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Carlos Herrera  

 

COPE

Diego Martínez se ha centrado este jueves en la figura de Daniel Camargo Barbosa, que llegó a violar y estrangular a más de 170 niñas de entre 10 y 14 años. Nacido en 1930, su vida da un giro cuando muere su madre y su padre se casa con una mujer que sufría problemas mentales. Lo obligaba a vestirse de niña para compensar la frustración de no haber podido tener una hija. Asistía al colegio vestido de niña, lo cual suponía una gran humillación.

Al maltrato físico había que sumar el maltrato verbal que sufría de parte de la madrastra, que nunca llegó a sentir nada por aquel pequeño. Este hecho motivó que Camargo Barbosa empezara a odiar a las mujeres. Si esto fuese poco, ya mayor se casa con una joven y al poco tiempo, la descubre con otro hombre en su cama. Fue la gota que colmó el vaso.

DE VÍCTIMA A CÓMPLICE

Luego conoce una joven con quien mantiene una relación sentimental porque, supuestamente, era virgen. Al darse cuenta de que no era así, le advierte que debe pagar su mentira y ayudarlo a encontrar niñas que sí lo sean. De esa forma se convierte en su compañera de crimen, y juntos diseñan una estrategia para conseguir víctimas.

Camargo se hacía pasar como vigilante de almacenes para acusar falsamente de robo a menores, previamente seleccionadas. Las retenía y, en ese momento, aparecía su amante como una persona que las quería ayudar. Así, se ganaba su confianza y las llevaba a una cafetería, donde les ofrecía comida o bebida para drogarlas.

VIOLADAS Y ASFIXIADAS

La pareja se llevaba a las niñas a su propia vivienda, donde eran violadas y asesinadas por asfixia. Al conocerse los crímenes, Camargo fue capturado y apodado como el 'sádico del charquito', porque 17 cuerpos de menores fueron encontrados en la vereda El Charquito, de Soacha, en el departamento de Cundinamarca.

Fue condenado a cinco años de carcel. Una vez que recobró su libertad continuó con sus crímenes, esta vez en territorio ecuatoriano. Allá se estimó que cometió unos 150 asesinatos, aunque solo confesó 71. Pero fue a prisión por ello, esta vez con una pena de 25 años en la isla penitenciaria de Gorgona.

De los veinticinco años iniciales, Camargo tan solo cumplió diez ya que consiguió escapar. Increible, pero estando en prisión se dedicó al estudio de los vientos y la marea que rodeaba esta cárcel a la que los expertos señalaban como un recinto penitenciario del que era imposible escapar, pues aunque alguien hubiera logrado salir, los tiburones que rodeaban el lugar no permitían soñar con fugarse navegando el mar.

ESCAPAR DE LA CÁRCEL

El día llegó en 1984. Daniel Camargo elaboró una canoa con la madera de los árboles y se dio a la fuga. Durante tres días navegó sin agua ni comida hasta llegar a suelo ecuatoriano donde el terror de sus actos inundó las primeras planas de los periódicos. En un país nuevo y donde no tenía antecedentes penales, Camargo empezó a cometer con total impunidad sus crímenes. Sus víctimas fueron de nuevo principalmente chicas jóvenes y vírgenes. Durante quince meses, la población ecuatoriana vivió aterrorizada por la presencia de un asesino, que despedazaba a sus víctimas.

El final criminal de Camargo llegaría en 1986. Una inspección rutinaria de la policía ecuatoriana detuvo a un hombre de aspecto harapiento. Para sorpresa de los miembros del cuerpo de seguridad, descubrieron que, en la maleta que portaba, había numerosas prendas de ropa manchadas en sangre. En el interrogatorio posterior, Camargo confesó 71 víctimas. Después de un juicio sumarísimo, Camargo fue condenado a dieciséis años de cárcel.

ASESINADO POR EL FAMILIAR DE UNA VÍCTIMA

Camargo no cumplió toda su condena ya que fue asesinado por otro recluso, Giovanny Arcesio Noguera Jaramillo, en el Centro de Rehabilitación de Varones N° 2 de Quito, el 13 de noviembre de 1994. Su asesino resultó ser el sobrino de una de sus víctimas.