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Carlos Herrera  

Damas y caballeros, tengo una buena noticia para darles a esta hora de la mañana, y es que los seguidores somos muchos de Fernando Aramburu tenemos la satisfacción de saber que tiene nueva novela "Los vencejos", es decir, todos aquellos que descubrieron a Fernando Aramburu a través de Patria, que han sido ingentes legiones y legiones de personas. Ahora están en primer tiempo de saludo esperando esta este de este libro, este libro escrito con el gusto y la precisión de quien escribe sus últimos pensamientos, las últimas pinceladas de una vida no les asusto. La vida del protagonista de la novela, no del autor que está puesta. Vamos. Pero como una rosa.

CH.- Fernando Aramburu Buenos días.

FA.- Hola Carlos. Buenos días.

CH.-  Que alegría más grande saludarte y darte la enhorabuena. Estoy metiéndome de cabeza. Bueno, esto es Aranburu, íntimo de jardín interior puro.

FA.- En cierto modo sí que se tocó distintas en distintos palos. En mis obras procuro que sean diversas. Y aquí, efectivamente, lo que yo ofrezco a los posibles lectores es una mirada en la intimidad de un ser humano, de un ciudadano de nuestros días, que lleva a cabo una larga y minuciosa confesión por escrito.

CH.- Es la historia de un individuo que decide que se va a quitar la vida pasado un año, cuando lleguen los vencejos. Y mientras espera, va escribiendo estas notas para ir valorando la decisión. El protagonista sabe, y lo sabe el lector, las razones de ese hastío.

FA.- Bueno, al principio tiene algunas intuiciones, pero en cierto modo él se concede un margen generoso de tiempo, de un año, entre otras razones, para saber por qué no desea seguir existiendo, aún cuando su situación económica no es aceptable. Es un hombre que tiene salud, pero es un hombre muy solitario que considera que lo mejor de la vida ya lo tiene atrás y no desea seguir viviendo. Bueno, como tiene un talante racional, además le gustaría, antes de dar el último y crucial paso, saber por qué lo quiere dar.

CH.- Las reflexiones de un protagonista que crea un autor también conducen al autor. Es decir, hay veces que esas reflexiones uno uno escribe sabiendo un final o no, no lo sé.

FA.-En mi caso sí, si conozco el final desde el principio.

CH.- Pero un final puede cambiar.

FA.- En mi caso cambió. Es decir, yo necesito un final porque sin él no sé a dónde voy. Empezaría a acumular más del lenguaje escrito sin sin una orientación, sea que por razones prácticas me impongo un final que normalmente soy de respetar, salvo en este caso, donde tenía ideado otro final bastante más negro. No voy a revelar el que hay, pero el editor me prohíbe con razón desvelar esto. Pero esto me permite, en cada página que va surgiendo, saber más o menos a qué distancia estoy de la meta del destino al que me dirijo.

 CH.- El medio de ese año se da al protagonista, se lo da y coincide con la llegada de los vencejos allá por la primavera. Me imagino que la gente sabe de la presencia de los vencejos. Hay gente que no conoce los vencejos, las golondrinas

FA.- En sí y en general. La gente sabe que en esta ciudad de Madrid, pues el cielo a partir de un momento de la primavera, se llena de ese hermoso pajarito chillón. Pero si me he encontrado con los madrileños que no tenían ni idea de que no sólo de que había vencejos, sino de que es un cerro, no? Y eso tiene demuestra un poco el tipo de vida que llevamos. Nos movemos por la calle procurando que no nos atropellen las motos ni los coches. Miramos los escaparates, miramos las caras de los que se cruzan con nosotros. Y si la ciudad ofrece mucho más? Sí que hay madrileños que saben que, de hecho, algunos me han ayudado hoy que no hay ornitólogo que me comunicó la fecha de llegada de los vencejos en 2019. De lo cual estoy muy agradecido.

CH:_ La historia es una cuenta atrás, pero sin embargo, cuando la leemos tenemos sensación de una vista atrás. Es decir, es el el la recolecta de la vida de un individuo.

