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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.

Desaparece Madoff, pero el espíritu financiero bribón no se extingue con él. Así que ojo avizor a la hora de invertir

Con la muerte de Bernie Madoff, el cerebro de la mayor estafa de la historia, no sé si va el último gran mangante, con todo el respeto por su fallecimiento. Fueron solo 64.000 millones de dólares, Don Carlos, los que se esfumaron a través del esquema piramidal que urdió, dicen que, a la vieja usanza, o sea, con poca informática, menos ordenadores y mucha libretita con apuntes personales. Desde luego, lo que sí cabe admirar son las artes y el manejo que hizo de lo que se da en llamar contabilidad creativa, porque Madoff, hablando claro, les levantó la camisa a todos, saltándose controles por parte de las autoridades y de sus clientes que, como a posteriori se supo, no eran mindundis, sino incluso entidades financieras de postín y multimillonarios de pedigrí. Curioso que todos cayeran en las trampas diseñadas por Madoff y más sorprendente es que lo hicieran como inocentes pajaritos en busca de sustanciosos réditos para sus inversiones.

A Madoff se le consideraba todo un gurú financiero. Como uno ya es mayor, de gurús ha visto y conocido a algunos. Y una conclusión muy práctica que se extrae es la de alejarse siempre de esas inversiones prodigiosas que dan excelsas rentabilidades. Estos días abundan noticias sobre estafas con criptomonedas. La pregunta, ante la tentación de colocar el dinero y lograr lucros impresionantes, es: ¿dónde diantre invierte el gurú de turno para sacar tan exorbitantes lucros, cuando ningún otro inversor es capaz de hacerlo? Madoff superó varias revisiones de la SEC estadounidense, sin aparentes problemas. El embolado que había montado era de tal calibre que o bien resultaba inescrutable o acaso los investigadores fueron torpes. Desaparece Madoff, pero el espíritu financiero bribón no se extingue con él. Así que ojo avizor a la hora de invertir, Don Carlos