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Carlos Herrera  

 

COPE

Da su testimonio sobre el caso Faisán en un libro

La vida de Enrique Pamiés no ha vuelto a ser la misma desde el 4 de mayo de 2006. Aquel día se produjo el chivatazo, un supuesto operativo puesto en marcha por él – (siempre lo ha negado) – para evitar la detención de varios individuos por formar parte del aparato de extorsión de ETA. El dispositivo de escucha de la Policía en el automóvil de Joseba Elosúa y su testimonio, le implicaba directamente y según la sentencia, en el chivatazo.

El insistía en que no hizo esa llamada. Pero lo que parecía que se resolvería rápido, ha sido una pesadilla. Los que le alabaron un día, le abandonaron al siguiente. La carrera de Enrique Pamiés se derrumbó en segundos.

Por primera vez da su extenso testimonio en un libro: “Cómo luché contra ETA”, escrito por el periodista Pablo Muñoz y el policía Antonio Sala. En él defiende lo que siempre ha defendido: que no dio el chivatazo, ni aunque hubiera salvado un proceso para acabar con la violencia. “Se examinaron datos, y se dejaron sin examinar otras llamadas no se si porque era el blanco propicio, o porque había que señalar a alguien”.

“Entenderlo no lo entiendo”, porque fue una acusación por colaboración con banda armada y Pamiés, tras 30 años de lucha precisamente en el camino contrario, no lo entiende. Cuando jura el cargo como comisario en 2004, era un momento muy bueno en su carrera. “Yo era muy feliz haciendo lo que hacía”.

Después de tantos imagina que esa llamada, que insiste que él no hizo, sería para algo más, alguna razón política, que convierte su vida en una pesadilla “tuve que mantener el tipo y no dar señales de que estaba hundido porque tenía que estar a la cabeza de una u otra operación”. Las condiciones de su día a día eran las mismas pero “con esa espada de Damocles, que me tenían a mi y a mi familia en esa tensión”.

De los jueces habla decepcionado: “el juez Ruz no admitía réplica, todos los recursos que presentábamos no eran admitidos, y no recuerdo ni que me llegase a tomar declaración”. Admite tener sospechas, pero “sin pruebas no se puede señalar a nadie”. “Ningún juez del Supremo, ni de la Audiencia Nacional ha revisado el caso”. Confirma que le han llegado a insinuar que si implicaba a Rubalcaba, él podría salir mejor parado, y le cuenta a Carlos Herrera que fue en una comida con Basagoiti el cual “no es que te dijeran directamente nada, pero lo insinuó”.

Se ha jugado la vida varias veces “pero tu no piensas en eso, solo tienes ganas de ir”. La lealtad no tiene precio pero asegura que nadie la ha intentado comprar con dinero “con buenas salidas si, pero con dinero no”. Confiesa haber recibido un par de llamadas incómodas tras publicar este libro, pero nunca dio ninguna entrevista para contarlo, como nunca dio, según sigue afirmando, el chivatazo que le cambió la vida.

COMPRAR EL LIBRODe héroe a villano: Los 30 años de lucha contra la banda armada del comisario Enrique Pamies,«Lleida», que trabajó a las órdenes del PSOE y del PP.

«La lucha antiterrorista supone andar descalzo por un filo que corta. En un lado está la legalidad y en el otro la ilegalidad. Para poder avanzar, unas veces hay que apoyar el pie en uno de los lados y otras en el otro. Es mentira que solo con el Estado de derecho se acaba con el terrorismo. Quien diga lo contrario falta a la verdad o no sabe de lo que habla.»

Esta reflexión la realizó el comisario jubilado Enrique Pamies, apodado «Lleida», jefe superior de Policía del País Vasco en el momento en el que ETA fue derrotada. Estuvo destinado en esa comunidad treinta años, siempre en primera línea de lucha. El policía al que el caso Faisán obligó a jubilarse de forma anticipada, relata por primera vez lo que vivió en esas décadas de sangre y heroísmo, de angustia y llanto, de trabajo incansable y de gravísimas renuncias personales.

Los autores no pretenden escribir la historia de la lucha contra ETA, no reparten carnés de héroes o de villanos, no intentan convencer a nadie de que Pamies derrotó a la banda, o que sin su trabajo jamás se hubiera conseguido… Solo garantizan que lo que aquí se cuenta ocurrió. Al menos, así lo vivió el protagonista. Un material inédito que levantará urticaria entre algunos biempensantes pero que resulta necesario para conocer mejor la lucha contra el terrorismo etarra que dejó 3000 atentados, 864 muertos y más de 7000 víctimas.

«Me han acusado de ser un hombre de Alfredo Pérez Rubalcaba. Sí, lo he sido y a mucha honra. Como también ha sido un honor ser un hombre de Antonio Camacho, de José Antonio Alonso, de Ángel Acebes, de Mariano Rajoy, de Jaime Mayor Oreja, de Jorge Fernández Díaz, de Juan Alberto Belloch, de Antonio Asunción, de José Luis Corcuera o de José Barrionuevo.»