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Carlos Herrera  

El comunicador destapa todas las tropelías que esconde la nueva ley educativa, aprobada sin consenso 

COPE

 

Señoras, señores, me alegro. ¡Buenos días!

 

En el resumen de la pandemia hay algunos argumentos que nos hacen tener algún tipo de esperanza. Ayer, 252 fallecidos. Son menos. También bajan los casos por 100.000 habitantes. No está la cosa para tirar cohetes, pero estamos ante una cierta contención de esta segunda ola. Sobre todo porque llevamos ya unos días en los que las altas hospitalarias son mayores que los ingresos. Esta tendencia empezó el 10 de noviembre y esperemos que siga. ¿Esto quiere decir que salvamos la Navidad?

Yo creo que en el Puente de la Purísima seguiremos con las mismas medidas, porque de esta manera se podrá permitir que tengamos una Navidad diferente, pero Navidad. Van a ser más tristonas, sin gran movilidad ni grandes encuentros, pero se parecerá en algo a la Navidad. Luego ya llega Fleming y las cosas empiezan a cambiar.

Suponemos que hoy Isabel Celaá, la mujer que ha dado su nombre a una malhadada ley de Educación - y es bueno que se lo dé, porque así ese nombre va a ir unido a ese engendro toda su vida - se tomará el desayuno muy a gusto porque ayer consiguió lo que ha buscado desde su primer día como ministra de Educación: imponer a media España una nueva ley educativa a cualquier precio y a toda velocidad. Sin contar con informes del Consejo de Estado, sin llamar a comparecer a la comunidad educativa, sin molestarse a negociar con el espectro ideológico diferente al suyo. Con una fórmula, que es la del 'sanchismo' de manual: tú te haces el dialogante, pero sólo con los que piensan como tú. O los que quieren romper España y se alían contigo porque piensan que así va a ser más fácil reventar el país.

Y con todo, lo único que consiguió es una ley educativa aprobada por un sólo voto de diferencia por encima de la mayoría absoluta. En términos parlamentarios, es una victoria pírrica. Y la verdad es que uno siente alipori cuando escucha a esta mujer decir que ha sido un gran día para la Educación y la democracia. Cualquier ley educativa que sea impuesta por un sólo voto de diferencia nace con cierto fracaso. Carece de consenso. Y la aplicación luego es de las CC.AA, que ya veremos cómo la desarrollan. Pero a esta mujer le da exactamente igual, porque está en imponer un modelo de ingeniería social. Como sea, aunque sea de penalti y en el descuento. Aunque eso genere más división en el Congreso, donde los diputados de la oposición mostraron su indignación gritando en favor de la libertad.