FA.- Si esta idea de la cuenta de la cuenta atrás me gusta mucho, me gusta que se interprete así. La novela tiene un inconveniente para el lector, posiblemente, y es que lo colocan en una situación un tanto incómoda o incluso desazón ante, puesto que al saber que desde la primera página que el protagonista ha decidido quitarse la vida en sí progresa en la lectura. Así pasa la página está acercando al protagonista su final y en cierto modo lo está ejecutando. Algún lector en privado me ha dicho que es una situación un tanto desazón ante para para el que lee, no que se consume o no la decisión. Eso es algo que yo no voy a revelar aquí.

CH.- El Fernando Aramburu trabaja siempre con método y hay cuestiones técnicas que te exiges tener claras la elección del lenguaje, la dimensión de los capítulos, la estructura, lo que tenías claro en esta novela, que es un libro denso, interesante, largo, no es un breve, no es "Los peces de la amargura", por ejemplo?

FA.- No, en absoluto. Yo tengo la costumbre de diseñar las novelas y de tomar una serie, decisiones que después aplico de la manera más congruente posible. Lo hago porque me facilita el trabajo y porque así me puedo dedicar de lleno a lo que es la trama, que es, en definitiva, lo que después recibirá el lector. Y tenía claras algunas cuestiones. Por ejemplo, elegí el escenario Madrid porque me apetecía vivamente dar, al mismo tiempo que contaba las peripecias de una serie de personajes, un dibujo social de la España de nuestro tiempo. Y en Madrid es un centro político de primer orden en el cual suceden hechos relevantes y sin necesidad de pararme a reflexionar sobre ellos. Yo sabía que estos hechos irían en el paquete, no? También elegí el elenco de personajes. El lector se encontrará un esquema al inicio del libro que le adelante. Además, la estructura de este con un personaje central que además es narrador, alrededor del cual, como en el sistema solar, pues giran una serie de planetas que son los otros personajes y todas las decisiones relativas a la lengua escrita también las tomo de antemano y ya si trabajo yo suelo trabajar con método. Me siento descrito cuando se dice que trabajo así y así seguiré haciéndolo.

CH.- Claro, claro, las leyes también. El barrio de la Guindalera, barrio de clase media,

FA.- Lo elegí por razones prácticas. Al principio porque me pillaba muy cerca de los lugares donde suelo alojarme. Lo visité repetidamente y me di cuenta de que es un barrio muy auténtico. Es decir, no es un barrio donde uno se topa con grupos de turistas, no hay edificios mastodónticas y lo que hay es vida de barrio, vida de barrio, comercios pequeños, gente que se para a hablar delante de los portales o en las esquinas de. Las calles y eso me pareció idóneo para el tipo de historia que yo quería contar.

CH.- Digamos que el protagonista es un varón en la época del patriarcado. Piensa que le han educado de forma penosa,

FA.- Lo educaron mal. Es de mi generación. Lo educaron como os educaba en aquel tiempo, cuando considerábamos o consideraban nuestros educadores, en los cuales incluyo también a los padres. Qué es la bofetada? Tenía un efecto terapéutico. Nos convencieron de de que la letra con sangre entra y todo esto no. Y después pues llegamos a la democracia con unos añitos y nos dimos cuenta de que todos aquellos métodos ya no servían, que tendríamos que crear una sociedad de iguales en que se regía por leyes más o menos consensuadas que nos gobernasen, pues personas elegidas popularmente y las mujeres legítimamente reclamaron también su parte del pastel, cosa que yo apoyo. Y entonces, pues hay varones que no han terminado de adaptarse a esta situación, de aprender nuevos roles y están los pobres, pues un poco como mis personajes, un poco desplazados, un poco solitarios. Yo no quise que incurrir en la violencia, eso ya lo tenía claro desde el principio. Eso es un método muy fácil. Claro, si yo elimino al oponente, pues me quedo con el terreno, me quedo solo. No, esto me parecía muy simplón. Y entonces pues muestro hoy un par de varones fundamentalmente, que están ahí en su bar, con sus conversaciones y como el que narra el protagonista, pues cree que escribe para sí mismo, que nadie va a leer lo que está escribiendo, pues el hombre se despacha sin ningún tipo de freno y vuelca sobre las páginas descarnadamente toda su franqueza.

