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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.

Decía la ministra de economía que el gobierno tiene que seguir adoptando medidas “para evitar que los problemas de liquidez se conviertan en problemas de solvencia para las empresas viables”. Demasiado tarde, Don Carlos. No se llega a tiempo. Y cuando haya que empezar a devolver créditos ICO y termine la prórroga de los ERTE, España será la aciaga imagen de después de una batalla campal: destrucción empresarial a mansalva y muchos empleos abatidos. Algo que ya estamos viendo. El gasto público de España en ayudas a empresas y sectores económicos es de los más bajos: solo el 3,7% del PIB, según el FMI. En otros países, se dan generosas ayudas directas a las empresas tanto en dinero como eximiéndolas del pago de impuestos y cotizaciones. En Alemania, 9,8% del PIB en ayudas. Australia, donde Rafa Nadal, Djokovic, Thiem y otras figuras están jugando con gradas llenas, sin mascarillas ni distancia, ya ha vuelto la normalidad y las ayudas directas representan el 15,3% de su PIB. En Japón, ayudas del 13,8% del PIB. EE.UU 14,4% de ayudas. Canadá, 12,3% del PIB en ayudas.

Nuestros empresarios piden al Gobierno ayudas directas – 50.000 millones € reclama Fomento del Trabajo – para una economía más vulnerable como es la española, que se estructura con los servicios y el turismo como engranajes fundamentales en vez de la industria. Es un SOS, otro más, de las representaciones empresariales para que el comercio, los bares, los restaurantes, los hoteles, en fin, todas las actividades relacionadas con lo que entendemos “industria social” puedan mantenerse en pie o, al menos, con respiración asistida, como en stand by, a la espera de que se contenga la pandemia, se vacune a la gente y se recobre el pulso de la normalidad. Un sinnúmero de empresas y un sinfín de empleos están en el disparadero. Definitivamente, ¡España no es Australia, Don Carlos!