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Carlos Herrera  

 

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El nuevo libro de Ramón Tamames, "La mitad del mundo que fue de España" es en parte culpa de las clases de historia del imperio español que le daba su profesora Madame Martínez en sexto de bachillerato, y dice que esta mujer lo sabía todo y además lo explicaba muy bien. Por eso es el libro que debemos leer para recordar la importancia de la historia de nuestro país. Se lleva la mitad del mundo que fue de España. Una historia verdadera, casi increíble.

Entre los siglos 16 y 18 hay más o menos, España salió al resto del mundo y prácticamente se hizo con el resto del mundo. Y no conmemoramos apenas nada. Eso es una anomalía en la historia de los países.

Cuando dio la vuelta al mundo Drake, 70 años después que Elcano, los ingleses tuvieron el barco en un muelle de Londres durante decenios hasta que se acabó hundiendo y mantuvieron un pedazo de madera de la proa en la Universidad de Oxford indefinidamente y allí está. Nosotros de la Nao Victoria, se vendió al poco de dar la vuelta al mundo y naufragó en el Caribe después. No hemos conservado ningún recuerdo ni de todas esas embarcaciones maravillosas que hacían un recorrido formidable. Pero lo más terrible es que una visita del presidente del Gobierno Sánchez a al presidente de México, decidieron los dos no hablar de Hernán Cortés para nada. En 1519, cuando llega Cortés a Tenochtitlán, a la capital de los mexicas, de los aztecas, es bastante ruin, por no decirlo de otra manera y desde el punto de vista pedagógico, es una renuncia a uno de los hombres más inteligentes que se han parido en España.

Está tan mal visto hablar de Cortés ahora mismo como de Cristobal Colón al que le tiran las estatuas por doquier.

Es todo un disparate. En el caso de Cortés, porque además no solamente es un conquistador, es un estratega, es un táctico militar de primer orden. En la toma de Tenochtitlan se estudian todas las academias militares del mundo. Aquello fue una batalla naval combinada con una infantería increíble. Y luego, además, fue un gran empresario porque todo lo hizo con recursos allegados por él mismo. No hubo capitulaciones directas con el Rey, si se le pagó el quinto real, naturalmente. Y luego fue un gran escritor, porque las cartas de relación son formidables, sencillamente. Y además, el título que a él más le gustó, que le dio Carlos V, cuando ya le retiraron los poderes, fue protector de los indios, porque una vez derrotados, él fue precisamente el que mejor defendió a la familia. Por ejemplo, de Moctezuma. A los herederos de Cuauhtémoc los tenía, por así decirlo, protegidos y la nobleza azteca, pues durante muchos años perduró dentro incluso de los altos cargos de la de la Nueva España. Olvidar a Cortés, olvidar un ser privilegiado en cuanto a sus capacidades y acciones.

Nunca se quiso ver desde México la figura de Cortés, a pesar de que muchos de ellos eran hijos de los españoles que fueron con Cortés. Fue un cambio radical, porque cuando él murió durante 300 años que duró el virreinato, Cortés era un héroe nacional para todos, incluido Malinche. Su labor, su labia, que era su traductora y al mismo tiempo su compañera, en muchos casos durante tres siglos. Pero llegaron los independentistas, los que habían ganado la independencia por la cesión del virrey. El virrey cedió sin batallas el año 1821 la posesión de la Nueva España a Iturbide, que luego se hizo emperador. Y a partir de ese momento los criollos atacaron a Cortés para congraciarse con los indios que conservaban muchas de sus comunidades y fueron siendo expropiados y maltratados, hasta el punto de que AMLO, el presidente de México, ahora ha tenido que pedir perdón a los yucateca porque hicieron una guerra en Yucatán que acabaron prácticamente con ellos. Es tremendo una situación de cinismo total. Eso sí, hay unos mexicanos que estudiaron a Cortés mejor que nadie. José Luis Martínez, su libro es el más formidable de todos.

El papel que tuvo España en esos siglos supuso. es decir, el salir a ver el mundo, a conquistar el mundo, a las grandes gestas, eso supuso avances en navegación, en cosmología, en botánica, en medicina. Supuso pasar de carabelas de 80 toneladas a barcos fragatas ya en el siglo XVII de más de mil toneladas y con composiciones de cuatro o cinco barcos, como sucedió en la Ruta de la Seda Marítima desde China y Manila hasta Acapulco, Veracruz y Sevilla. Es la ruta más larga. Hubo un intercambio formidable que incluso creó problemas de inflación en China con la plata española y luego hubo avances en la medicina, muchos, incluso los españoles, fueron los que descubrieron el problema del escorbuto. Era un problema de vitaminas. No lo llamaron vitaminas, claro, pero descubrieron que con un jarabe de limón eso se resolvía. Y luego en botánica no digamos. Tenemos el caso de El Botánico de Colombia, donde estuvo en el reino de Granada mucho tiempo trabajando y que los colombianos lo consideran de allí mismo. Pues Celestino Mutis es un maestro al nivel de nada menos que el sueco Linneo, con el que tuvo una correspondencia. Yo tengo una carta precisamente en latín entre los dos. Se avanzó mucho en todo y cosmología. Todos los sistemas de navegación se fueron. Hubo un navegante como Cortés, que se llamaba Minos y era especialmente dotado y consiguió que en una embajada que envió Cortés a Carlos V cruzar desde Veracruz a Sevilla en 42 días, un verdadero récord de navegación rápida. Quedaron sin escorbuto ni nada porque era un trayecto muy corto. Los del Pacífico eran tremendos. Era muy peligroso.

