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Carlos Herrera  

Hoy voy de árbitro del Colegio de Árbitros Andaluz y luego de la Arandina CF y del gran Mirandés!!!

COPE

La actualidad económica en 'Herrera en COPE' con el profesor Gay de Liébana.

Aun cuando se pregone que el ingreso mínimo es uno de los mayores hitos de la democracia – ¡todo sea por el voto! -, estamos, Don Carlos, ante el fracaso de un país sin rumbo, hundido en una ciénaga decadente y paupérrima, cayendo en el pozo de la miseria económica. La renta mínima evidencia que la pobreza y el hambre calan en la población española, agravando aquel porcentaje del 26% (más de 12 millones de personas) que en 2018 se encontraba en riesgo de pobreza o exclusión social. Trazar el futuro de España sobre las bases de una economía subsidiada, constituye el principio del fin. Nuestra política económica, nuestro modelo productivo, nuestro patrón de crecimiento, apunta a estropicio de continuar por tal senda. Que 850.000 hogares perciban un ingreso mínimo equivale a dar pescado. El secreto reside en dar una caña y enseñar a pescar. Eso exige saber reconstruir la economía española y su modelo.

Habría que celebrar como logro apoteósico que nuestro Estado invirtiera cientos de miles de millones de euros en reconversión industrial a los acordes de la revolución tecnológica, la transición energética, la transformación digital, en I+D, dotando a nuestra reconocida sanidad con recursos y no escatimarlos, creando empleo de calidad, indefinido y destinara fondos a la formación de nuestra gente. Si hoy nuestra deuda pública equivaliera al 60% del PIB, o sea, de 750.000 millones de euros, y no por encima del 100%, eso sería factible. Habría margen para que España se endeudara. Empero, acumular de 2008 a 2020 un déficit público cercano al billón de euros, con B de Barcelona, impide que hogaño España pueda escribir su mañana económico con cimientos sólidos y robustos, afrontando un gasto público eficiente que impulse nuestra decadente economía. Atrapados en el lodazal de la podredumbre andamos, Don Carlos