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Carlos Herrera  

 

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.

Si en 1989 el gran Ken Follet publicaba “Los pilares de la tierra” y en 2006 el admirado Ildefonso FalconesLa Catedral del Mar”, en 2020 hay que poner cimientos robustos para evitar la crisis financiera susceptible de engendrarse a raíz del shock económico del coronavirus. De lo contrario, Don Carlos, cavaremos nuestra propia fosa. A esta crisis económica le seguirán réplicas financieras de magnitud. ¿Por qué? Para impedir el ahogo de la economía europea, los estímulos monetarios fluyen prestos. Si no fuera por el BCE, hoy, si no estuviéramos muertos, estaríamos moribundos. El BCE ha redoblado su política expansiva y presiona para que el dinero puesto a disposición de la banca europea llegue a empresas y hogares. Christine Lagarde acelera la máquina para que no falte liquidez en la economía de la zona euro, en particular en España.

Hay tres billones de euros para prestar. Ese crédito rampante habrá que devolverlo. El panorama que se avista es abrupto y plagado de espinos: la crisis económica dejará cicatrices y heridas profundas. Habrá quienes, al llegar el vencimiento de los créditos que se conceden, no puedan pagar. Anticiparse a los activos malos es cometido esencial para sostener la viabilidad del sistema financiero e impedir que sus balances se vuelvan tóxicos. Esta es razón fundamental para exhortar sobre las fusiones bancarias. Ganar tamaño para disponer de más músculo, actuando con prontitud para resolver los créditos dudosos. Los cimientos para construir un sistema financiero sólido exigen dotar provisiones que sirvan de elixir bancario para contrarrestar los malos tragos de activos deteriorados. De ahí que el BCE se muestre reticente a que la banca reparta dividendos. Con balances limpios, sin problemas. Con balances contaminados, los dividendos tendrán que esperar, Don Carlos