Tiene mucha importancia Juan Sebastián Elcano en este libro, Magallanes no era un gran marino, había hecho expediciones, había estado en batallas portuguesas en Marruecos, había estado en la India, había estado incluso en Malaca, etc.., pero no era un gran marino. En cambio, el caso de Elcano es fundamentalmente el de un marino, que además se da cuenta de que estando en las Molucas no puede volver por la misma ruta por el hemisferio español, como pretendía Magallanes. Magallanes no quería dar la vuelta al mundo. Quería volver por el mismo hemisferio español. Volver a su estrecho. Cruzar el Atlántico y llegar a Sevilla en la idea de dar la vuelta al mundo. Es exclusivamente de Elcano. Absolutamente. Y además. ¿Por qué? Pues porque era un 40 por ciento más corta. Y segundo, porque la amaba. Yo estaba muy mal. Y tercero, porque quería llegar cuanto antes y a riesgo encontrarse con los portugueses. Tuvo un encuentro muy malo en Cabo Verde, pero al final llegó triunfante, por así decirlo, a Sanlúcar de Barrameda, el hogar Sevilla, donde escribe su carta a Carlos V. Es una proeza de dice Majestad, navegando siempre hacia el oeste dimos la primera vuelta al mundo. Ese es el documento máximo, al tiempo que se levanta un mapa del imperio español con toda la América y el Pacífico entero.

Dos libros de Elvira Carro Barea muy importantes que se explica la Leyenda Negra del comienzo por situaciones políticas conflictivas. No cabe duda de que Antonio Pérez, el secretario de Felipe II, armó la marimorena. Y es el principal autor de La Leyenda Negra, un traidor completo. Y Guillermo de Orange, en Holanda lo es también, en cierto modo, porque había jurado lealtad a Felipe II, que era su rey. Y luego, como dice Juderías, que el año 1903 explicó mejor que nadie toda la leyenda negra, los orígenes y demás. Pues la idea es que había mucha envidia, mucha envidia del Imperio Ultramarino español, que era el primero de la historia. Porque claro, Alejandro Magno, pues era hacía un trozo de Asia. Qué si yo César era las Galias. Esto era un continente entero y un océano entero, claro. Y veían llegar unas riquezas que la envidia era total y lo que hacían era todavía no tenían potencia suficiente, nunca tuvieron potencia suficiente para desbancar a España. Blas de Lezo en 1741 impide que el almirante Vernon, que llegaba a Cartagena de Indias con 150 barcos y treinta mil hombres, mucho más que la Armada Invencible pudiera poner pie en la América española, se quedó con las ganas. Y eso se ha borrado de la historia inglesa. Absolutamente. Se ha borrado para siempre. Incluso las medallas se pagan muy altas. Las medallas que mandó acuñar el propio Vernon cuando pensaba que ya había ganado a Blas de Lezo.  

COMPRAR EL LIBROUna epopeya única llevada a cabo por generaciones asombrosas de navegantes, conquistadores y colonizadores.

En otro tiempo España estuvo al frente de las naciones, en cuanto a títulos de posesión y conquista, en lo que geográficamente fue medio mundo. Eso no sucedió por casualidad: al término de ocho siglos de reconquista en la Península, los españoles llegaron al Nuevo Mundo (1492), cuya ulterior conquista y dominio no fue ningún milagro, sino un hecho histórico bien conocido pero no suficientemente valorado por propios y ajenos.

Los gestores de esa gran expansión fueron, en su mayoría, gente del pueblo que, más allá del oro y la gloria, buscaban emular a sus héroes de libros de caballería, dejando sus nombres para la Historia; generaciones asombrosas de navegantes, conquistadores, cristianizadores… que además no operaron con pólvora del rey, sino con su propia financiación convenida en capitulaciones muy precisas.

España tuvo un proyecto de globalización histórica entre los siglos XVI y XVIII que alcanzó sus puntos álgidos en las Américas, así como en todo el inmenso Océano Pacífico (Molucas, Filipinas, Carolinas, Marianas, archipiélagos del Sur), que, durante muchas décadas, configuraron el llamado Spanish Lake.

Ese mismo Pacífico está hoy en disputa más que nunca, entre las dos superpotencias. Como en 1494, tendrán que ponerse de acuerdo –la idea de muchos politólogos—, con un nuevo tratado al modo de Tordesillas que, ciertamente, no debe dar paso no a una nueva hegemonía de riesgo planetario, sino a un mundo multipolar en busca de la paz perpetua.