucho trecho. Y ésta es otra: muchas veces nos creemos que Twitter es el nuevo escenario social, y nos equivocamos de plano. Todavía existe mucha gente -muchísima- que no está en Twitter, ni en las redes sociales, ni se la espera. Y alguno diría: ¡ni falta que hace estar ahí! Es más que posible...

Ocho imágenes, 8, de Carlos Herrera. ¿Qué imagen se hacen ustedes de él? ¿Se corresponde con la que escuchan en Onda Cero? Este próximo viernes trasladaré sus opiniones sobre la radio, el periodismo y el momento que vivimos en España...

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"Los 61 años no me pillarán madrugando"

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La mirada, siempre inteligente, siempre crítica e irónica, de Carlos Herrera

Precisamente esto, una reunión de amigos, es lo que tuvimos la oportunidad de disfrutar aquella mañana de octubre recorriendo las calles de Sevilla. Al final del paseo, sentados en una terraza cercana al Guadalquivir, llegó la conversación más reflexiva, en torno a la profesión y al futuro, tan imprevisible. 

Mi primera pregunta giró en torno al futuro. Ahora que las mentes pensantes, y gobernantes, de este país empiezan a decir que estamos saliendo del túnel de la crisis y que se avista el crecimiento,

¿Tú te lo crees Carlos? ¿Cómo ves España dentro de cuatro o cinco años?

-España no está más agitada que otras naciones de su entorno. La España de dentro de cinco años no creo que se diferencie mucho de la presente.

Los nacionalismos

-¿Cómo estará Cataluña, tu tierra adoptiva? Los nacionalismos…

-Las tensiones cantonales, por así llamarlas, crearán eso, tensión, pero al fin y a la postre a la gente le gusta tener un lugar donde ir a trabajar y otro al que regresar caída la tarde. Y ver cómo se cubren sus esperanzas vitales. Es probable que dentro de cinco años estemos mejor de lo que estamos ahora.

El retiro

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Carlos Herrera entrevistando al presidente Rajoy, en Onda Cero

Todos queremos pensarlo así. Necesitamos, más que nunca, pensarlo así; aunque la recuperación será difícil y llevará su tiempo. Hablando de tiempo, Carlos, en ese mismo período -cuatro o cinco años- cómo te ves a ti mismo?

-Así que pasen cinco años yo tendré sesenta y uno. No creo que me pillen madrugando.

-Cada vez que te entrevistan, siempre te preguntan lo mismo, de manera recurrente: ¿cuándo te retiras? Es como si alguien tuviera prisa por echarte de las mañanas, o estuviera pendiente de cuándo queda vacante tu silla… Imagino que una cosa es decir adiós a los madrugones y otra, muy diferente, a lo que ha ocupado tu vida profesional por más tiempo, la radio…

Otro tiempo, otro ritmo

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-¡Sí! En cinco años, la radio me pillará dedicándome a lo único que sé hacer pero con otro ritmo vital. Quiero hacer lo que toda gente mayor, escribir, leer, aprender, visitar, moverme, escuchar y ayudar a mis hijos a ser felices.

-Algo, si me permites, a lo que todos aspiramos, si la salud –y Hacienda- lo permiten. Esta maldita crisis del euro está azotando especialmente a este oficio nuestro de contar lo que pasa (por la radio)

¿Crees que saldremos de ésta? ¿La radio puede hacer algo más para contribuir a superarla?

Ser positivos

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La popularidad de Carlos Herrera es enorme, no solo en radio, también en los medios donde colabora (ABC y Vocento)

-Si nos dedicamos a ofrecer una interesada imagen sombría del futuro estaremos colaborando al que el futuro sea sombrío.

-El eterno debate entre contar descafeinando, o contar silenciando…

-No se trata de ser Walt Disney ni de engañar con beatíficas imágenes. Las crisis no duran toda la vida y sabemos por experiencia que de todo se sale. Yo aspiro a poder contar que las cosas van de otra manera y que España vuelve a ser una tierra de oportunidades.

La publicidad nos hará libres...

-Eso es lo que nos gustaría a todos los que estamos padeciéndola con resignación. Lo que mueve la radio comercial es, sin embargo, la publicidad. Me gustaría preguntarte por ella. Curiosamente es la fuente que proporciona la independencia a la radio comercial. Pero ¿se pueden sortear sus servidumbres?

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-La publicidad, paradójicamente, nos hace más libres de lo que somos. Gracias a ella se conocen las virtudes de los anunciantes y los productos son más competitivos y, a la larga, más asequibles. La publicidad también es radio.

-Se te nota que disfrutas dándole un buen envoltorio a la publicidad en tu programa. La publicidad es algo muy serio en radio…

-Hay un arte creativo publicitario que exige talento e imaginación. Yo me sigo admirando de ello. Y procuro colaborar con mi modesta aportación.

"Lo mejor que sé hacer"

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Carlos Herrera y su equipo, en Valladolid, el pasado 5 de noviembre

-Tú has hecho mucha televisión, te encanta escribir, pero siempre has vuelto a la radio. ¿Cuál es el Herrera que más se parece al verdadero: el de la radio? ¿Por qué?

-Porque la radio, Gorka, es lo que mejor sé hacer. Me gusta el sonido, la creación de ambientes, los fondos y sus envoltorios. Soy un escritor que habla, no un hablante que escribe. El sonido, la realización da a la radio la diferencia. No canalizo las emociones de la misma forma. Si me veo no me gusto, si me leo me adivino  errores, pero cuando me expreso, cuando hablo, sé que doy lo mejor de mí.

Echarle pasión

-Piensa, por último, en un alevín de periodista que te escucha todos los días y que quiere (¡admirable, en estos tiempos!) dedicarse a la radio. ¿Qué le recomiendas?

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-Hacer lo que yo hice, aunque suene pretencioso. Oír, oír sin parar. Pararse a escuchar. Preguntarse cómo se hace eso que se ha escuchado. Adivinar matices, técnicas... Apuntarlo todo. Sentarse en los controles tomando nota de cada cosa. Imaginar realizaciones. Aventurar cómo haría cada uno lo que ha escuchado. Ensayar sin límites. Modelar la expresión y la voz. Equivocarse y volver a empezar. Amar el medio por encima de todos los demás. Preocuparse por el qué, pero también por el cómo. Saber cómo se realiza. Yo que sé… ¡¡¡me pasé media juventud viendo trabajar a mis ídolos!!!

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Con Carlos, qué suerte tenerle tan cerca

-Igual que yo, Carlos, y tú eras (eres) uno de los míos. Gracias por sincerarte conmigo y estar tan cerca de mí en los momentos difíciles.

Me despedí de los tres y nos emplazamos a otro futuro encuentro. Tomé un taxi con dirección a la estación de Santa Justa y cogí el AVE de vuelta a Madrid. De nuevo apliqué la gimnasia mental a mi cabeza para rebobinar las horas vividas, tan intensas, tan felices, y trasladarlas a un papel en forma de notas.

En esta vida, somos lo que sembramos. Y en mi caso, puedo decir con orgullo, que me siento feliz por el camino emprendido y, sobre todo, por los compañeros de viaje con quienes me he encontrado.

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