CH.-Le pediste a un profesor de secundaria que se leyera la novela? Pues sí, creo que lo hizo. Un par de sugerencias sobre la vida escolar. Interesantes.

FA.- Sí. Recurrí por medio editorial a un escritor. Lo voy a decir. El nombre Ernesto Calabuig, que además es profesor de filosofía en un instituto madrileño. Y yo fui docente durante 24 años, pero dentro del sistema educativo alemán e intuía que habría bastantes diferencias. Entonces, para estar seguro, le solicité a esta persona que me leyese la novela, particularmente los pasajes que están relacionados con la enseñanza y que me señalarla de errores o términos inapropiados. Y eso hizo y me hizo una serie de sugerencias que por supuesto acogí con agradecimiento

CH.- En los cuando cuando eras profesor Fernando eran los alumnos, algunos hijos y sobre todo nietos de emigrantes que aprendían lengua materna. No sólo les enseñabas el idioma, también la cultura. Canciones que decían cómo se colocaban ante nuestra cultura todos ellos.

FA.- Bueno, esta enseñanza, que se llama effectivamente lengua materna, abarcaba también aspectos culturales. Así que en clase, pues aprendíamos poemas, aprendemos canciones de la geografía española, un poco de la historia, todo esto entraba dentro de las directrices. La asistencia era voluntaria, pero tenía un gran respaldo por parte de los padres o de los abuelos que veían que sus hijos o nietos habían nacido en Alemania y estaban cada vez más desvinculados de la cultura española y deseaban aprovechar esta oportunidad que se les daba de aprender un poco, de conservar el idioma que se hablaba en casa, a menudo de una forma precaria, con la esperanza de que estos críos, estas criaturas, pudieran relacionarse con sus tíos y abuelos cuando en verano visitas en España. A mí esa idea me pareció muy buena. Era realmente un trabajo muy bonito. Sé cómo han evolucionado algunos alumnos que ahora ya son adultos y algunos trabajan en empresas de alto nivel, son bilingües o trilingües. Y efectivamente, el gobierno alemán, que asumió los gastos de esta enseñanza que se daba no sólo en español, también italiano o griego, turco, etc., pues creo que fue muy avispado porque consiguió formar precisamente adultos que bueno, que eran muy útiles para eso, para la base industrial del país, no? Pero bueno, había también un aspecto sentimentaloide que era quizá preponderante, no?

CH.- Dos cuestiones más sobre esta cuestión. Sobre este libro, uno de los vencejos es la crónica de una pequeña decadencia diaria.

En cierto modo sí. Decadencia que también va acompañada con la decadencia del personaje que se ve además en un momento de la historia de su país, no especialmente entusiasmante, sino más bien todo lo contrario, que asiste con con desesperanza y con desánimo al al avatar político en el que estamos metidos. Y en todos los casos eso trasciende a las páginas de la novela, que tiene tramos también jocosos y divertidos. No es un libro solamente negro, pero sí que tiene tramos de cierto, de cierto desánimo de época.

CH.- ¿No supone mucha presión escribir un libro después de haber escrito después del éxito de "Patria", tanto editorial como televisivo?

FA.- En mi caso, no. Tal vez por la edad que tengo y porque, bueno, he llegado a un momento en mi vida en que, aunque tengo la serenidad muy asentada, sí que al principio tuve que compaginar el trabajo en la nueva novela, pues con las tareas de promoción que me alejaban del escritorio e sometían a viajes continuos y esto suponía poder interrumpir el trabajo en el nuevo libro, lo cual es bastante un trastorno bastante grande. Pero después me encerré a escribir, vino la pandemia, tuve que cocinarme y probablemente a los mensajeros. Es el libro que yo he escrito con las manos más libres y con la mayor dedicación e intensidad con que yo he escrito el libro alguno mío,

CH.- Pues con la misma dedicación e intensidad, los lectores de Aramburu nos editaremos con la lectura. Pero antes una pregunta o unas preguntas de Goyo González

GG.- Para el vencejo su patria es el aire, para Rilke su patria era la infancia, para Aramburu países aparte. ¿Cuál es su patria?

