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Carlos Herrera  

 

ONDA CERO

Pilar Vila San Juan es una religiosa que lleva 35 años en Pakistán, dirige un colegio en Lahore, a unos 200 kilómetros de Peshawar, donde ayer unos talibanes atacaron un colegio militar y mataron a más de 140 personas, la mayoría niños.

Pilar nos cuenta cómo se está viviendo las consecuencias de este atentado en la zona "estamos muy, muy tocados y hay mucho miedo".

Explica que los terroristas han matado a los hijos varones de los militares sabiendo que con ello iban a hacer más daño y teme la venganza que este ataque pueda causar.

Llama la atención sobre los contactos que los terroristas pudieran tener dentro del conlegio porque, si no, no se entiende cómo entraron allí disfrazados de militares.

Compara a los talibanes con Herodes por la matanza de los "Santos Inocentes" hijos varones de los militares

 

EL PAIS  - Entrevista el 29 de mayo de 2009 - Lahore. Pakistán

"Lo mío sí que es alianza de civilizaciones"

¿Qué hace una barcelonesa en Lahore? "Me enamoré de Pakistán". La hermana Pilar es Pilar Vila-San Juan Sagnier -"no olvides el apellido de mi madre"-, religiosa de Jesús María y todo un carácter que rompe con el estereotipo de la misionera. Su trabajo como directora del colegio de esa orden en la capital del Punjab es sólo parte de su compromiso con los cristianos paquistaníes y su empeño en fomentar la convivencia con los musulmanes.

"¿Quieres ver un ejemplo de diálogo de civilizaciones?", pregunta. Y muestra en su móvil la foto de dos niños guapísimos, uno cristiano y otro musulmán, de su centro de educación especial, "tratando de ponerse de acuerdo sobre cómo rezar". El Centro Thevenet (en honor a la fundadora de su orden, santa Claudina Thevenet) es la niña de sus ojos. Allí ha logrado lo que parecía imposible, educar juntos a niños y niñas, musulmanes y cristianos, pobres y ricos, tres cócteles humanos que este país siempre había evitado.

La misionera educa juntos a cristianos y musulmanes en Pakistán

"Yo no vine aquí a convertir a musulmanes, sino a educar a niños y niñas cristianos y musulmanes en los valores de la convivencia, esto es alianza de civilizaciones", aclara esta mujer de 57 años. Su trabajo destaca en estos momentos de radicalización de la sociedad paquistaní, cuando las minorías, y en concreto los cristianos, se han convertido en objetivo de los extremistas. De hecho, los anfitriones de nuestra comida piden que no se les mencione para evitarse problemas. "No entiendo cómo 170 millones de musulmanes se pueden sentir amenazados por apenas dos millones de cristianos", reflexiona Vila-San Juan.

Pilar es una mujer de armas tomar. Cuando el padre de una de sus alumnas trató de sobornarle para arreglar un suspenso de la niña, ella le señaló la puerta. Ofendido, el hombre le levantó la mano. "No sé de dónde me salieron las fuerzas, pero le dije: 'Ni se le ocurra, que no soy su mujer".

La violencia contra las mujeres está a la orden del día. No es la primera vez que alguna alumna le pide ayuda porque su padre ha pegado a su madre o ha abusado de ella. Y eso que se trata de un colegio privado donde se educa la élite de Lahore. "Me dan ganas de matarles", se le escapa. Enseguida matiza que es una forma de hablar. "Los 30 años que llevo de monja no te preparan para las situaciones a las que te enfrentas aquí".

Dicho lo cual, se entiende que antes de dar cuenta de la ensalada y el delicioso plato de pescado con verduras que nos ofrecen los anfitriones, confiese que echa de menos tomarse una horchata y un arroz negro. No parece mucho pedir. Han pasado dos años desde su última visita a España. Dentro de unos días volverá a visitar a su familia. No esconde la emoción.

"Soy muy apasionada". No hay más que verla hablar de sus alumnos, de las prostitutas a las que visita o del reparto de comida entre los pobres para darse cuenta de que pone el alma en lo que hace. Ahora está embarcada en una colecta para los desplazados de Swat. Su objetivo es que cada clase reúna las 6.000 rupias (60 euros) necesarias para atender a una familia en los campamentos.

Directa y poco amiga de los halagos, Vila-San Juan advierte de que no le gusta que la encasillen por su hábito. "Es mi opción personal; y ser monja no define mi calidad humana". Y dice con humor: "Las monjas somos como las bebidas, las hay de mejor y de peor calidad".