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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana. 

Las dudas sobre España y también sobre Cataluña no son un asunto exclusivo de quienes aquí moramos, sino que impacientan también a inversores foráneos.

Es cierto que últimamente, como hay mucho activo que está barato, inversores extranjeros, por ejemplo, fondos de inversión, se dejan caer por España y aprovechan la coyuntura para comprar tradicionales negocios y patrimonios inmobiliarios de sello nacional a precio más o menos de ganga. Los de aquí, fustigados por la crisis, necesitan monetizar parte de su patrimonio para resistir y a veces solo queda la posibilidad de vender determinados activos para generar liquidez con la que seguir aguantando.

Pero hay otros inversores de fuera, que invierten en industria y en actividad empresarial, que ven sombras sobre la marcha de nuestra economía y no únicamente por los problemas achacables a la pandemia. A quienes invierten más económica que no financieramente en España les inquieta la inconsistencia de nuestros gobernantes, la ostensible incertidumbre política, el ambiente poco confortable que los políticos crean respecto al mundo empresarial y las subidas de impuestos en una situación tan patética como la actual. Si la caída de la demanda es la primera preocupación, el contexto económico y político junto con el precio de la energía y las materias primas, así como la inseguridad jurídica, suman dudas sobre la economía española.

Los empresarios extranjeros se lamentan de la falta de interlocución con los políticos, precisamente cuando se plantean posibles inversiones en España. Y eso daña la imagen de nuestro país