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Carlos Herrera  

Carlos Herrera analiza las consecuencias de los posibles escenarios tras un pacto, o no,de PP y Vox para gobernar en Castilla y León

COPE

 

Señoras, señores, me alegro. ¡Buenos días!

 

Son las 8 de la mañana de este miércoles 16 de febrero que, en teoría, era el día en el que tenía que empezar la invasión rusa de Ucrania, decían los servicios secretos norteamericanos. Pero es el día en el que Putin, eso sí, reforzando sus amenazas retira o mueve alguna de sus tropas en la frontera con Ucrania y también retira a militares que hicieron maniobras en Crimea, vuelven a sus cuarteles. ¿Qué hay dentro de la cabeza de Vladimiro? Solo Vladimiro lo sabe.

El presidente Putin

TRAGEDIA GALLEGA EN LA MAR

Es el día también en el que cunde la inquietud, desde luego el desespero de las familias de los pescadores del Villa de Pitanxo, que ayer fue ahundirse a las costas de la Isla de Terranova, en Canadá. 24 personas a bordo, hay 11 personas que continúan desaparecidas, hay 10 personas que han fallecido.

El pesquero Villa de Pitanxo se hundió la pasada madrugada

CASADO DESHOJA LA MARGARITA: SÍ O NO A VOX

Y ayer la política se traducía, se lo vengo diciendo desde el lunes, no es que sea un profeta. ¿Dónde se ha puesto el foco después de las elecciones de Castilla y León, en el que ha ganado, en el que ha perdido? ¿En el que ha perdido porque ha desatado una crisis en su seno? No, no. En el que ha ganado por la diatriba a la que ahora mismo se expone para intentar gobernar o bien en solitario o en coalición. Y, de esa manera Sánchez ha intervenido diciéndole al PP que renuncie oficialmente a gobernar con Vox, a que si quiere su apoyo desde luego desaparezca cualquier atisbo de pacto en ninguna comunidad.

Sánchez le pide al PP que rompa sus acuerdos con Vox si quiere el apoyo del PSOE en Castilla y León

Vox es la ultraderecha ¿eh?, pero con lo que yo pacto no es la ultra, ultra, ultraizquierda. Y apareció Casado. Y ahora, piensen ustedes en este hombre, en Pablo Casado, que es el que tiene que tomar una decisión. Una decisión con múltiples carambolas y que asegura múltiples consecuencias en varios escenarios, y plantéese lo que seguramente está diciendo él. Es que hay mucha gente que me está diciendo que diga sí a Vox y hay mucha gente que me está diciendo que diga no a Vox, y la verdad, hay argumentos en cada uno de los dos que son convincentes. Pero claro, si digo que no a Vox a mí me acusan de hacerle el juego a la izquierda que sí puede pactar con los extremistas; si digo que sí, legítimo a un partido del que me separan asuntos fundamentales que harían muy difícil algún tipo de gobierno, si no llego a pactos previos. Si yo digo que no a Vox, me van a acusar de perpetuar a Sánchez; si digo que sí a Vox, abandono el centro político que se ha vaciado por el desmembramiento de Ciudadanos. Pero, si digo que no a Vox dejo a Sánchez dependiente él, vamos, de fanáticos extremistas y es el único que dependerá de fanáticos extremistas, a mí no me podrán acusar de eso. Pero, si digo que sí, impido que sea la izquierda la que decida dónde está el bien y el mal, quién puede gobernar y quién no. Si yo digo que sí a Vox, le doy al PSOE hecha la campaña de identificarnos con la extrema derecha, calla, calla. Pero, si digo que no, mis votantes pueden sentirse abandonados solo por el hecho de no evitar la crítica del contrincante.

Bueno, y en ese debate está Pablo Casado, con más puntualización. Si digo que sí, me van a acusar de buscar el camino más fácil, peligroso, para echar a Sánchez y aún queda mucho para las elecciones. Si digo que no, puedo encallarme en la búsqueda del centro donde parece estar todo, pero puedo enfadar también a Vox y a parte de mis votantes que a lo mejor se irían a Vox. Si digo que sí, sumo mayorías pero cuidado, movilizo a la izquierda, la movilizo toda y hay elecciones pronto en Andalucía, dentro de unos meses. Si digo que no, quedo muy liberal, muy centrista pero me aseguro tensiones en mi partido empezando pues por, pues por Ayuso o alguna o algún ejemplo más. Si yo digo que no a Vox, me dirán ¿por qué los otros pueden sustentar un gobierno de terroristas, de Batasuna y yo no puedo entenderme con un partido legal que no aplaude a ningún asesino? Si yo digo que sí, yo Casado digo que sí, gobernar en Castilla y León, gobernaré pero arriesgo las elecciones en Andalucía, le complico la vida a Juanma Moreno. Si yo digo que no a Vox, hombre me echarán en cara que yo transija con que Kubati, por ejemplo Kubati, un asesino como Kubati pueda ser interlocutor del gobierno y yo no pueda sentarme con Abascal, que no solo no ha matado a nadie sino que le han querido matar a su familia en su pueblo, en el País Vasco. Yo Pablo Casado, si digo que sí a Vox me dirán que he elegido el mal menor en lugar de tener coraje e ir a por la mayoría sin apoyarme en populismos. Pero si digo que no, me van a acusar de torpe, de no darme cuenta de que gobernando con Vox es buena manera de librarme de Vox, como Pedro Sánchez ha hecho con Podemos.

En cualquier caso, cualquiera de estas diatribas, estos escenarios, necesita de algo: audacia. Hay quien le dice a Casado, oye Casado ¿qué hizo Sánchez cuando se encontró en un caso como este? Echo cuentas, las matemáticas. ¿Qué cuenta salía y qué matemáticas salía? Pactas con Podemos y con la escoria, pues a pactar con Podemos y con la escoria, que luego ya vendrá alguien que lo siembre remilgos que para eso es de izquierdas y puede hacer lo que quiera, lo justificará. Y en eso estamos, vamos a ver.