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Carlos Herrera  

Carlos Herrera explica que puede desatarse una ola de indignación en EE.UU. esta semana si el resultado electoral no arroja una mayoría clara

COPE

 

Señoras, señores, me alegro. ¡Buenos días!

 

Espero que estén bien en este martes 3 de noviembre del 2020, un día en el que buena parte de nuestra vista la tenemos puesta fuera por cómo reaccionan en Europa a la Covid, qué es lo que va a pasar en las elecciones norteamericanas, qué es lo que ha ocurrdio en Viena y también en el territorio nacional, que está como para no aburrirse.

Esta noche ha sido una noche muy larga en Viena. 20:00 horas, un número indeterminado de indiviudos armado con cuchillos y fusiles daban rienda suelta a un ataque en varios escenarios, esencialmente en uno: en una sinagoga que estaba cerrada, pero el atacante disparó contra la gente que estaba en las terrazas donde se refugiaban, continuó disparando y, bueno, este era el resultado. Que metiera a todo el mundo en casa, que no se asomasen, parece que cayó muerto uno de los terroristas, las armas que se han empleado no son cualquier cosa y, efectivamente, se confirma que se trata de un ataque terrorista yihadista.

At least three people dead in Vienna terror attack

LA FISCALÍA ARCHIVA LA INVESTIGACIÓN CONTRA EL REY JUAN CARLOS

En España, pues miren, hoy hace tres meses que tuvo que marcharse el Rey don Juan Carlos de su casa y de su país. El pasaje está sobradamente descrito y conocido. Algunos detalles también: si se lo dijo Futanito o Menganito, si presionó Merenganito, si fue en el despacho del Rey Felipe VI, si no fue... Independientemente de todo ello, lo cierto es que el Rey de España durante 40 años hubo de coger, una persona de 82 años con movilidad limitada, hubo de coger los trastos de su casa, un avión y marcharse, en este caso, a Emiratos o Abu Dabi o por ahí está.

¿Y qué es lo que ha ocurrido después de tres meses? Que hay algunos que están muy cómodos con que, efectivamente, esa distancia se haya puesto de por medio, pero convendría que no se acostumbras a que esté fuera. ¿Qué hace fuera? Según he podido saber, oye la radio, oye las noticias, hace gimnasia, ha perdido cuatro kilos, ha mejorado, por cierto, esa pierna que le da tantos problemas, que le hace caminar con bastón. Está bien, pero me consta que una cosa es que esté bien y otra que le olviden porque puede volver cuando quiera porque, entre otras cosas, además, la Fiscalía del Supremo ha archivado el caso que le ocupaba. El mensaje, bueno, ciertamente está bien donde está, pero él quiere estar en su casa. Lógicamente, como todo el mundo.

Vamos a ver, en el panorama nacional se nos está poniendo cara de confinamiento domiciliario, pero de momento lo que tenemos es cara de Salvador Illa, que es el que ha dicho que de confinamiento de momento nada. Bueno, cuando Salvador Illa dice que descarta el confinamiento, seguramente eso quiere decir que nos van a confinar antes o después. Aquí la pregunta es si no nos confinan porque no hace falta, porque epidemiológicamente no es recomendable, o porque legalmente no puede con este estado de alarma redactado como está. Y más bien crean ustedes en la segunda que en la primera posibilidad . Ayer, este fin de semana, 379 muertos, en la última semana 777. ¿Qué pasará con nosotros? Ah, pues... Pero apuesten a que si quieremos salvar la Navidad, antes o después, supongo que con algunas limitaciones o no de forma parecida a lo que ocurrió en marzo y abril, nos meterán en casa.

