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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana. 

Desde luego, el cuadro clínico de nuestra economía no apunta bien. Tras la estruendosa caída del PIB de 2020, el primer trimestre de 2021 se ha cerrado con el PIB otra vez cayendo

Habrá que inventarse el optimismo, Don Carlos, o saber dónde se transacciona para recobrar la confianza perdida. Desde luego, el cuadro clínico de nuestra economía no apunta bien. Tras la estruendosa caída del PIB de 2020, el primer trimestre de 2021 se ha cerrado con el PIB otra vez cayendo. La Autoridad Fiscal ve imposible medir el Plan de recuperación que España ha presentado a Bruselas con los datos proporcionados por el Gobierno, lo que simboliza dudas al respecto. Por consiguiente, si todas las expectativas se concentran en tal Plan, de momento se diluyen.

Si el presente es muy peliagudo, el futuro está muy nublado, Don Carlos. A uno le sorprende la reconfortante valoración que sobre las previsiones de nuestras finanzas públicas hacen los responsables gubernamentales, presumiendo de que las cosas no apuntan tan mal. Hombre, Don Carlos, si en 2020 nuestro déficit público ha sido del -11% del PIB, para 2021 los cálculos del Gobierno dicen que será del -8,4%, ¡un auténtico desastre! En 2022 del -5%, fatal; en 2023 del -4% y en 2024 del -3,2%. Por más que se pretenda acaramelar esa perspectiva deficitaria, no nos engañemos, Don Carlos: esto supone un lastre morrocotudo para que España vaya adelante. Porque el sector privado está compelido a apechugar con esa mochila deficitaria. El otro capítulo escabroso es la previsible evolución de la deuda pública que según el Gobierno se situará en 2021 en el 119,5% del PIB, o sea, prácticamente al mismo nivel que en 2020 que es del 120%, y luego se iría atemperando al 115,1% en 2022, al 113,5% en 2023 y al 112,1% en 2024. Niveles de deuda pública malos de solemnidad, Don Carlos, y que son para temblar. Y, a todo eso, ya no hablemos de la destrucción del empleo, del paro y de las desgracias de nuestras sufridas empresas, Don Carlos