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Carlos Herrera  

 

COPE

El periodista, que estuvo en el Congreso aquel 23F como cronista político de ABC, cree que Armada era el líder que esperaban los sublevados para coger las riendas del Gobierno

El periodista Carlos Dávila, que estuvo en el Congreso aquel 23 de febrero de 1981 como cronista político de ABC, ha recordado cómo vivió aquel día en la Cámara Baja, donde había ido a averiguar los nombres del nuevo gobierno de Calvo Sotelo para cuando sustituyera a Suárez. “Curiosamente, dos de los ministros que figuraban en la lista inicial de Calvo Sotelo estaban también en la lista de consenso que compuso Armada como solución de seguridad”, ha dicho.

Dávila ha recordado este martes en 'Herrera en COPE' que vio cómo entraba Tejero seguido de unos guardias civiles en el Congreso “y de un personaje del que nunca más se ha vuelto a saber. Se llamaba Francisco Javier del Burgo, alias 'el Patxi', que era un cabo de la Guardia Real. Este tío fue el más cruel” de todos los guardias civiles que había allí, ha dicho. Aproximadamente, la mitad de los guardias sabían del golpe y la otra mitad no. “Aquí hemos venido a vencer o a morir”, dijo alguno de ellos.

Cuando Tejero accedió al hemiciclo y disparó, “se produjeron ocho segundos tremebundos de tiros” que no produjeron ningún herido, salvo “uno leve, que era el crítico musical de ABC”, que había ido como amigo íntimo de Calvo Sotelo. “Pudo haber una matanza, pero gracias a Dios no la hubo”.

Dávila ha recordado que una cámara de TVE se quedó abierta gracias “a la inteligencia del operador”. En el hemiciclo, uno de los golpistas se dirigió al escaño de Blas Piñar, de Fuerza Nueva, para decirle que se marchara si quería, pero este le dijo que no.

Siempre se ha especulado con que el general Alfonso Armada y Comyn pudo ser el “elefante blanco”, el líder que esperaban los sublevados para que cogiese las riendas del Gobierno, una opinión compartida por Dávida. “Tejero llevó las pistolas, Milans sacó los tanques y Armada se ocupó de la organización”, ha dicho el periodista, que ha añadido que “los papeles estaban repartidos” desde el principio.

Dávila ha dicho que en el Centro Nacional de Inteligencia sabían todos del golpe menos el director. “Lo sabía casi todo el mundo: unos miraban hacia otro lado y otros estaban implicados”.