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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.

Llueve sobre mojado, Don Carlos. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe. Y, más o menos, Don Carlos, presiento que estamos en esa tesitura. Hace un año decíamos que España entraba en lo que entonces presumíamos un trance difícil, pero pasajero, al propagarse el virus e iniciarse el confinamiento y el encierro de nuestras vidas y la paralización de la actividad económica, y que uno de los principales problemas que teníamos era el sesgo negativo de nuestras cuentas públicas, tanto en lo concerniente al déficit público como a la deuda pública, que ponían grilletes al impulso de la economía española.

2020 se saldó, en principio, con un volumen de deuda pública de 1.311.298 millones €, cifra equivalente al 117,1% del PIB, que fue 1.119.976 millones €. Anteayer, Eurostat propició un golpe, a modo de estocada final, al saldo de la deuda pública de 2020 al imponer a nuestro Gobierno la reclasificación contable de su participación en Sareb, el “banco malo” creado a raíz del rescate al sistema financiero español en 2012, lo que implica agregar 35.000 millones más al saldo preexistente de la deuda pública al cierre de 2020, de modo que el montante de nuestra deuda a los efectos del protocolo de déficit excesivo asciende, tras ese reajuste, a 1.346.298 millones €, cantidad que representa el 120,2% del PIB de 2020.

Si 2019 acabó con un volumen de deuda pública representativo del 95,5% del PIB, el salto dado en 2020 es de enjundia. Entre el aumento real de la deuda y el ajuste de los 35.000 millones de Sareb, el incremento de la deuda pública en 2020 ha sido de 157.439 millones de euros, lo que pesa como una losa justo cuando la revitalización de la economía española en 2021 será tenue y tanto en 2022 como en 2023 perderá fuerza, Don Carlos