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Carlos Herrera  

 

COPE

Hoy Diego Martínez nos trae la vida del famoso escultor  Eduardo Rubio Cruz, almeriense como él.

Eduardo, es la bondad en persona. A sus 90 años vive en Macael, pero detrás tiene una historia de esfuerzo, trabajo e ilusión. Su vida parece sacada de una película. Nacido a los pies de las canteras de mármol de su pueblo. Macael. Ya con 7 años, Carlos hacía cruces para el cementerio. Ya se veía su vena artística.

La familia se va a Argentina. El joven Eduardo, que acaba de cumplir la mayoría de edad, se marcha con sus padres a Mar del Plata buscando nuevas metas y horizonte. Él me ha dicho a mí, porque Eduardo vive. "Me fui a Argentina porque allí se podía comer más". Mientras trabajaba con su padre, aprendió ciertas técnicas con el escultor José Alonso y con Líbero Badi, que le enseña la técnica de la pintura y el grabado.

Y allí conoció a su esposa.Antes de marcharse a Estados Unidos, conoce en Argentina a Rosalía Varela, una mujer nacida en Galicia. Se quedan prendados el uno del otro. Eduardo, un señor que irradia cariño, que los que lo conocemos sabemos que es besucón y que tiene mucho corazón. Rosalía siempre ha estado a su vera y ha sabido entenderlo y amarlo durante más de seis décadas. Eduardo recuerda a Rosalía bailando.

Y llegó el momento de trasladarse a Los Ángeles, donde estuvo cerca de 30 años.

Él me comentaba "en Argentina, tengo que reconocer, que no me fue nada mal la vida, pero yo quería algo más. Tenía dada mi juventud otra aspiraciones y me marché. No fue fácil porque yo pensaba que sabía inglés, pero tuve que perfeccionarlo". Y está claro que en un país que no conocía, Eduardo tuvo que empezar casi de cero, de nuevo.

Y empezó con la artesanía, la vendía muy barato y luego empezó a trabajar para decoradores.

Los principios no fueron fáciles y vendía su obra muy barata. Pero poco a poco Eduardo se creó una imagen que llegó a ciertos decoradores que le encargaban otros trabajos de esta manera y poco a poco fue conociendo gente muy rica y sobre todo a grandes actores y actrices del momento.

Por ejemplo, hubo una solicitud de un trabajo muy particular por parte de la viuda de Kennedy.Una persona en su nombre, que dijo ser su decorador, le encargó una mesa que luego se rompió. Se trataba de Jacqueline Kennedy, entonces viuda de John Fitzgerald Kennedy. Hizo también una gran amistad con Charles Einstein, Zaza Gabo y Carol Dunn. Él decía "me hacían encargos para sus mansiones y yo encantado, pagaban muy bien".


Hay una actriz con la que el trato fue muy especial y siempre lo llamaba para cualquier cambio en su casa.Se trata de Linda Evans, de la serie Dinastía. Una mujer fantástica y un encanto de persona. Según Eduardo, el escultor y artista, con la humildad que le caracteriza, no daba gran importancia realmente a granjearse con actores que entonces estaban en pleno esplendor artístico. Cruz ya era conocido entre los artistas y luego ya sus piezas empezaron a ser adquiridas por magnates de distintas cadenas empresariales, como el presidente de McDonald's o el alcalde de Los Ángeles, Tom Brady.

Y después de años en Estados Unidos, regresó Eduardo a sus raíces.

Ganó mucho dinero, pero también gastó mucho. Vivió intensamente la vida y trabajó sin parar. Viajó por muchos lugares del mundo hasta que un día pensó que tenía que volver a sus raíces. "Mis pies salieron de mi pueblo, pero mi cabeza y mi corazón nunca". En 1997, Eduardo y Rosalía decidieron venirse a Almería, a Macael, a su pueblo añorado, tierra de mármol.

Estuvo un tiempo en un apartamento que se había comprado un aguadulce, pero ya la edad no perdona. "Estoy bien de las piernas, pero coordino menos". Me confesaba estos días. Lo cierto es que pronto cumplirá 91. Se mantiene acompañado de su esposa Rosalía, con 88 años y todavía le queda ilusión. "Quiero hacerme una escultura, pero Rosalía no me deja". Eso sí, comenta que le quieren hacer un museo en su pueblo. Se lo merece.