FA.- Mi patria, mi patria, si es que hay alguna. Es el abrazo.

GG.- ¿A usted le gustaría morir al atardecer y mirando al mar? ¿Qué haría desde el amanecer al ocaso de su último día?

 FA.- Bueno, llevaría a cabo actos comunes que reafirmas en la vida. A mí no me gustaría marcharme amargado. Tomaría un vino, leería unos pasajes del Quijote, abrazaría a mi mujer y a mis hijas. Comería una sencilla pero suculenta tortilla de patatas. Escucharía una sonata de Beethoven. Estas cositas.

GG.- Ahora resulta que no muere. Que se reencarna en un perro. Elija raza y familia.

FA.- Bueno, tengo un bichón en albanés al que tratamos, pues como un miembro más de la familia. Así que buscaría, buscaría mi domicilio, me buscaría a mí mismo y en cuanto me viese saltaría la piel, sus piernas y trataría de lamer mis propias manos con todo el cariño y la euforia que tienen estos animales.

GG.- ¿Sería usted un bichón entonces?

FA.- Bueno, pues. Pero bueno, ya puestos a imaginar, ¿no? ¿Por qué no disociarse en dos seres de dos especies distintas? Ah, muy bien.

GG.- ¿Quién quiere que gane las elecciones alemanas? ¿Usted vive en Hannover?

FA.- Sí, soy votante. Estoy dudando entre los verdes que un día me gusta y otro me decepcionan. Y tal vez la socialdemocracia, que es bastante civilizada en la República Federal de Alemania.

GG.- Y ya por último, me recomendaría un. Y perdone usted por la pronunciación. No soy traductor ni domino. El alemán es Rubén Tup, un guiso de nabos y de carne característico de la cocina de Hannover.

FA.- ¡Caramba! Yo jamás he comido semejante cosa. Pero en todo caso, en Alemania es un país muy interesante. Músicos y demás. Pero pero uno va con intenciones gastronómicas a Alemania, que lo que no va a encontrar grandes cosas es un país maravilloso. Pero vamos a decir que la gastronomía no ha evolucionado como otras actividades de dicho país.

GG.- No es por tanto, inspiradora como la Magdalena para Proust, ¿no?

 FA.- O sea, ir a Alemania a comer nabos. No.

GG.- Hay otros sitios para comérselos.

CH.- Es Fernando Aramburu y su nuevo trabajo, "Los vencejos". Querido Fernando, un abrazo muy fuerte.

FA.- Gracias por este abrazo correspondido. Carlos. A los dos. 

COMPRAR EL LIBROLa nueva y extraordinaria novela de Fernando Aramburu tras el éxito internacional de Patria.

Mediada la cincuentena, Toni, un profesor de instituto decepcionado con el mundo, decide poner fin a su vida. Meticuloso y sereno, tiene elegida la fecha, dentro de un año. Hasta entonces cada noche redactará, en su piso de la Guindalera, que comparte con su perra Pepa y una biblioteca de la que se va desprendiendo poco a poco, una especie de crónica personal a ratos dura y descreída, a ratos tierna y humorística. Con ello espera ponerse en claro consigo mismo, contar los principales hechos de su pasado, y una multitud de asuntos cotidianos en una España sacudida por las convulsiones políticas. Aparecerán sus padres; su hermano, con quien nunca mantuvo una buena relación; su exmujer Amalia, de la que, aunque quisiera, no logra desconectarse del todo; su problemático hijo Nikita; su amigo Patachula, aún más cáustico y desengañado que él; la bondadosa Águeda, que regresa de un antiguo amor truncado, y tantas otras figuras que el narrador disecciona con implacable bisturí. Todas van conformando una fascinante y adictiva constelación humana, en la que se suceden los episodios amorosos y familiares, y peripecias de toda índole que trazan la radiografía de un hombre desorientado, que vuelca hasta la última partícula de su intimidad, pero que, queriendo hacer recuento de sus ruinas, insufla una inolvidable lección de vida.

Ácida y enternecedora, Los vencejos es la nueva obra maestra del autor de Patria, que lo confirma como uno de los mejore escritores europeos.