La COVID: menos contagiosa que el sarampión y la viruela pero más que la gripe o el ébol

TRUMP Y BIDEN SE MIDEN ESTE MARTES

Y el otro vistazo internacional está en EE.UU., las elecciones norteamericanas, unas elecciones con muchas incógnitas en todo, no solo en el resultado, sino en el propio proceso, en la impugnación que puede haber si la hay, en el recuento de los votos más lentos o más ràpidos, en el detalle de que por voto anticipado y por correo ha votado casi tanta gente como votó en las elecciones anteriores. Fíjense ustedes en el dato, ya sea por el miedo al covid o por las prisas por echar a uno o por las prisas por evitar que llegue el otro.

¿Quién es el favorito? Joe Biden, pero fíjense en algunos detalles que seguramente no tienen ningún valor estadístico. Las encuestas del Trafalgar Group, que es la única empresa demoscópica que acertó en 2016, todos daban ganador a Hillary menos esta, ahora vuelven a dar ganador a Trump. No vamos a conocer los resultados como otras veces porque hay mucho voto por correo, hay mucha lentitud, impugnaciones tal vez, y aunque las encuestas sean favorables a Biden, no convendría despreciar el ímpetu final de Trump.

Aquí lo que nos tenemos que plantear nosotros, los europeos, ¿a nosotros qué nos conviene más? La verdad que Trump ha abierto una guerra comercial con Europa, con medio mundo, pero con Europa, con la estridencia que le acompaña, que a algunos sectores, básicamente alimenticios, a cuenta del famoso AirBus, le ha costado un pico de dinero. Otra cosa es que venga el otro y eso lo arregle, que habrá que verlo.

Trump y Biden se dispuntan la presidencia de Estados Unidos en unas elecciones marcadas por la pandemia

Miren, en 2016 Trump no estaba en el guión y se coló en la fiesta en contra de todos. Oiga, en una elección en la que él estaba contra el resto del mundo, contra todos los medios, contra su propio partido, contra todos. Y vuelve a darse esa circunstancia. EE.UU. está polarizado, dividido, lo que permite imaginar disturbios sociales tras la decisión, también contiendas en Washington, pero es la mayor participación en mucho tiempo, lo cual dice mucho de aquellos que sin duda alguna están deseando quitar a Trump de en medio: escéntrico, populista que donde ha metido las manazas en algunos asuntos como las relaciones internacionales, ha desmontado el tablero, pero también ha hecho otras cosas: ha hecho crecer la economía más que en ningún otro lugar, no ha hecho guerras y ha frenado a los chinos.

¿Dónde están las claves? ¿Qué pasará con el cinturón industrial de EE.UU.? Le pongo un ejemplo. Trump, que se las sabe todas, ha dado un mitin en la ciudad natal de su rival, de Joe Biden, Scranton, en Pensilvania, donde vive una parte de esa clase media blanca, anglosajona, protestante, venida a menos. Hace cuatro años los demócratas, con Clinton a la cabeza, pecaron de soberbia, desencantaron en su supuesta superioridad moral, era lo que había dejado Obama y todo eso. No detectaron el malestar que se cocía en Scranton, a lo largo y ancho del país. Lo que hay que preguntarse ahora es si esa gente se habrá arrepentido de votar a Trump o le seguirá apoyando. ¿Qué pasará en Pensilvania, en Michigan, en Wisconsin? Porque Trump ya saltó ese muro hace cuatro años, pero este año las elecciones le dan perdedor en los bastiones demócratas. La verdad es que le dieron perdedor siempre, pero luego gana, mira Florida... Aunque Trump sea enemigo de lo hispano, de la lengua, de la inmigración, muchos latinos lo apoyan como dique de contención para cualquier política que pueda aparecer de izquierdas, esencialmente la emigración cubana. Gente que ha salido escaldada del comunismo y sus derivadas. Ni Biden es comunista ni la señora Harris es comunista ni nada que se le parezca, pero la asignación de papeles está realizada así en EE.UU., un poco simple si ustedes quieren. Así que preparémonos mañana para vivir una mañana intensa a cuenta de algo que puede ser tan demoledor, que es imposible ni con recuento ni sin recuento evitarlo o algo que puede traer algún tiempecito antes de saber el nuevo inquilino de la Casa Blanca.