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Carlos Herrera  

 

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Hoy vamos a contar una breve historia del origen de las "patatas a la importancia" que, como ocurre con otras recetas del recetario clásico español es contradictorio. Los hay que se lo atribuyen nada más y nada menos que a doña Emilia Pardo Bazán, pero parece ser que ninguno de sus dos libros la cocina española antigua o la cocina española moderna, altamente recomendables, aparecen citadas las patatas a la importancia. Tampoco los libros de María Mestayer, marquesa de Parabere, que ya ha salido a colación en más de una ocasión en estos programas que le dedicamos a la gastronomía.

Lo que está claro es que surgen, como todo en nuestro recetario, de la necesidad y de darle a lo que se tenía un un aquel, un algo diferente. A finales del XIX, principios del XX se consumían muchas patatas en España. Llega la Guerra Civil y ahí es donde ya se dispara lo poquito que había al alcance de la mano y en las familias un poquito pudientes, las cocineras se curraban con creatividad una patata hecha de manera distinta, así que engordaban con un rebozado, con una salsita y demás iban disfrazadas y se convirtieron en patatas distintas. O sea, "a la importancia", porque ya se consideraban importantes.

Dicen que surgen en Castilla y León y más concretamente, en Palencia. De hecho, los palentinos llevan muy a gala eso de ser los los inventores, los creadores de las patatas a la importancia.

Se puede preparar con bacalao, sepia, kokochas o merluza. Vamos a coger entre 3 o 4 patatas medianas, harina para rebozar, dos huevos para rebozar, aceite de oliva, una cebollita mediana, azafrán, ajo, vino blanco, perejil y agua o caldo.