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Carlos Herrera  

 

COPE

Juan Manuel de Prada lleva desde principios de marzo, atendiendo a lo que él ha venido a llamar un experimento de biopolítica. Y es que lleva haciendo todo este tiempo un análisis sarcástico y mordaz a la España del coronavirus. A esta nueva normalidad, a los comités de expertos y al desastre en el que se sumerge el país, por culpa primero de una pandemia, y después de las malas decisiones de sus políticos.

Si tuviera que expresarlo como si fuera obra de un diablo, estaría contento y regocijándose, porque las cosas están saliendo tal y como ese ser del mal, espera y quiere.

Algo así es lo que ha hecho en 'Cartas del sobrino a su diablo', una crónica satírica de la crisis. Unas cartas de dos personajes de ficción hablando de la realidad. Un diablillo contándole a su maestro, que todo está saliendo incluso mejor de lo que se esperaba.

“Los personajes son un homenaje a C.S. Lewis pero lo que dicen es lo que pienso”. Son cartas de ese Orugario ya bastante sobrado, que va contando sus victorias en esa España del coronavirus. Con esa perspectiva de los pasados meses “vimos los avances en Italia y hemos vivido una inacción, y el papel de una ciencia devaluada, al servicio de los políticos”.

Una crítica directa a la gestión, a la España que queda, y a la promesa de que venceremos “solamente creer en ello, nos alivia”.

COMPRAR EL LIBROEn "Cartas del sobrino a su diablo", homenaje explícito y devoto a la magna obra de C.S. Lewis, Juan Manuel de Prada brinda a los lectores un muy mordaz y penetrante análisis de la España azotada por el coronavirus. Y lo hace, como el propio título del libro sugiere, cediendo el protagonismo literario a Orugario, un demonio vanidoso y procaz al que se le ha encomendado la devastación de nuestro país.

En epístolas dirigidas a su tío Escrutopo, Orugario detalla todos los ardides que ha ideado para infligir el mayor daño posible a los españoles, antaño tan apegados a los designios del Enemigo: el acre enfrentamiento entre el negociado de izquierdas y el de derechas, la degeneración de las residencias de ancianos en hórridos morideros, la idolatría de la ciencia, los experimentos de la biopolítica, la imposición de las mascarillas en todo contexto y la destrucción de la economía nacional para beneficio de una plutocracia de la que los gobernantes son serviles lacayos.

Y todo ello mientras la fe de los hombres se apaga como una llama... ¿para siempre? Tal vez el mal, después de todo, no tenga la última palabra. «Estas Cartas del sobrino a su diablo no pretenden ser una obra apologética, sino una crónica muy punzantemente satírica de la crisis —política, social, económica, también religiosa— desatada (o tal vez sólo desvelada) en España por la plaga coronavírica, con alusiones muy directas a la más estricta actualidad; crisis que, desde el primer instante, juzgué una ocasión pintipirada para que el mal se quitase la careta y se exhibiese en todo su acongojante esplendor» (Juan Manuel de Prada).