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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.

Cada español lleva dentro una vocación. Cuando se juega la Eurocopa y los Mundiales, nos sale la vena de seleccionadores. En azarosas situaciones políticas, surge nuestro yo presidencial. Ante casos de alarma social, brota nuestra vis judicial. Estos días, con la subida de la luz y los inescrutables misterios sobre su precio, alarmados por el impacto, cada cual está cursando un máster acelerado sobre interpretación de los secretos mecanismos configuradores de la factura de la luz. Y ponemos el grito el cielo, invocando miseria energética. Uno no es más que un burdo profano en el asunto a quien, como a todo el mundo, la subida de la luz castiga y no entiende por qué en España estos días se está facturando la luz al doble del precio que en Alemania o por qué pagamos la electricidad más alta de Europa y es la que más ha subido en los últimos años.

En todo caso, una luz cara atropella a las familias, sobre todo en días como éstos a golpe de confinamiento y con la llegada de Filomena. Desde la perspectiva empresarial, que el coste de la energía en España sea el más alto de Europa promueve desmantelamientos industriales y relocalización de plantas fabriles hacia países europeos. Si, probablemente, algunos detalles son susceptibles de discusión acerca del 35% del precio total que viene dado por la producción de energía, muchos puntos resultan controvertibles respecto al 40% de la factura que corresponde, además de a transporte y distribución de la energía, a esos extraños y enigmáticos peajes que tal vez tendrían que ser a cargo de las cuentas públicas y no de las familias y empresas. Y por el 25% restante de la factura, con el impuesto de la electricidad y el IVA cual figura descollante, el Gobierno podría marcarse un detalle, con todas las de la ley, reduciendo el tipo aplicable del IVA como sucede en otros países. No cuela lo de que Europa no lo permite… Suena a mascarillas…